Barcelona (EFE).- El Museo Marítimo de Barcelona muestra en la exposición ‘La infamia’ la ‘cara B’ de la riqueza de la burguesía catalana del siglo XIX, construida a partir del esclavismo colonial de manera especial en Cuba y Puerto Rico.
Ignasi Cristià, como autor del proyecto museográfico; el historiador Martín Rodrigo, como asesor, y Antoni Tortajada, autor del guión, han inscrito este proyecto expositivo en la actual corriente de los principales países europeos, entre ellos Francia, Reino Unido, Dinamarca, Portugal y Estados Unidos, que ya llevan años revisando su pasado colonial y su papel en la trata de personas esclavizadas.
En España, algunos historiadores de todo el país han empezado a preocuparse por este tema y han comenzado a dibujar un pasado oculto, más importante de lo que se pensaba.
Un compromiso para revisar el pasado colonial
Con esta exposición, que estará abierta al público desde el 21 de febrero hasta el 5 de octubre, el Museo Marítimo de Barcelona toma parte en este proceso con el fin de interpelar a la sociedad catalana contemporánea, «mucho más plural y compleja que la de aquella época, para que se comprometa a revisar su pasado».
‘La infamia’ profundiza en la participación catalana en el tráfico atlántico esclavista y pone de manifiesto el papel de las personas esclavizadas en los negocios de los comerciantes catalanes, sobre todo en Cuba y Puerto Rico.
También se interroga sobre cuántos de aquellos capitales se repatriaron a Cataluña y de qué forma aquellos beneficios provenientes de la esclavitud revirtieron en el desarrollo del país en el siglo XIX.
A través de una serie de documentos, imágenes, testimonios y objetos históricos, la muestra ofrece una mirada crítica sobre las responsabilidades históricas y las consecuencias sociales que comportó aquella época.
Capitanes y armadores que llevaron esclavos a América
La primera parte del recorrido expositivo traslada al espectador a la Cataluña del siglo XIX cuando se produjo la industrialización y Barcelona se convirtió en una región económica de primer nivel, pero también enseña esa ‘cara B’ identificando a capitanes que pilotaron barcos negreros con destino a América como Josep Carbó, de Sant Feliu de Guíxols; Agustí Cunill Sala, de Lloret, Esteve Gatell Roig, de Torredembarra; Josep y Pere Mas Roig, de Vilassar de Mar; o Jaume Tintó Miralles, de Barcelona.
Asimismo, también menciona algunos de los armadores catalanes que organizaron expediciones de trata de personas, como Antonio López, Josep Canela Raventós, Isidre Inglada, Salvador Samà, Jaume Tintó Miralles, Jaume Torrents Serramalera o Jaume Vilardebó.
En una pantalla interactiva del mapa actual de Barcelona se pueden consultar las casas de esclavistas que aún perviven en la ciudad, que se levantaron con capitales provenientes de la explotación de la mano de obra esclavizada.
Objetos como grilletes o látigos ilustran la dura realidad del colonialismo esclavista, que supuso entre los siglos XVI y XIX más de 12,5 millones de personas africanas embarcadas a la fuerza hacia las colonias americanas.
Cartel de un espectáculo a favor de la abolición del esclavismo, de 1873.
Ingenios para la caña de azúcar
Un espacio central reproduce en una maqueta gigante un ingenio, término que designaba las haciendas coloniales, la mayoría de propiedad española o de descendientes de españoles, donde se molía y procesaba la caña para producir azúcar o aguardientes y que funcionaban con mano de obra esclavizada.
Diversos plafones reproducen seguidamente documentos que dan cuenta de la respuesta que los ciudadanos dieron en relación al esclavismo, desde cuadros que reflejan reuniones de los grandes de España oponiéndose a la abolición de la esclavitud en las colonias a recortes de periódico que hablan de las manifestaciones abolicionistas.
Finalmente, la exposición concluye con una sala presidida por el audiovisual ‘Una historia de reconciliación’, creado por la cineasta guineana Sally Fenaux expresamente para la ocasión, que interpela al público actual sobre la persistencia del racismo.
Diversos objetos de la cultura popular, mayoritariamente destinados a los más pequeños, reflejan ese racismo latente como en el caso de la antigua publicidad de Cola-Cao, Anís del Mono, Tinta Pelikan o Conguitos o en el cómic con el álbum ‘Tintin en el Congo’.
Ignasi Cristià, como autor del proyecto museográfico; el historiador Martín Rodrigo, como asesor, y Antoni Tortajada, autor del guión, han inscrito este proyecto expositivo en la actual corriente de los principales países europeos, entre ellos Francia, Reino Unido, Dinamarca, Portugal y Estados Unidos, que ya llevan años revisando su pasado colonial y su papel en la trata de personas esclavizadas.
En España, algunos historiadores de todo el país han empezado a preocuparse por este tema y han comenzado a dibujar un pasado oculto, más importante de lo que se pensaba.
Un compromiso para revisar el pasado colonial
Con esta exposición, que estará abierta al público desde el 21 de febrero hasta el 5 de octubre, el Museo Marítimo de Barcelona toma parte en este proceso con el fin de interpelar a la sociedad catalana contemporánea, «mucho más plural y compleja que la de aquella época, para que se comprometa a revisar su pasado».
‘La infamia’ profundiza en la participación catalana en el tráfico atlántico esclavista y pone de manifiesto el papel de las personas esclavizadas en los negocios de los comerciantes catalanes, sobre todo en Cuba y Puerto Rico.
También se interroga sobre cuántos de aquellos capitales se repatriaron a Cataluña y de qué forma aquellos beneficios provenientes de la esclavitud revirtieron en el desarrollo del país en el siglo XIX.
A través de una serie de documentos, imágenes, testimonios y objetos históricos, la muestra ofrece una mirada crítica sobre las responsabilidades históricas y las consecuencias sociales que comportó aquella época.
Capitanes y armadores que llevaron esclavos a América
La primera parte del recorrido expositivo traslada al espectador a la Cataluña del siglo XIX cuando se produjo la industrialización y Barcelona se convirtió en una región económica de primer nivel, pero también enseña esa ‘cara B’ identificando a capitanes que pilotaron barcos negreros con destino a América como Josep Carbó, de Sant Feliu de Guíxols; Agustí Cunill Sala, de Lloret, Esteve Gatell Roig, de Torredembarra; Josep y Pere Mas Roig, de Vilassar de Mar; o Jaume Tintó Miralles, de Barcelona.
Asimismo, también menciona algunos de los armadores catalanes que organizaron expediciones de trata de personas, como Antonio López, Josep Canela Raventós, Isidre Inglada, Salvador Samà, Jaume Tintó Miralles, Jaume Torrents Serramalera o Jaume Vilardebó.
En una pantalla interactiva del mapa actual de Barcelona se pueden consultar las casas de esclavistas que aún perviven en la ciudad, que se levantaron con capitales provenientes de la explotación de la mano de obra esclavizada.
Objetos como grilletes o látigos ilustran la dura realidad del colonialismo esclavista, que supuso entre los siglos XVI y XIX más de 12,5 millones de personas africanas embarcadas a la fuerza hacia las colonias americanas.

Cartel de un espectáculo a favor de la abolición del esclavismo, de 1873.
Ingenios para la caña de azúcar
Un espacio central reproduce en una maqueta gigante un ingenio, término que designaba las haciendas coloniales, la mayoría de propiedad española o de descendientes de españoles, donde se molía y procesaba la caña para producir azúcar o aguardientes y que funcionaban con mano de obra esclavizada.
Diversos plafones reproducen seguidamente documentos que dan cuenta de la respuesta que los ciudadanos dieron en relación al esclavismo, desde cuadros que reflejan reuniones de los grandes de España oponiéndose a la abolición de la esclavitud en las colonias a recortes de periódico que hablan de las manifestaciones abolicionistas.
Finalmente, la exposición concluye con una sala presidida por el audiovisual ‘Una historia de reconciliación’, creado por la cineasta guineana Sally Fenaux expresamente para la ocasión, que interpela al público actual sobre la persistencia del racismo.
Diversos objetos de la cultura popular, mayoritariamente destinados a los más pequeños, reflejan ese racismo latente como en el caso de la antigua publicidad de Cola-Cao, Anís del Mono, Tinta Pelikan o Conguitos o en el cómic con el álbum ‘Tintin en el Congo’.