El 17 de febrero de 2025, a d铆as del traspaso presidencial en Uruguay, el diario El Pa铆s de Montevideo titul贸 (lo que hizo con frecuencia en los 煤ltimos cinco a帽os): “Lacalle Pou cierra su gobierno como el presidente mejor valorado de Sudam茅rica, seg煤n consultora argentina”.
El problema central no es la confiabilidad de la encuesta de opini贸n sino la creaci贸n de opini贸n por parte de los medios dominantes, algo harto estudiado en la academia norteamericana desde hace m谩s de un siglo.
Con tr谩gicas excepciones, una caracter铆stica hist贸rica de Uruguay ha sido su estabilidad. Uno de los 茅xitos que se atribuye el gobierno saliente es el crecimiento econ贸mico. No obstante, en los 煤ltimos a帽os el PIB de Uruguay creci贸 por debajo de pa铆ses tan distintos como Per煤, Brasil, Venezuela o Republica Dominicana. A un precio muy alto: aument贸 la deuda p煤blica y las p茅rdidas del banco del Estado; aument贸 la pobreza infantil y se erosion贸 el equilibrio social, otra de las caracter铆sticas m谩s reconocidas del pa铆s, aumentando la brecha entre ricos y el resto. A un crecimiento del PIB per c谩pita corresponde una p茅rdida de ingresos del 90 por ciento de la poblaci贸n.
Uruguay fue el pa铆s con mayor muertos per c谩pita en el mundo debido a la pandemia (NYT, 14 de mayo de 2021) pero el gobierno vendi贸 la “responsabilidad individual” como un rotundo 茅xito. A pesar de que en 2024 hubo un cuatro por ciento m谩s de asesinatos que en 2019, el gobierno lo vendi贸 como una exitosa reducci贸n de homicidios.
Por si esta realidad no fuese suficiente para calificar al gobierno de Lacalle Pou como fracaso, se podr铆a agregar la lista m谩s larga de casos de corrupci贸n desde la 煤ltima dictadura:
El jefe de custodia presidencial y amigo cercano del presidente fue condenado por corrupci贸n, clientelismo, tr谩fico de influencia y manejo indebido de recursos del Estado. Senadores y sindicalistas fueron espiados por mercenarios contratados por allegados al presidente. Su ministra de Vivienda (esposa del senador y l铆der del partido militarista Cabildo Abierto) entreg贸 acceso a viviendas p煤blicas a dedo. El presidente defendi贸 a uno de sus senadores m谩s antiguos por ser su amigo, hasta que fue condenado por pedofilia y por usar los recursos del Estado para su pr谩ctica deprecatoria de a帽os. Mientras, otro de los intendentes de su partido compraba favores sexuales a cambio de acceso al gobierno local a trav茅s de pasant铆as. Se privatiz贸 el Puerto de Montevideo. Se registr贸 un incremento del tr谩fico de drogas por ese y otros puntos de entrada al pa铆s. Oblig贸 a Antel, la empresa estatal de telecomunicaciones, a que permita el uso de su fibra 贸ptica, la mejor del continente, para que las empresas privadas compitan con Antel. Su ministro de defensa compr贸 por 22 millones de euros aviones militares obsoletos de Espa帽a, los que ni siquiera sirvieron para apagar incendios forestales debido a la inutilidad de las aeronaves. Otorg贸 contratos a empresas privadas sin licitaci贸n. Tambi茅n hubo clientelismo pol铆tico, contrataciones de militares retirados, cobros inflados en al menos una intendencia de su mismo partido. Cedi贸 a la presi贸n del lobby de la tabacalera Montepaz para flexibilizar las leyes antitabaco de gobiernos anteriores (una denuncia logr贸 revertir este beneficio empresarial) y facilit贸 pr茅stamos il铆citos a ganaderos. Sus ministros mintieron en el Parlamento al ser interpelados por la entrega de un pasaporte a un narcotraficante detenido en Dubai por usar un pasaporte paraguayo falso, sabiendo que le estaban haciendo el favor a un conocido y peligroso narcotraficante. Un periodista amigo del presidente entrevist贸 al beneficiado para su programa de televisi贸n, aunque 茅ste contin煤a pr贸fugo y buscado por Interpol. Luego el presidente autoriz贸 el env铆o de 450 kilos de pescado congelado de Emiratos 脕rabes por vuelo diplom谩tico y a nombre de su jefe de seguridad. Cuando el pescado fue descubierto en proceso de putrefacci贸n y un periodista le pregunt贸 para “qu茅 era tanto pescado”, el presidente, con su t铆pica obviedad y cinismo de se帽orito de clase alta, respondi贸. “Para comerlo”. Es probable que tampoco supiera nada m谩s que esta historia surrealista. La fiscal que reconoci贸 haber protegido al presidente de “una manada inescrupulosa que intent贸 da帽ar su imagen” en el proceso de investigaci贸n de varios de estos casos, poco despu茅s se sum贸 a la campa帽a electoral del partido del presidente.
El Financial Times de Londres calific贸 la serie de esc谩ndalos con el narcotr谩fico, el espionaje pol铆tico y la corrupci贸n como una amenaza a “la reputaci贸n del pa铆s como faro de estabilidad en Am茅rica Latina”. Lo mismo publicaron otros diarios europeos y estadounidenses. El Mundo de Espa帽a lo resumi贸: “El oasis de tranquilidad pol铆tica que suele ser Uruguay en el convulsionado Cono Sur ya no es tal”.
Fue el presidente m谩s caro de Am茅rica latina, con un salario de 25.000 d贸lares mensuales (el salario del presidente de Brasil es 6.300). El costo de la residencia presidencial que los presientes anteriores rechazaron ocupar, ascendi贸 a 400.000 d贸lares anuales, sin contar con viajes pagos por el Estado para su esposa, lo cual no corresponde por ley ya que en Uruguay no existe la figura de Primera Dama.
Pese a todo su historial de corrupci贸n (o al menos de ingenuidad), una encuestadora lo define como el presidente con mejor imagen en el continente para que la prensa conservadora lo venda como “el mejor presidente”. Tal vez la imagen era lo mejor que ten铆a y cuidada, como su costosa y obsesiva lucha contra la calvicie, sus horas de gimnasio, su gusto por las selfies, el surf y las Harley Davidson. Con frecuencia sali贸 a caminar por la principal avenida de Montevideo o almorz贸 en restaurantes populares, una vieja tradici贸n de los presidentes y que no habla bien de 茅l sino de sus adversarios y de la sociedad. Un antiguo capital pol铆tico uruguayo.
Ahora, esos medios que lograron que un gobierno plagado de corrupci贸n y fracasos apareciera como las Carmelitas Descalzas VIP har谩n lo mismo con cualquier gobierno que priorice a la clase trabajadora y lo vender谩 como corrupci贸n o como comunismo infiltrado. Cualquier intento de limitar el monopolio de las corporaciones privadas de la oligarqu铆a ser谩 empaquetado, etiquetado y vendido como dictadura.
El Pa铆s, el diario de la dictadura y de las elites criollas en Uruguay, no se diferencia en nada al resto de sus aliados de clase del continente desde hace m谩s de un siglo. Ellos son los 煤nicos que sobreviven a todas las crisis econ贸micas y a las crisis pol铆ticas. Los 煤nicos que reciben el apoyo de las grandes empresas, nacionales y transnacionales, de la CIA y de sus d贸ciles gobiernos criollos, sean de izquierda o de derecha. Ejemplos m谩s radicales y tr谩gicos hemos visto en el resto del continente. Los corruptos son siempre aquellos l铆deres que se atreven a limitar el control pol铆tico de las elites financieras de los pa铆ses.
¿Se entiende lo que quiero decir con atender el tradicional problema comunicacional de los gobiernos populares? Bastar铆a con garantizar la independencia cultural y period铆stica a trav茅s de la independencia econ贸mica de cualquier medio p煤blico o privado, para que esos medios se conviertan en el objetivo a bombardear.
Jorge Majfud