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Adolf Eichmann: la banalidad del Mal en Argentina

Por Mariano Oropeza 

Una oscura calle de tierra de San Fernando, en el norte de la provincia de Buenos Aires. Sin iluminaci贸n, ni los m铆nimos servicios, viv铆an all铆 vecinos humildes,  desperdigados en casuchas. Nada era diferente esa noche de mi茅rcoles salvo un par de autos estacionados, uno sobre la ruta 202, frente un escu谩lido kiosco, y otro en la esquina de misma ruta y Garibaldi. Hab铆an pasado dos colectivos 203 dejando atr谩s una estela de polvo, nom谩s. Los hombres de los autos empezaban a impacientarse porque esperaban ansiosos a un obrero de la calle Garibaldi, Ricardo Klement. Este discreto se帽or con aires teutones trabajaba a 30 kil贸metros de su hogar,  y viajaba cuatro horas por d铆a, en diferentes transportes, para llegar a la planta de Mercedes Benz en Gonz谩lez Cat谩n. Al fin baja Klement encorvado y arrastrando los pies, y detr谩s se apresura a descender otro pasajero gris,  con una gorra que tapa la cara. 20.20. Noche cerrada en Bancalari.  Seguido por el pasajero misterioso, Klement pasa al lado de un Dogde, que apenas divisa con su linterna,  y aparece un hombre alto delante “Momentito, se帽or”, se escucha en pobre castellano de la voz del agente de inteligencia del Mossad israel铆, Eli Yural. La Operaci贸n Garibaldi estaba en marcha. R谩pidamente se abalanzan varios agentes casi sin resistencia del hombre de ra铆do gab谩n, lo encapuchan, y lo suben en uno de los autos con destino desconocido. Doce d铆as despu茅s llegar铆a a Israel. Quienes describen esa noche afirman que Klement lanz贸 un grito gutural de animal encerrado.  El electricista Ricardo Klement era Adolf Eichmann, encargado de Asuntos Jud铆os de Hitler, la mente siniestra que ejecut贸 la matanza conocida como “Soluci贸n Final”, y asesin贸 seis millones de personas durante la barbarie nazi.    



Aquella captura de uno de los hombres m谩s siniestros de la historia, aunque poco conocido por los cazadores de nazis hasta el secuestro en Argentina, ya que se trataba de un bur贸crata, tuvo un largo preparativo que se inici贸 hacia 1958 cuando el fiscal criminal alem谩n Fritz Bauer convenci贸 a las autoridades jud铆as que Eichmann estaba viviendo discretamente en el conurbano bonaerense. Y este abogado alem谩n, con fuertes contactos con el c茅lebre perseguidor de nazis Sim贸n Wiesenthal e Isser Harel, el n煤mero uno del Mossad, la inteligencia exterior israel铆, lleg贸 al dato por las innumerables denuncias de un sobreviviente del campo de concentraci贸n de Duchau que juraba, y perjuraba, que Ricardo Klement era Adolf Eichmann. Ese h茅roe, que queda muchas veces en segundo plano en la historia oficial del caso, se llamaba Lothar Hermann   “Va a la Embajada de Israel y a la DAIA. Pero lo desoyen. En el ‘57 le escribe a Fritz Bauer (fiscal alem谩n que contribuy贸 a realizar el proceso contra los asesinos de Auschwitz) y tampoco pas贸 nada”, dec铆a su sobrina Liliana Hermann a www.clar铆n.com, y agrega la familiar de este abogado socialista que escap贸 con su familia de Europa en 1938,  “En el ‘59, llega a una solicitada del Centro de Documentaci贸n de Haifa que dice que se dar谩 recompensa por todo dato certero sobre Eichmann. Empieza a escribir cartas sin parar. Se cansaba de decirles: ‘Se帽ores, Eichmann est谩 ac谩, ¿no piensan venir a buscarlo?’. Hasta que pas贸 lo que pas贸”, remata Liliana, que Coronel Su谩rez tiene un espacio destinado a la memoria de Lothar, que at贸 cabos luego de que su hija Sylvia le presentar谩 en 1954  a un joven pretendiente, admirador del III Reich, que entre pel铆culas del cine York de Olivos, admiti贸 su nombre y apellido: Nicol谩s Eichmann. Y fue la ruina final de su padre. Pero la historia del secuaz del SS Himmler no terminaba para Lothar, ciego desde los castigos de Dauchau,  quien a mediados de los cincuenta, en una barriada con sobrevivientes jud铆os en La Lucila,  ten铆a a diez cuadras de vecino a Eichmann,  y a tres, a Joseph Mengele, el siniestro m茅dico de aberrantes experimentos con los cautivos en Auschwitz. En los mismos d铆as que el verdugo de oficina nazi era secuestrado en 1960, fue tambi茅n capturado Hermann en un confuso operativo confundido con Mengele, otro criminal de las SS que pas贸 por la Argentina y Bolivia, estuvo en Paraguay, y falleci贸 impune en Brasil en 1979. 

En el completo “Eichmann en la Argentina” (Editorial Edhasa) del escritor 脕lvaro Ab贸s, en donde se basan muchas de las investigaciones como las recientes “Operaci贸n Final” de Netflix o el documental “El vecino alem谩n” de Rosario Cervio y Mart铆n Liji, se detallan los preparativos de la arriesgada misi贸n secreta que se iniciaron casi dos a帽os antes en Tel Aviv,  entre Harel, Ben Guri贸n, primer ministro, y Golda Meir, futura primer ministra.  Fue una operaci贸n compleja, in茅dita adem谩s porque ser铆a la primera vez que se juzgar铆a a un nazi en Medio Oriente,  y que poco sab铆an debido al previsible esc谩ndalo internacional que ocasionar铆a: Israel no solamente peleaba con sus vecinos 谩rabes sino que necesitaba del cr茅dito internacional, especialmente de los millones de Alemania que se pagaban en t茅rminos de reparaci贸n por el genocidio –el primer ministro alem谩n Konrad Adenauer fue uno de los pocos que supieron el plan que se concretar铆a en el lejano Bancalari.  Harel dispuso al sagaz Zvi Aharoni como jefe del terreno en Argentina, y m谩s de veinte agentes ingresaron con documentaci贸n fraguada, con el apoyo de m谩s de sesenta personas, entre ellos una agencia de detective nacional, y un m茅dico D., que permanece en el anonimato para preservar su honor profesional. Este m茅dico mantuvo en buenas condiciones de salud a Eichmann en una quinta de San Miguel, hasta que el 21 de mayo el criminal parti贸 en un avi贸n Britania,  camuflado entre las delegaciones por el 150 aniversario de la Revoluci贸n de Mayo. Iniciada oficialmente el 1 de abril de 1960, la Operaci贸n Garibald铆 concluir铆a exitosamente el 23 de mayo cuando Guri贸n anunciaba a un azorado mundo que Eichmann estaba en una c谩rcel de Jaffa, en Israel. Esa ma帽ana muchos argentinos se desayunaron que el organizador de los trenes hacia los hornos de millones era el buen vecino alem谩n.      


D铆as argentinos para Adolf

Adolf Eichmann, “el arquitecto del Holocausto”; Josef Mengele, “el 脕ngel de la Muerte”; Eric Priebke, “el Verdugo de las Fosas Ardeatinas”; Eduard Roschmann, “el Carnicero de Riga”; y Ante Pavelic, “el Hitler croata”, entre otros, llegaron al pa铆s despu茅s del fin de la Segunda Guerra Mundial, en parte,  amparados por el gobierno argentino que buscaba participar de la fuga de cerebros que estaba proveyendo a los laboratorios norteamericanos y rusos. La red de apoyo a la hu铆da masiva de los nazis, criminales y cient铆ficos sin distinciones, ten铆a conexiones incluso en la mismo Vaticano, y en Sudam茅rica, contaba con las simpat铆as de los c铆rculos militares y nacionalistas de derecha. Eichmann, organizador de la infame conferencia de Wannsse en Berl铆n, que decide la exterminaci贸n final de los jud铆os en 1942, sobrevive cinco largos a帽os bajo la identidad de Otto Eckmann en el norte de Alemania, burlando repetidamente a las autoridades norteamericanas. Reci茅n en 1950 accede a la denominada “ruta de las ratas” debido a que su nombre empieza a sonar seguido en los procesados de la segunda l铆nea hitlerista, en continuidad a los juicios de Nuremberg, y que el flamante Estado de Israel erige como pol铆tica la caza de nazis. Esta situaci贸n nueva hace que con un documento de la Cruz Roja, a nombre de Riccardo Klement,  embarque en un buque desde G茅nova, en compa帽铆a del capit谩n de la SS  Herbert Kuhlmann (Pedro Geller para nosotros), y arriba a Buenos Aires un 15 de julio. Vive algunos meses en Barracas y, dos a帽os despu茅s, se re煤ne con su esposa Vera y sus hijos –Nicol谩s- Klaus, Horst y Dieter. Ya trabajaba para la compa帽铆a CAPRI, una empresa de Carlos Fuldner (un argentino nazi, que combati贸 en el frente ruso, mimado del General铆simo Franco, y  clave en la di谩spora del nazismo a toda Am茅rica Latina), que contrataba a varios alemanes y austr铆acos de dudoso pasado, y es destinado a San Miguel de Tucum谩n,  realizando relevamientos hidrogr谩ficos. Sin embargo en 1953, a帽o de nacimiento de su hijo argentino Ricardo, la situaci贸n de los Eichmann se complica por el cierre de la compa帽铆a y sobreviven en una modesta casa de La Lucila, en la calle Chacabuco 4261, que alquilan a un jud铆o, Federico Schmid.  Fracasa sucesivamente en la venta de jugos, cr铆a de conejos y un lavadero, y se gana de la vida modestamente de mec谩nico de la zona norte porte帽a, y capataz de plantaciones de hortalizas; una realidad penosa en Argentina de uno de los pocos cercanos al c铆rculo duro de Hitler, y que inspirar铆a la novela de Ariel Magnus, nieto de sobrevivientes del Holocausto, “El desafortunado” (Editorial Seix Barral) Las persistentes denuncias de  Hermann movilizan a los servicios secretos israel铆es finalmente en 1958 aunque los esp铆as dudan que Klement sea Eichmann, por las paup茅rrima condiciones de vida del alem谩n.  Hasta que compran un desapacible lote en la calle Garibaldi, en el l铆mite  de San Fernando y Bancalari, y su esposa firma papeles con el “Se帽ora de Liebl de Eichmann” Nuevamente se activan las alarmas de los colaboradores de Wiesenthal, que descubren en febrero de 1960 entre quienes participan en las necrol贸gicas del funeral Adolf Eichmann (padre) en Linz, Austria,  un mensaje de un tal Adolf desde Buenos Aires.  Eso fue el principio del fin para Eichmann, que ser铆a juzgado entre el 11 de abril y el 14 de agosto de 1961 por cr铆menes de guerra y cr铆menes contra la humanidad en Jerusal茅n, y sentenciado a la horca el 15 de diciembre; en un proceso c茅lebre que origin贸 uno de los ensayos fundantes a la hora de juzgar responsabilidades de los cr铆menes de lesa humanidad de todas las 茅pocas, “La banalidad del mal” de Hannah Arendt.  Entre la noche del 31 de mayo al 1 de junio de 1962 se hizo efectiva la condena,  y sus restos incinerados,  por lo que hubo que improvisar un horno para Eichmann debido a que la religi贸n jud铆a proh铆be la cremaci贸n, se arrojaron al Mediterr谩neo.

“Una tarde de 1957, Mengele y Eichmann se re煤nen en el Adam, cervecer铆a que estaba en el 煤ltimo tramo de Maip煤”, narra Ab贸s de los encuentros entre ambos jerarcas nazis en Buenos Aires, que se hab铆an iniciado en 1951, y que eran m谩s frecuentes en el ABC de Lavalle y Reconquista, “Muy cerca de all铆, en Maip煤 994, vivi贸 durante cuarenta a帽os Jorge Luis Borges…El Adam le quedaba mejor a Eichmann para encontrarse con Mengele, ya que adem谩s de rememorar la cervecer铆as b谩varas que tanto recuerdan el uno y el otro, estaba cerca de la estaci贸n Retiro, donde Eichmann tomaba el tren para volver a la casa de la calle Chacabuco”, en su triste existencia de hombre suburbano, y  que difer铆a del desahogado  pasar de Mengele, que viv铆a en una zona residencial de Florida hasta que se escap贸 al Paraguay, quiz谩, despu茅s del 煤ltimo caf茅 entre ambos en el 脫pera de Callao y Corrientes, habitual bar en 1959 de conspiradores pol铆ticos de cualquier laya. Sobre ambos asesinos ya hab铆a ca铆do la espada de la Justicia Internacional.  

¿Argentina e Israel enfrentadas?

Mucha agua corri贸 bajo el puente desde que los argentinos reci茅n el 27 de mayo de 1960, por medio del ministro Di贸genes Taborda,  enviaron a la Embajada de Israel una protesta formal por el secuestro de Eichmann. En ese sentido  quedar谩 para la posteridad el relato certero de los hechos, que ha sido posible en parte por entrevistas en este milenio, y la reciente desclasificaci贸n de papeles del juicio de Eichmann. A la distancia parece que los tironeos entre la presidencia de Frondizi, debilitada en el frente interno por los reclamos militares y una econom铆a tambaleante, y el primer ministro Guri贸n,  fueron m谩s que nada una formalidad para mantener las relaciones. Frondizi hab铆a sido orador en el Congreso Argentino contra el Racismo y el Antisemitismo en 1938, y compart铆a cabalmente las argumentaciones de su par sobre el nazismo y sus ejecutores,  en una carta reservada, “nunca hemos conocido horror semejante”  Sin embargo a nivel local no solamente se juzgaba severamente la intromisi贸n de un Estado sobre otro, que llev贸 a la canciller铆a argentina a equiparar con los m茅todos del nacionalsocialismo,  en una nota diplom谩tica del 8 de junio, sino que la prensa mundial  favorec铆a a nuestro pa铆s en el reclamo ante las Naciones Unidas, “ning煤n acto inmoral o ilegal justifica otro de igual naturaleza, porque la norma jur铆dica  debe proteger al m谩s depravado de los criminales si es que ha de afirmarse como un baluarte contra la inmolaci贸n del inocente”, cerraba un editorial del influyente diario New York Times.  Argentina peticionaba en el papel que se devolviera al reo Eichmann/Klement para que se haga el reclamo internacional usual de la extradici贸n –con el antecedente de rechazo de este tipo de solicitudes desde la presidencia de Per贸n hasta el Procurador de la Naci贸n en 1959.

Mientras en las Naciones Unidas la posici贸n argentina era defendida por Mario Amadeo, alguien que entend铆a muy bien lo que era trabajar de abogado del diablo, en 1955 hab铆a acompa帽ado como canciller del golpista presidente Lonardi a Juan Per贸n hacia el hidroavi贸n que le depositar铆a en Paraguay, en Buenos Aires se sucedieron atentados contra la comunidad jud铆a, muchos impulsados por los violentos ultraderechistas del Grupo Tacuara –que ten铆a como miembro a uno de los hijos de Eichmann, Horst. Alberto Ezcurra, uno de sus l铆deres, descendiente del golpista Uriburu, y que se calificaba directamente como nazi, realiz贸 una conferencia de prensa, con el pantalla de la polic铆a, “-Tacuara- habr铆a de defender los valores cat贸licos en contra del imperialismo marxista jud铆o-liberal-mas贸nico y capitalista. Nosotros no somos antisemitas por razones raciales, pero somos enemigos del juda铆smo. En la Argentina, los jud铆os son sirvientes del imperialismo israel铆 (que viol贸) nuestra soberan铆a nacional cuando secuestraron a Adolf Eichmann. En esa lucha, tenemos mucho en com煤n con Nasser”, cierra en referencia al nacionalista egipcio.

Tacuara, cuyas facciones se ir铆an infiltrando en el peronismo de la resistencia, y fueron la seguridad de una de las visitas de Isabel Per贸n, unos d铆as despu茅s del ajusticiamiento de Eichmann en 1962 quedaron en medio de las sospechas, en la caso del secuestro y tortura de Graciela Narcisa Sirota, una judeoargentina  estudiante de medicina del barrio de Mataderos “Por culpa de ustedes mataron a (Adolf) Eichmann”, la acusan, al tiempo que dibujan un esv谩stica en su pecho, y la queman con cigarrillos –como har铆an los torturadores militares de la 煤ltima dictadura con los detenidos-desaparecidos, especialmente de ascendencia jud铆a. Hubo una masiva huelga de la colectividad por este hecho que qued贸 impune.  Ya para ese entonces la familia de Eichmann hab铆a desaparecido en la neblina de la Historia, y salvo Ricardo, un egipt贸logo en Alemania que dio algunas notas en 1995, “pregunten ahora todo lo que quieran, porque hablar茅 ahora y no lo har茅 m谩s”, dijo, del resto de la familia directa poco, y nada, se sabe. Algo m谩s de los lazos argentinos. Carmen Beatriz Bret铆n Lindemann vive en Carup谩, Misiones, y fue la segunda pareja de Horst, y en 2015 acept贸 que se la reconozca como la “nuera de Eichmann”, a la par que negaba el Holocausto.  Tuvo una ef铆mera notoriedad cuando intenta presentarse como candidata del Frente Renovador de Sergio Massa.

“Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los pa铆ses con los que m谩s me identifico y nunca los olvidar茅. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy listo” fueron las 煤ltimas palabras de Adolf Eichmann en el cadalso.  En sus 煤ltimos momentos se mezclaban el norte de Tirol y el monte tucumano,  Berl铆n y Buenos Aires. Y se apagaba la vida del obrero ejemplar de Orbis, del vecino amable de La Lucila, del Arquitecto del Horror.   


Fuentes:  Ab贸s, A. Eichmann en Argentina. Buenos Aires: Edhasa. 2007; Go帽i, U. La aut茅ntica Odessa. Buenos Aires. Paid贸s. 2002; Gambini, H. Frondizi. Estadista acorralado. Buenos Aires: Vergara. 2006


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