CARTA de Zeynab Jalalian desde la prisi贸n de Yazd
Mis manos huelen a flores y me echan la culpa de haberlas arrancado, pero nadie piensa que tal vez las haya plantado yo misma.
La opresi贸n ha dejado una herida profunda en mi coraz贸n, una herida que nunca desaparecer谩. Yo era un peque帽o diente de le贸n que llevaba un gran mensaje de libertad. El 26 de febrero de 2008, emprend铆 un viaje hacia la hermosa ciudad de Kermanshah, pero los agentes de la tiran铆a me secuestraron en el camino y me llevaron a un lugar extra帽o y desconocido.
Los oficiales vestidos de negro ten铆an costumbres extra帽as. En ese lugar terrible, a nadie se le permit铆a ver a otro. Me vendaron los ojos con un pa帽o negro y me preguntaron: “¿C贸mo te llamas?”.
Yo respond铆: “Mi nombre es Zeynab”.
Me golpearon y me preguntaron de nuevo: “¿C贸mo te llamas?”
Yo repet铆a: “Mi nombre es Zeynab”.
Me golpeaban y me torturaban, y luego me volv铆an a preguntar: “¿C贸mo te llamas?”
Una y otra vez me repet铆an la misma pregunta. No importaba si yo respond铆a o permanec铆a en silencio; la tortura continuaba. No pod铆a comprender sus mentes enfermas. En ese lugar oscuro no exist铆a ning煤n rayo de luz, pues los agentes de la tiran铆a tem铆an a la luz como a los murci茅lagos.
Despu茅s de unos meses, me trasladaron a la prisi贸n. Las guardias eran mujeres, pero su crueldad superaba incluso a la de aquellos hombres sin rostro. Esto me doli贸 profundamente.
Tras meses de dolorosa y agotadora espera e incertidumbre, un d铆a, por el altavoz de la prisi贸n, gritaron mi nombre con una voz llena de odio y malicia. Me esposaron de pies y manos y me arrastraron hasta un tribunal simulado. Durante tres minutos debat铆 con el juez sobre mi lengua materna. No me conoc铆a ni escuch贸 ni una palabra de lo que dije. Entonces, ¿en qu茅 se bas贸 para condenarme a muerte? No lo s茅.
M谩s tarde, me exiliaron a Teher谩n. Durante seis meses, soport茅 una presi贸n insoportable en las celdas de inteligencia, me obligaron a confesar, me obligaron a dar una entrevista. Despu茅s de a帽os, trajeron a mi madre a Teher谩n bajo amenazas. Los gritos de mi madre eran incomprensibles, indescriptibles. Soportar el dolor de la separaci贸n y la inminente sentencia de muerte de su hija era insoportable entonces, como lo sigue siendo ahora. El sufrimiento de mi madre super贸 su paciencia, pero nunca se dobleg贸 ante los opresores. Era la encarnaci贸n de un profundo dolor; mis palabras son incapaces de describirlo.
Despu茅s de seis meses, me devolvieron a Kermanshah. Solicit茅 en repetidas ocasiones el traslado a mi provincia natal, pero permanec铆 presa en Kermanshah durante siete a帽os. Luego me exiliaron a la prisi贸n de Khoy, donde pas茅 cuatro a帽os bajo un severo tormento psicol贸gico.
La noche en que hab铆an impuesto el silencio y la prisi贸n se hab铆a hundido en un silencio sepulcral, los agentes de la opresi贸n regresaron, me encadenaron y me exiliaron a la prisi贸n de Qarchak. Me colocaron en un pabell贸n temporal y pronto contraje COVID-19. No recib铆 atenci贸n m茅dica y mis pulmones sufrieron graves da帽os. Solicit茅 repetidamente un traslado, pero mis s煤plicas fueron ignoradas. Sin otra opci贸n, me puse en huelga de hambre.
Despu茅s de varios d铆as de espera, en plena noche, cuando las dem谩s presas dorm铆an y s贸lo el sonido de mi tos romp铆a el silencio, los agentes de la opresi贸n volvieron. Me esposaron de pies y manos, y me exiliaron a la fuerza a Kerman. No hubo ojos que leyeran mis s煤plicas, ning煤n o铆do que escuchara mis palabras, ning煤n coraz贸n que me ofreciera compasi贸n o simpat铆a. Despu茅s de meses de aislamiento, privada de llamadas telef贸nicas, visitas e incluso de una tarjeta de compras, en una triste y polvorienta noche en Kerman, los funcionarios de la prisi贸n, mediante el enga帽o y la fuerza, me exiliaron de nuevo a Kermanshah.
Y sin embargo, despu茅s de todos estos desplazamientos forzados, con el cuerpo cansado y enfermo, cerr茅 los ojos para descansar un momento, pero las voces de los guardianes del purgatorio me negaron la oportunidad de descansar. Me ataron las manos y los pies, me vendaron los ojos y me exiliaron a Yazd. Han pasado a帽os en esta oscuridad, soportando penurias y privaciones, sin llamadas telef贸nicas, sin visitas. Ya han pasado cuatro a帽os y cuatro meses que estoy encarcelada en Yazd.
En la oscuridad de esta prisi贸n, cierro los ojos. En mi imaginaci贸n ha quedado una imagen tenue de la vida m谩s all谩 de estos muros. A帽oro el c谩lido abrazo de mi madre, la mirada amorosa de mi padre, la risa de mi hermana e incluso el ce帽o fruncido de mi hermano. A帽oro a la gente c谩lida y hospitalaria del Kurdist谩n, las melod铆as de las canciones kurdas. Echo de menos el olor de la tierra, los tulipanes invertidos, los robles y las ardillas aliment谩ndose de sus bellotas. Echo de menos los manantiales de agua cristalina, los r铆os que fluyen, las monta帽as imponentes y las noches estrelladas.
Diecisiete a帽os han pasado con todo este sufrimiento y anhelo… ¡Diecisiete a帽os!
Al noble pueblo de Ir谩n,
Los gobernantes de este r茅gimen est谩n llevando a nuestra patria a la ruina. Est谩n matando a nuestros j贸venes, ejecut谩ndolos o encarcel谩ndolos. Han saqueado nuestros recursos naturales y nuestra riqueza. Han destruido la econom铆a del pa铆s. La pobreza y el hambre est谩n a la orden del d铆a.
¿Hasta cu谩ndo permanecer谩n en silencio ante estos destructores sin piedad?
¿Hasta cu谩ndo seguir谩n luchando contra la pobreza y el hambre?
¿Hasta cu谩ndo permanecer谩n impasibles observando en silencio la destrucci贸n de su pa铆s y del futuro de sus hijos?
¿Es esta vida de humillaci贸n realmente nuestro destino?
Querido pueblo de esta tierra,
Permanezcamos unidos y gritemos juntos:No al asesinato, no a las ejecuciones, no a las c谩rceles, no a la pobreza, no al hambre… y me echan la culpa de haberlas arrancado, pero nadie piensa que tal vez las haya plantado yo misma.
La opresi贸n ha dejado una herida profunda en mi coraz贸n, una herida que nunca desaparecer谩. Yo era un peque帽o diente de le贸n que llevaba un gran mensaje de libertad. El 26 de febrero de 2008, emprend铆 un viaje hacia la hermosa ciudad de Kermanshah, pero los agentes de la tiran铆a me secuestraron en el camino y me llevaron a un lugar extra帽o y desconocido.
Los oficiales vestidos de negro ten铆an costumbres extra帽as. En ese lugar terrible, a nadie se le permit铆a ver a otro. Me vendaron los ojos con un pa帽o negro y me preguntaron: “¿C贸mo te llamas?”.
Yo respond铆: “Mi nombre es Zeynab”.
Me golpearon y me preguntaron de nuevo: “¿C贸mo te llamas?”
Yo repet铆a: “Mi nombre es Zeynab”.
Me golpeaban y me torturaban, y luego me volv铆an a preguntar: “¿C贸mo te llamas?”
Una y otra vez me repet铆an la misma pregunta. No importaba si yo respond铆a o permanec铆a en silencio; la tortura continuaba. No pod铆a comprender sus mentes enfermas. En ese lugar oscuro no exist铆a ning煤n rayo de luz, pues los agentes de la tiran铆a tem铆an a la luz como a los murci茅lagos.
Despu茅s de unos meses, me trasladaron a la prisi贸n. Las guardias eran mujeres, pero su crueldad superaba incluso a la de aquellos hombres sin rostro. Esto me doli贸 profundamente.
Tras meses de dolorosa y agotadora espera e incertidumbre, un d铆a, por el altavoz de la prisi贸n, gritaron mi nombre con una voz llena de odio y malicia. Me esposaron de pies y manos y me arrastraron hasta un tribunal simulado. Durante tres minutos debat铆 con el juez sobre mi lengua materna. No me conoc铆a ni escuch贸 ni una palabra de lo que dije. Entonces, ¿en qu茅 se bas贸 para condenarme a muerte? No lo s茅.
M谩s tarde, me exiliaron a Teher谩n. Durante seis meses, soport茅 una presi贸n insoportable en las celdas de inteligencia, me obligaron a confesar, me obligaron a dar una entrevista. Despu茅s de a帽os, trajeron a mi madre a Teher谩n bajo amenazas. Los gritos de mi madre eran incomprensibles, indescriptibles. Soportar el dolor de la separaci贸n y la inminente sentencia de muerte de su hija era insoportable entonces, como lo sigue siendo ahora. El sufrimiento de mi madre super贸 su paciencia, pero nunca se dobleg贸 ante los opresores. Era la encarnaci贸n de un profundo dolor; mis palabras son incapaces de describirlo.
Despu茅s de seis meses, me devolvieron a Kermanshah. Solicit茅 en repetidas ocasiones el traslado a mi provincia natal, pero permanec铆 presa en Kermanshah durante siete a帽os. Luego me exiliaron a la prisi贸n de Khoy, donde pas茅 cuatro a帽os bajo un severo tormento psicol贸gico.
La noche en que hab铆an impuesto el silencio y la prisi贸n se hab铆a hundido en un silencio sepulcral, los agentes de la opresi贸n regresaron, me encadenaron y me exiliaron a la prisi贸n de Qarchak. Me colocaron en un pabell贸n temporal y pronto contraje COVID-19. No recib铆 atenci贸n m茅dica y mis pulmones sufrieron graves da帽os. Solicit茅 repetidamente un traslado, pero mis s煤plicas fueron ignoradas. Sin otra opci贸n, me puse en huelga de hambre.
Despu茅s de varios d铆as de espera, en plena noche, cuando las dem谩s presas dorm铆an y s贸lo el sonido de mi tos romp铆a el silencio, los agentes de la opresi贸n volvieron. Me esposaron de pies y manos, y me exiliaron a la fuerza a Kerman. No hubo ojos que leyeran mis s煤plicas, ning煤n o铆do que escuchara mis palabras, ning煤n coraz贸n que me ofreciera compasi贸n o simpat铆a. Despu茅s de meses de aislamiento, privada de llamadas telef贸nicas, visitas e incluso de una tarjeta de compras, en una triste y polvorienta noche en Kerman, los funcionarios de la prisi贸n, mediante el enga帽o y la fuerza, me exiliaron de nuevo a Kermanshah.
Y sin embargo, despu茅s de todos estos desplazamientos forzados, con el cuerpo cansado y enfermo, cerr茅 los ojos para descansar un momento, pero las voces de los guardianes del purgatorio me negaron la oportunidad de descansar. Me ataron las manos y los pies, me vendaron los ojos y me exiliaron a Yazd. Han pasado a帽os en esta oscuridad, soportando penurias y privaciones, sin llamadas telef贸nicas, sin visitas. Ya han pasado cuatro a帽os y cuatro meses que estoy encarcelada en Yazd.
En la oscuridad de esta prisi贸n, cierro los ojos. En mi imaginaci贸n ha quedado una imagen tenue de la vida m谩s all谩 de estos muros. A帽oro el c谩lido abrazo de mi madre, la mirada amorosa de mi padre, la risa de mi hermana e incluso el ce帽o fruncido de mi hermano. A帽oro a la gente c谩lida y hospitalaria del Kurdist谩n, las melod铆as de las canciones kurdas. Echo de menos el olor de la tierra, los tulipanes invertidos, los robles y las ardillas aliment谩ndose de sus bellotas. Echo de menos los manantiales de agua cristalina, los r铆os que fluyen, las monta帽as imponentes y las noches estrelladas.
Diecisiete a帽os han pasado con todo este sufrimiento y anhelo… ¡Diecisiete a帽os!
Al noble pueblo de Ir谩n,
Los gobernantes de este r茅gimen est谩n llevando a nuestra patria a la ruina. Est谩n matando a nuestros j贸venes, ejecut谩ndolos o encarcel谩ndolos. Han saqueado nuestros recursos naturales y nuestra riqueza. Han destruido la econom铆a del pa铆s. La pobreza y el hambre est谩n a la orden del d铆a.
¿Hasta cu谩ndo permanecer谩n en silencio ante estos destructores sin piedad?
¿Hasta cu谩ndo seguir谩n luchando contra la pobreza y el hambre?
¿Hasta cu谩ndo permanecer谩n impasibles observando en silencio la destrucci贸n de su pa铆s y del futuro de sus hijos?
¿Es esta vida de humillaci贸n realmente nuestro destino?
Querido pueblo de esta tierra,
Permanezcamos unidos y gritemos juntos:
No al asesinato, no a las ejecuciones, no a las c谩rceles, no a la pobreza, no al hambre…
Mis manos huelen a flores y me echan la culpa de haberlas arrancado, pero nadie piensa que tal vez las haya plantado yo misma.
La opresi贸n ha dejado una herida profunda en mi coraz贸n, una herida que nunca desaparecer谩. Yo era un peque帽o diente de le贸n que llevaba un gran mensaje de libertad. El 26 de febrero de 2008, emprend铆 un viaje hacia la hermosa ciudad de Kermanshah, pero los agentes de la tiran铆a me secuestraron en el camino y me llevaron a un lugar extra帽o y desconocido.
Los oficiales vestidos de negro ten铆an costumbres extra帽as. En ese lugar terrible, a nadie se le permit铆a ver a otro. Me vendaron los ojos con un pa帽o negro y me preguntaron: “¿C贸mo te llamas?”.
Yo respond铆: “Mi nombre es Zeynab”.
Me golpearon y me preguntaron de nuevo: “¿C贸mo te llamas?”
Yo repet铆a: “Mi nombre es Zeynab”.
Me golpeaban y me torturaban, y luego me volv铆an a preguntar: “¿C贸mo te llamas?”
Una y otra vez me repet铆an la misma pregunta. No importaba si yo respond铆a o permanec铆a en silencio; la tortura continuaba. No pod铆a comprender sus mentes enfermas. En ese lugar oscuro no exist铆a ning煤n rayo de luz, pues los agentes de la tiran铆a tem铆an a la luz como a los murci茅lagos.
Despu茅s de unos meses, me trasladaron a la prisi贸n. Las guardias eran mujeres, pero su crueldad superaba incluso a la de aquellos hombres sin rostro. Esto me doli贸 profundamente.
Tras meses de dolorosa y agotadora espera e incertidumbre, un d铆a, por el altavoz de la prisi贸n, gritaron mi nombre con una voz llena de odio y malicia. Me esposaron de pies y manos y me arrastraron hasta un tribunal simulado. Durante tres minutos debat铆 con el juez sobre mi lengua materna. No me conoc铆a ni escuch贸 ni una palabra de lo que dije. Entonces, ¿en qu茅 se bas贸 para condenarme a muerte? No lo s茅.
M谩s tarde, me exiliaron a Teher谩n. Durante seis meses, soport茅 una presi贸n insoportable en las celdas de inteligencia, me obligaron a confesar, me obligaron a dar una entrevista. Despu茅s de a帽os, trajeron a mi madre a Teher谩n bajo amenazas. Los gritos de mi madre eran incomprensibles, indescriptibles. Soportar el dolor de la separaci贸n y la inminente sentencia de muerte de su hija era insoportable entonces, como lo sigue siendo ahora. El sufrimiento de mi madre super贸 su paciencia, pero nunca se dobleg贸 ante los opresores. Era la encarnaci贸n de un profundo dolor; mis palabras son incapaces de describirlo.
Despu茅s de seis meses, me devolvieron a Kermanshah. Solicit茅 en repetidas ocasiones el traslado a mi provincia natal, pero permanec铆 presa en Kermanshah durante siete a帽os. Luego me exiliaron a la prisi贸n de Khoy, donde pas茅 cuatro a帽os bajo un severo tormento psicol贸gico.
La noche en que hab铆an impuesto el silencio y la prisi贸n se hab铆a hundido en un silencio sepulcral, los agentes de la opresi贸n regresaron, me encadenaron y me exiliaron a la prisi贸n de Qarchak. Me colocaron en un pabell贸n temporal y pronto contraje COVID-19. No recib铆 atenci贸n m茅dica y mis pulmones sufrieron graves da帽os. Solicit茅 repetidamente un traslado, pero mis s煤plicas fueron ignoradas. Sin otra opci贸n, me puse en huelga de hambre.
Despu茅s de varios d铆as de espera, en plena noche, cuando las dem谩s presas dorm铆an y s贸lo el sonido de mi tos romp铆a el silencio, los agentes de la opresi贸n volvieron. Me esposaron de pies y manos, y me exiliaron a la fuerza a Kerman. No hubo ojos que leyeran mis s煤plicas, ning煤n o铆do que escuchara mis palabras, ning煤n coraz贸n que me ofreciera compasi贸n o simpat铆a. Despu茅s de meses de aislamiento, privada de llamadas telef贸nicas, visitas e incluso de una tarjeta de compras, en una triste y polvorienta noche en Kerman, los funcionarios de la prisi贸n, mediante el enga帽o y la fuerza, me exiliaron de nuevo a Kermanshah.
Y sin embargo, despu茅s de todos estos desplazamientos forzados, con el cuerpo cansado y enfermo, cerr茅 los ojos para descansar un momento, pero las voces de los guardianes del purgatorio me negaron la oportunidad de descansar. Me ataron las manos y los pies, me vendaron los ojos y me exiliaron a Yazd. Han pasado a帽os en esta oscuridad, soportando penurias y privaciones, sin llamadas telef贸nicas, sin visitas. Ya han pasado cuatro a帽os y cuatro meses que estoy encarcelada en Yazd.
En la oscuridad de esta prisi贸n, cierro los ojos. En mi imaginaci贸n ha quedado una imagen tenue de la vida m谩s all谩 de estos muros. A帽oro el c谩lido abrazo de mi madre, la mirada amorosa de mi padre, la risa de mi hermana e incluso el ce帽o fruncido de mi hermano. A帽oro a la gente c谩lida y hospitalaria del Kurdist谩n, las melod铆as de las canciones kurdas. Echo de menos el olor de la tierra, los tulipanes invertidos, los robles y las ardillas aliment谩ndose de sus bellotas. Echo de menos los manantiales de agua cristalina, los r铆os que fluyen, las monta帽as imponentes y las noches estrelladas.
Diecisiete a帽os han pasado con todo este sufrimiento y anhelo… ¡Diecisiete a帽os!
Al noble pueblo de Ir谩n,
Los gobernantes de este r茅gimen est谩n llevando a nuestra patria a la ruina. Est谩n matando a nuestros j贸venes, ejecut谩ndolos o encarcel谩ndolos. Han saqueado nuestros recursos naturales y nuestra riqueza. Han destruido la econom铆a del pa铆s. La pobreza y el hambre est谩n a la orden del d铆a.
¿Hasta cu谩ndo permanecer谩n en silencio ante estos destructores sin piedad?
¿Hasta cu谩ndo seguir谩n luchando contra la pobreza y el hambre?
¿Hasta cu谩ndo permanecer谩n impasibles observando en silencio la destrucci贸n de su pa铆s y del futuro de sus hijos?
¿Es esta vida de humillaci贸n realmente nuestro destino?
Querido pueblo de esta tierra,
Permanezcamos unidos y gritemos juntos:No al asesinato, no a las ejecuciones, no a las c谩rceles, no a la pobreza, no al hambre… y me echan la culpa de haberlas arrancado, pero nadie piensa que tal vez las haya plantado yo misma.
La opresi贸n ha dejado una herida profunda en mi coraz贸n, una herida que nunca desaparecer谩. Yo era un peque帽o diente de le贸n que llevaba un gran mensaje de libertad. El 26 de febrero de 2008, emprend铆 un viaje hacia la hermosa ciudad de Kermanshah, pero los agentes de la tiran铆a me secuestraron en el camino y me llevaron a un lugar extra帽o y desconocido.
Los oficiales vestidos de negro ten铆an costumbres extra帽as. En ese lugar terrible, a nadie se le permit铆a ver a otro. Me vendaron los ojos con un pa帽o negro y me preguntaron: “¿C贸mo te llamas?”.
Yo respond铆: “Mi nombre es Zeynab”.
Me golpearon y me preguntaron de nuevo: “¿C贸mo te llamas?”
Yo repet铆a: “Mi nombre es Zeynab”.
Me golpeaban y me torturaban, y luego me volv铆an a preguntar: “¿C贸mo te llamas?”
Una y otra vez me repet铆an la misma pregunta. No importaba si yo respond铆a o permanec铆a en silencio; la tortura continuaba. No pod铆a comprender sus mentes enfermas. En ese lugar oscuro no exist铆a ning煤n rayo de luz, pues los agentes de la tiran铆a tem铆an a la luz como a los murci茅lagos.
Despu茅s de unos meses, me trasladaron a la prisi贸n. Las guardias eran mujeres, pero su crueldad superaba incluso a la de aquellos hombres sin rostro. Esto me doli贸 profundamente.
Tras meses de dolorosa y agotadora espera e incertidumbre, un d铆a, por el altavoz de la prisi贸n, gritaron mi nombre con una voz llena de odio y malicia. Me esposaron de pies y manos y me arrastraron hasta un tribunal simulado. Durante tres minutos debat铆 con el juez sobre mi lengua materna. No me conoc铆a ni escuch贸 ni una palabra de lo que dije. Entonces, ¿en qu茅 se bas贸 para condenarme a muerte? No lo s茅.
M谩s tarde, me exiliaron a Teher谩n. Durante seis meses, soport茅 una presi贸n insoportable en las celdas de inteligencia, me obligaron a confesar, me obligaron a dar una entrevista. Despu茅s de a帽os, trajeron a mi madre a Teher谩n bajo amenazas. Los gritos de mi madre eran incomprensibles, indescriptibles. Soportar el dolor de la separaci贸n y la inminente sentencia de muerte de su hija era insoportable entonces, como lo sigue siendo ahora. El sufrimiento de mi madre super贸 su paciencia, pero nunca se dobleg贸 ante los opresores. Era la encarnaci贸n de un profundo dolor; mis palabras son incapaces de describirlo.
Despu茅s de seis meses, me devolvieron a Kermanshah. Solicit茅 en repetidas ocasiones el traslado a mi provincia natal, pero permanec铆 presa en Kermanshah durante siete a帽os. Luego me exiliaron a la prisi贸n de Khoy, donde pas茅 cuatro a帽os bajo un severo tormento psicol贸gico.
La noche en que hab铆an impuesto el silencio y la prisi贸n se hab铆a hundido en un silencio sepulcral, los agentes de la opresi贸n regresaron, me encadenaron y me exiliaron a la prisi贸n de Qarchak. Me colocaron en un pabell贸n temporal y pronto contraje COVID-19. No recib铆 atenci贸n m茅dica y mis pulmones sufrieron graves da帽os. Solicit茅 repetidamente un traslado, pero mis s煤plicas fueron ignoradas. Sin otra opci贸n, me puse en huelga de hambre.
Despu茅s de varios d铆as de espera, en plena noche, cuando las dem谩s presas dorm铆an y s贸lo el sonido de mi tos romp铆a el silencio, los agentes de la opresi贸n volvieron. Me esposaron de pies y manos, y me exiliaron a la fuerza a Kerman. No hubo ojos que leyeran mis s煤plicas, ning煤n o铆do que escuchara mis palabras, ning煤n coraz贸n que me ofreciera compasi贸n o simpat铆a. Despu茅s de meses de aislamiento, privada de llamadas telef贸nicas, visitas e incluso de una tarjeta de compras, en una triste y polvorienta noche en Kerman, los funcionarios de la prisi贸n, mediante el enga帽o y la fuerza, me exiliaron de nuevo a Kermanshah.
Y sin embargo, despu茅s de todos estos desplazamientos forzados, con el cuerpo cansado y enfermo, cerr茅 los ojos para descansar un momento, pero las voces de los guardianes del purgatorio me negaron la oportunidad de descansar. Me ataron las manos y los pies, me vendaron los ojos y me exiliaron a Yazd. Han pasado a帽os en esta oscuridad, soportando penurias y privaciones, sin llamadas telef贸nicas, sin visitas. Ya han pasado cuatro a帽os y cuatro meses que estoy encarcelada en Yazd.
En la oscuridad de esta prisi贸n, cierro los ojos. En mi imaginaci贸n ha quedado una imagen tenue de la vida m谩s all谩 de estos muros. A帽oro el c谩lido abrazo de mi madre, la mirada amorosa de mi padre, la risa de mi hermana e incluso el ce帽o fruncido de mi hermano. A帽oro a la gente c谩lida y hospitalaria del Kurdist谩n, las melod铆as de las canciones kurdas. Echo de menos el olor de la tierra, los tulipanes invertidos, los robles y las ardillas aliment谩ndose de sus bellotas. Echo de menos los manantiales de agua cristalina, los r铆os que fluyen, las monta帽as imponentes y las noches estrelladas.
Diecisiete a帽os han pasado con todo este sufrimiento y anhelo… ¡Diecisiete a帽os!
Al noble pueblo de Ir谩n,
Los gobernantes de este r茅gimen est谩n llevando a nuestra patria a la ruina. Est谩n matando a nuestros j贸venes, ejecut谩ndolos o encarcel谩ndolos. Han saqueado nuestros recursos naturales y nuestra riqueza. Han destruido la econom铆a del pa铆s. La pobreza y el hambre est谩n a la orden del d铆a.
¿Hasta cu谩ndo permanecer谩n en silencio ante estos destructores sin piedad?
¿Hasta cu谩ndo seguir谩n luchando contra la pobreza y el hambre?
¿Hasta cu谩ndo permanecer谩n impasibles observando en silencio la destrucci贸n de su pa铆s y del futuro de sus hijos?
¿Es esta vida de humillaci贸n realmente nuestro destino?
Querido pueblo de esta tierra,
Permanezcamos unidos y gritemos juntos:
No al asesinato, no a las ejecuciones, no a las c谩rceles, no a la pobreza, no al hambre…