La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) desea recuperar su memoria histórica y honrar a sus socias y socios que fueron represaliados por motivos políticos durante la II República española, la posterior Guerra Civil y su más inmediata posguerra. En 2021 emprendió una investigación que ahora ha cristalizado en un libro y una exposición, Ángeles y demonios, que se podrá visitar del 11 de marzo al 22 de abril en la sede madrileña de SGAE (Palacio de Longoria. C/Fernando VI, 4), de 16.00 a 21.00 horas. La entrada es libre.
La muestra, que ha sido comisariada por María Luz González Peña, directora del Centro de Documentación y Archivo (Cedoa) y coautora del libro Ángeles y demonios. II República, Guerra Civil y posguerra en la SGAE, y Maribel Sausor, responsable del Departamento de Actividades Complementarias de SGAE, reúne más de doscientas piezas relacionadas con autoras y autores perseguidos por sus ideas y sus obras, como los hermanos Joaquín y Serafín Álvarez Quintero, Carlos Arniches, Miguel de Molina, Federico García Lorca, María Lejárraga, Adela Anaya, Pedro Muñoz Seca o, en su faceta de dramaturgo, Manuel Azaña, presidente de la República de 1936 a 1939. Los objetos proceden de colecciones particulares y del Cedoa, así como de las distintas instituciones colaboradoras: Fundación Mingote, Archivo Manuel de Falla, Museo Nacional del Teatro, Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero, Fundación Miguel de Molina, Fundación Mediterráneo, Centro Federico García Lorca, Ayuntamiento de Ajofrín, Fundación Pablo Iglesias y Teatro de la Zarzuela.
Saldar una deuda pendiente
La exposición Ángeles y demonios ha escogido como imagen una viñeta, publicada en 1986 en el diario ABC, en la que el dibujante catalán Antonio Mingote retrata a Lorca y Muñoz Seca, y en la que se dice: “Todavía nos llaman rojo maricón a uno y fascista astracanesco al otro. Pero lo hacen sin rencor, sólo para justificarse por habernos asesinado”.
Fueron dos de los dramaturgos más prestigiosos de su tiempo, pertenecieron a SGAE y, además, ambos fueron fusilados al inicio de la Guerra Civil, aunque cada uno a manos de un bando distinto. El paralelismo es funesto, pero fue el desencadenante de este trabajo de investigación emprendido hace cuatro años por iniciativa del presidente de SGAE, Antonio Onetti. Como los casos de Lorca y Muñoz Seca, sin embargo, hubo muchos otros. “Mujeres y hombres dedicados al teatro, la música, la zarzuela y el cine que sufrieron en sus carnes la cárcel, el asesinato, el exilio y otras formas de persecución. La mayoría, además, totalmente desconocidos en la actualidad, tras ser borrados de la historia. Merecen que su memoria sea recuperada, contada y honrada”, apunta Onetti.
A partir de aquel momento, arrancaron las pesquisas. Primero, en los propios registros de SGAE y, después, en otros archivos nacionales e, incluso, en documentos e informaciones aportadas por familiares de los afectados, que han dado origen al volumen Ángeles y demonios. II República, Guerra Civil y posguerra en la SGAE. Durante el trayecto analizado, que abarca de 1932 a 1945, se suceden ejecuciones, depuraciones o exilios. Historias que conviene recuperar, como las del anarquista Melchor Rodríguez (alias El ángel rojo) o la del fundador del Sindicato de Autores, Joaquín Dicenta Alonso, quienes arriesgaron sus vidas para salvar las de muchos otros.
“Somos conscientes de que faltan muchos nombres porque no se ha encontrado información sobre todos en los archivos, pero, al menos, hemos intentado saber qué ocurrió con aquellas socias y socios de SGAE, de uno u otro bando, represaliados y, de algún modo, saldar una cuenta pendiente que la entidad tenía con ellos”, dice González Peña, quien ha conducido la investigación junto a los expertos en memoria histórica Fernando Jiménez Herrera (doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid) y Juan A. Ríos Carratalá (catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alicante).
Exilio, penas y redención
Este recorrido por la memoria de SGAE permitirá a los asistentes a la exposición conocer no sólo documentos de archivo referidos a la persecución y depuración de muchos de los miembros de la entidad, sino también fotografías, piezas de vestuario u objetos personales. La muestra incluye, además, diversas obras plásticas de artistas como Mariano Benlliure, Emilio Sala, Eduardo Vicente o Antonio Mingote. “No queríamos que todo fuera triste y oscuro. También nos interesaba ofrecer algo de luz, homenajear a todos esos creadores a través de piezas personales y mostrar así el lado más humano de sus propias vidas: la ropa o calzado que llevaban, objetos cotidianos o retratos de época, utensilios y muestras de su trabajo, etc.”, explica Maribel Sausor.
La selección comprende, por ejemplo, dos vestidos que la protagonista de la zarzuela Katiuska, primera incursión de Pablo Sorozábal en el género chico, lució en los estrenos de la obra en el Teatro Victoria de Barcelona (1931) y en el Teatro Rialto de Madrid (1932). También se podrán ver varias camisas y botines utilizados por el cantante y actor malagueño Miguel de Molina en sus espectáculos, el baúl de viaje del dramaturgo y empresario teatral madrileño Gregorio Martínez Sierra, personalizado con sus iniciales y etiquetas de sus trayectos a Nueva York o Francia, o la Orden de la República con la que fue condecorado el maestro granadino Francisco Alonso, autor de la revista musical Las Leandras y quien llegó a presidir SGAE de 1947 a 1948.
Especialmente relevantes son las piezas exhibidas de autoras y autores que se vieron obligados al exilio. Entre otras, el folleto promocional del barco Neptunia en el que el 2 de octubre de 1939 el compositor gaditano Manuel de Falla zarpó camino de Buenos Aires, junto a su hermana María del Carmen o la carta que ésta dirigió a su hermano Germán, su cuñada María Luisa y su sobrina Maribel para narrarles los detalles del viaje. También el diario de a bordo de la tercera expedición de republicanos españoles que se trasladaron de Burdeos a Veracruz, entre el 13 y el 27 de julio de 1939, en el buque Mexique, y del que se llegaron a editar una decena de números.
Otra publicación de la que se exhiben distintos ejemplares es La Traca, revista satírica valenciana que, desde su nacimiento en 1884, sufrió suspensiones y censura. En 1938, tras la entrada de las tropas franquistas en Valencia, la publicación fue clausurada y tanto su director, Vicente Miguel Carceller, como el dibujante Carlos Gómez (quien firmaba como Bluff) fueron detenidos, torturados y, finalmente, fusilados en junio de 1940.
SGAE, republicana y franquista
El libro Ángeles y demonios. II República, Guerra Civil y posguerra en la SGAE ofrece también un repaso al devenir de la entidad durante aquellos años convulsos de la historia de España. Así, aunque la Sociedad de Autores Españoles (SAE) se fundó en 1899, en 1932 fue cuando quedó constituida bajo el nombre de Sociedad General de Autores de España (SGAE), a modo de federación de las diversas sociedades que hasta entonces habían sido secciones en la SAE. Al iniciarse la Guerra Civil, la institución fue colectivizada por la Unión General de Trabajadores (UGT) en Madrid y por la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en Barcelona. Los sublevados, por su parte, articularon su propia SGAE en A Coruña.
Al finalizar la contienda, SGAE se reunificó tras ser incautada por la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Se instauró, entonces, una Comisión Depuradora de los Socios y Administrados de SGAE, de cuyas resoluciones dependían de que las creadoras y creadores pudieran seguir o no trabajando, percibiendo sus derechos de autor o, incluso, ostentar cargos en la entidad. “Estamos moralmente obligados a reparar y honrar a todos esos autores y autoras que sufrieron represalias injustas durante el franquismo”, concluye Onetti.
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