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Siria, en el frente de batalla interimperialista

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A. Torrecilla*

A comienzos del mes de diciembre, el r茅gimen de la familia Al-Assad, inamovible desde 1970, se derrumb贸 en cuesti贸n de d铆as ante el ataque combinado de las fuerzas armadas de la «oposici贸n siria» y el Estado nazi-sionista de Israel, abriendo una nueva etapa y un nuevo escenario en el conflicto interimperialista global de nuestra 茅poca.

Desde que el capitalismo entr贸 en su fase imperialista, all谩 por el 煤ltimo tercio del siglo XIX, no hay rinc贸n del planeta a salvo de convertirse en la primera l铆nea de batalla entre las superpotencias que compiten por la hegemon铆a global. Especialmente en momentos como el actual, en el que los efectos de la monstruosa crisis de sobreproducci贸n iniciada en 2008 siguen impidiendo la reactivaci贸n de la producci贸n capitalista por m茅todos tradicionales. En estas circunstancias, las necesidades de expansi贸n de las distintas burgues铆as imperialistas entran inevitablemente en trayectorias de colisi贸n que solo pueden resolverse mediante el enfrentamiento directo entre ellas.

Esas trayectorias confluyen desde hace tiempo en una zona muy concreta del mundo que se extiende verticalmente desde el Mar B谩ltico hasta el Mar Rojo y Oriente Pr贸ximo. Una verdadera zona s铆smica geopol铆tica en la que el empuje expansionista del imperialismo dirigido por los EEUU —con la UE como fuerza de choque en primera l铆nea— colisiona con el «espacio vital» del imperialismo chino y sus propias fuerzas auxiliares —rusas— provocando una serie de conflictos «menores» entre los que destaca el caso ucraniano.

Este es el escenario en el que debemos contextualizar la ca铆da del r茅gimen sirio para poder analizarlo en sus verdaderos t茅rminos. Siria se enclava en el puente terrestre que comunica los continentes africano, europeo y asi谩tico que conocemos como Oriente Pr贸ximo; un territorio estrat茅gicamente vital para el capitalismo global, puesto que controla uno de los nudos de transporte m谩s importantes del mundo: el canal de Suez, que abre o cierra la puerta tanto a los mercados europeos desde y hacia el Extremo Oriente —un punto clave de la «Nueva Ruta de la Seda» ahora que la ruta terrestre que atraviesa Rusia y Bielorrusia se encuentra bloqueada—, as铆 como a gran parte de los recursos naturales africanos que salen hacia oriente y occidente por v铆a mar铆tima o terrestre.

Hasta finales del siglo XX Oriente Pr贸ximo se divid铆a entre pa铆ses aliados al imperialismo occidental como Arabia Saud铆, Israel, etc., y pa铆ses vinculados al socialimperialismo sovi茅tico; Ir谩n, Iraq o la propia Siria entre otros. Sin embargo, la desaparici贸n del socialimperialismo y la incapacidad de la nueva Rusia, plenamente capitalista, para mantener su influencia en la zona, abrieron la puerta a la expansi贸n del imperialismo occidental mediante una verdadera operaci贸n de reconfiguraci贸n pol铆tica de toda la zona mediante intervenciones militares: Guerra del Golfo (1990), invasi贸n estadounidense de Afganist谩n (2001) y de Iraq (2003), as铆 como el trabajo constante de hostigamiento del terrorismo nazi-sionista sobre todos sus vecinos; L铆bano, Jordania, Egipto y Siria.

La «nueva» Siria que dice levantarse sobre la desolaci贸n provocada por las intervenciones extranjeras en la guerra civil iniciada en el a帽o 2011 —en la que, adem谩s de la oposici贸n «interna» financiada y entrenada por EEUU, han colaborado tanto los bombardeos israel铆es como guerrillas vinculadas a Turqu铆a, a las facciones kurdas y al islamismo ultraortodoxo— est谩 muy lejos de representar una mejora de las condiciones de vida para los trabajadores y los pueblos de la regi贸n, sino que profundiza la sumisi贸n del pa铆s hacia las potencias extranjeras que ya se dejaba sentir bajo el r茅gimen de Al-Assad. Tanto Rusia como la UE, en atenci贸n a sus propios intereses, se han apresurado a mostrar sus simpat铆as hacia el nuevo gobierno provisional, encabezado por el siniestro Abu Mohamed al-Golani, ex dirigente de Al-Qaeda en Siria, y hoy aplaudido como «opositor moderado» incluso desde EEUU, mientras que Turqu铆a e Israel han dejado claras sus intenciones de mantener zonas de «seguridad» en el norte y el suroeste de Siria, al mismo tiempo que el conflicto del pueblo kurdo se reserva como caballo de Troya para ser usado de nuevo como elemento desestabilizador en caso necesario.

Como vemos, este nuevo reparto mundial imperialista, lejos de significar un apaciguamiento de las tensiones geopol铆ticas —tal y como pretenden los defensores de la degenerada teor铆a del «mundo multipolar»— pone a la vista la verdadera naturaleza rapaz y traicionera de las potencias imperialistas de uno y otro lado, que no tienen el menor problema en vender hoy a sus aliados de ayer si con ello obtienen una peque帽a mejora de sus propias posiciones de cara al verdadero enfrentamiento global que se adivina en el horizonte geopol铆tico.

La «tormenta perfecta» que comienza a perfilarse se nutre de varias circunstancias contradictorias: por un lado asistimos a un pulso entre el viejo imperialismo yanqui que se resiste a morir, y el nuevo imperialismo chino que lucha por desplazarlo —ambos necesitan redoblar sus fuerzas econ贸micas para imponerse a su adversario y arrebatarle nuevos mercados— mientras que, por otro lado, la econom铆a mundial contin煤a colapsada y es incapaz de sostener ese esfuerzo debido, en gran medida, a que los mercados siguen sobresaturados de mercanc铆as acumuladas durante las d茅cadas de sobreproducci贸n que han seguido al derrumbe de la burbuja especulativa de 2008. En estas circunstancias, la guerra total interimperialista siempre ha sido una buena opci贸n para la burgues铆a, aunque para ello tengan que disfrazarla bajo promesas de un futuro mejor, m谩s democr谩tico y m谩s libre para los pueblos sometidos a su control.

Los comunistas, sin embargo, no podemos dejarnos arrastrar por esas falsas promesas de la burgues铆a y sus agentes infiltrados, sino que debemos denunciar clara y contundentemente las maniobras de los oportunistas y revisionistas que instan al proletariado a abandonar su responsabilidad revolucionaria para colaborar el imperialismo «multipolar» que, al mismo tiempo, se prepara para dar por terminada la inestable «paz armada» que comenz贸 con el colapso del revisionismo sovi茅tico. Nuestra tarea no es otra, camaradas, que se帽alar con toda crudeza la barbarie del imperialismo y dirigirnos hacia el proletariado para apartarlo de la funesta influencia del revisionismo, viejo y nuevo, y despertar sus inmensas fuerzas revolucionarias, organizarlas y orientarlas hacia la tarea del momento: transformar la amenaza de guerra imperialista en la esperanza de la lucha de clases. El tiempo apremia, una vez m谩s.

*Partido Comunista de Espa帽a (marxista-leninista

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