Al reproducir el video de arriba quizá se reconozca en algunos de los testimonios que sufren dolor crónico. Porque aproximadamente uno de cada cuatro adultos en España lo padece. El corazón late unas 100.000 veces al día. En el cerebro hay aproximadamente 86.000 millones de neuronas. Es decir, en ciencia casi todo es medible. Sin embargo, ¿puede medirse el dolor? Javier de Andrés Ares, anestesiólogo y jefe de sección de anestesia en la Unidad del Dolor del Hospital de La Paz, nos explica varias claves. Según datos de la fundación Grünenthal en España, el 26% de los adultos, unos 9 millones de personas, lo padecen. Afecta más a las mujeres que a los hombres y suele durar alrededor de seis años. La edad media de los afectados ronda los 50 años, con una intensidad de dolor moderada a alta. El 22% de quienes padecen dolor crónico también sufren depresión. Más allá del impacto en la calidad de vida, el dolor tiene un coste laboral y económico significativo. En España, representa un 2,5% del PIB debido a bajas laborales y gasto sanitario. Pero más allá de las cifras, ¿cómo se mide la pérdida de bienestar? ¿Qué precio supone el no disfrutar de la vida como una persona sana? La Fundación Grünenthal presentó recientemente el informe “El impacto del dolor crónico en el bienestar social” junto con la consultora KREAB. Entre las conclusiones señaló que una persona con dolor crónico intenso estaría experimentando una pérdida de bienestar equivalente a un valor anual medio “per cápita” de 47.900 euros al año. Es una forma de acercar al gran público una medida tangible de lo que supone el dolor crónico ya que muchas veces ha estado rodeado de incomprensión por parte del entorno del paciente.
Atlas