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El reino de Judea contra el estado de Israel


OPINI脫N

Alastair Crooke

Una lectura geopol铆tica de la incipiente guerra civil de Israel





Israel est谩 profundamente fracturado. El cisma se ha vuelto amargo y acalorado, ya que ambas partes se ven a s铆 mismas en una guerra existencial por el futuro de Israel.

El lenguaje utilizado se ha vuelto tan venenoso (en particular en los canales reservados en hebreo) que los llamamientos a un golpe de Estado y a la guerra civil est谩n lejos de ser infrecuentes.

Israel se acerca al precipicio y las diferencias aparentemente irreconciliables pueden estallar pronto en disturbios civiles: como escribe Uri Misgav esta semana, la «primavera israel铆» est谩 en camino.

El punto aqu铆 es que el estilo utilitario y decididamente transaccional del presidente Trump puede funcionar de manera efectiva en el hemisferio occidental secular, pero con Israel (o Ir谩n) Trump podr铆a encontrar poca o ninguna tracci贸n entre aquellos con una weltanschauung (visi贸n del mundo) alternativa que expresa un concepto fundamentalmente diferente de moralidad, filosof铆a y epistemolog铆a, en contraste con el paradigma cl谩sico occidental de disuasi贸n basado en «zanahorias y palos» materiales.

De hecho, el mero intento de imponer la disuasi贸n —y amenazar con “desatar el infierno” si no se siguen sus 贸rdenes— puede producir lo contrario de lo que busca: es decir, puede desencadenar nuevos conflictos y guerras.

Una pluralidad airada en Israel (liderada por ahora por Netanyahu) ha tomado las riendas del poder tras una larga marcha a trav茅s de las instituciones de la sociedad israel铆, y ahora tiene la mirada puesta en desmantelar el «Estado profundo» dentro de Israel. Del mismo modo, hay un furioso rechazo a esta supuesta toma de poder.

Lo que exacerba esta fractura social son dos cosas: en primer lugar, es etnocultural; y, en segundo lugar, es ideol贸gica. El tercer componente es el m谩s explosivo: la escatolog铆a.

En las 煤ltimas elecciones nacionales en Israel, la “clase baja” rompi贸 finalmente el techo de cristal para ganar las elecciones y tomar posesi贸n del cargo.

Los mizrahi (jud铆os de Oriente Medio y el norte de 脕frica) han sido tratados durante mucho tiempo como el orden m谩s pobre y bajo de la sociedad.

Los asquenaz铆es (jud铆os europeos, en gran medida liberales y laicos) forman gran parte de la clase profesional urbana (y hasta hace poco) de la clase alta. Estas son las 茅lites a las que la coalici贸n del Movimiento Nacional Religioso y de los Colonos desplaz贸 en las 煤ltimas elecciones.

Esta fase actual de una larga lucha por el poder tal vez pueda situarse en 2015. Como ha registrado Gadi Taub,


Fue entonces cuando los jueces del Tribunal Supremo de Israel retiraron la soberan铆a misma —es decir, el poder de decisi贸n final sobre todo el 谩mbito del derecho y la pol铆tica— de los poderes electos del gobierno y se la transfirieron a s铆 mismos. Un poder no electo del gobierno ostenta oficialmente el poder, contra el cual no hay controles ni contrapesos por parte de ninguna fuerza contraria.

En la 贸ptica de la derecha, el poder de revisi贸n judicial que se autoasign贸 dio al Tribunal el poder, escribe Taub,


prescribir las reglas del juego pol铆tico, y no solo sus resultados concretos. La aplicaci贸n de la ley se convirti贸 entonces en el enorme brazo investigador de la prensa. Como sucedi贸 con el enga帽o del ‘Russiagate’, la polic铆a y el fiscal del Estado de Israel no estaban tanto recopilando pruebas para un juicio penal como produciendo suciedad pol铆tica para filtrar a la prensa.

El “Estado profundo” en Israel es un punto de discordia que consume a Netanyahu y a su gabinete: en un discurso en la Knesset este mes, por ejemplo, Netanyahu arremeti贸 contra los medios de comunicaci贸n, acusando a los medios de comunicaci贸n de “cooperar plenamente con el Estado profundo” y de crear “esc谩ndalos”. “La cooperaci贸n entre la burocracia del Estado profundo y los medios de comunicaci贸n no funcion贸 en Estados Unidos, y no funcionar谩 aqu铆”, dijo.

Para que quede claro, en el momento de las 煤ltimas elecciones generales, el Tribunal Supremo estaba compuesto por 15 jueces, todos ellos asquenaz铆es, salvo uno que era de origen jud铆o-谩rabe.

Sin embargo, ser铆a un error ver la guerra de los bloques rivales como una disputa arcana sobre la usurpaci贸n del poder ejecutivo, y una “separaci贸n de poderes del Estado” perdida.

La lucha tiene sus ra铆ces, m谩s bien, en una profunda disputa ideol贸gica sobre el futuro y el car谩cter del Estado de Israel. ¿Ser谩 un Estado mesi谩nico, hal谩jico, obediente a la Revelaci贸n? O, en esencia, ¿habr谩 un “Estado” democr谩tico, liberal y en gran medida secular? Israel se est谩 destrozando a s铆 mismo en la espada de este debate.

El componente cultural es que los mizrajim (definidos de manera imprecisa) y la derecha consideran que la esfera liberal europea apenas es verdaderamente jud铆a. De ah铆 su determinaci贸n de que la Tierra de Israel debe estar totalmente inmersa en el juda铆smo.

Los acontecimientos del 7 de octubre cristalizaron absolutamente esta lucha ideol贸gica, que es el segundo factor clave que refleja en gran medida la escisi贸n general.

La visi贸n cl谩sica de seguridad de Israel (que data de la 茅poca de Ben-Guri贸n) se configur贸 para dar respuesta al persistente dilema israel铆:

Israel no puede imponer el fin del conflicto a sus enemigos, pero al mismo tiempo no puede mantener un gran ej茅rcito a largo plazo.

Por lo tanto, Israel, desde este punto de vista, ten铆a que contar con un ej茅rcito de reserva que necesitaba una advertencia de seguridad adecuada antes de que se produjera una guerra.

Por lo tanto, la alerta de inteligencia anticipada de una guerra inminente era un requisito primordial. Y esa presunci贸n clave se vino abajo el 7 de octubre.

La conmoci贸n y la sensaci贸n de colapso que surgieron a partir del 7 de octubre llevaron a muchos a pensar que el ataque de Ham谩s hab铆a roto irrevocablemente el concepto israel铆 de seguridad: la pol铆tica de disuasi贸n hab铆a fracasado y la prueba de ello era que Ham谩s no se hab铆a disuadido.

Pero aqu铆 nos acercamos al quid de la guerra interna israel铆: lo que se destruy贸 el 7 de octubre no fue solo el antiguo paradigma de seguridad del Partido Laborista y las antiguas 茅lites de seguridad. Eso s铆 lo hizo; pero lo que surgi贸 de sus cenizas fue una cosmovisi贸n alternativa que expresaba un concepto fundamentalmente diferente en filosof铆a y epistemolog铆a al paradigma cl谩sico de la disuasi贸n:


Nac铆 en Israel; crec铆 en Israel… Serv铆 en las FDI, dice Alon Mizrahi;

Estuve expuesto a ello. Me adoctrinaron de esta manera y durante muchos a帽os de mi vida lo cre铆. Esto representa un grave problema jud铆o: no es solo [una cuesti贸n de una forma de] sionismo… ¿C贸mo puedes ense帽ar a tus hijos, y esto es casi universal, que todo el que no es jud铆o quiere matarte? Cuando te sumerges en esta paranoia, te das permiso para hacer cualquier cosa a cualquiera… No es una buena forma de crear una sociedad. Es muy peligroso.

Vea aqu铆 en el Times of Israel un relato de una presentaci贸n en una escuela secundaria (despu茅s del 7 de octubre) sobre la moralidad de aniquilar a Amalek: un estudiante plantea la pregunta: ¿Por qu茅 condenamos a Ham谩s por asesinar a hombres, mujeres y ni帽os inocentes, si se nos ordena aniquilar a Amalek?”


¿C贸mo podemos tener normalidad ma帽ana”, pregunta Alon Mizrahi, «si esto es lo que somos hoy?

La derecha religiosa nacional est谩 liderando la carga para un cambio radical en el concepto israel铆 de seguridad; ya no creen en el paradigma cl谩sico de disuasi贸n de Ben Gurion, especialmente a ra铆z del 7 de octubre. La derecha tampoco cree en llegar a ning煤n acuerdo con los palestinos, y no quiere en absoluto un estado binacional.

En el concepto de Bezalel Smotrich, la teor铆a de seguridad de Israel debe incluir en adelante una guerra continua contra los palestinos, hasta que sean expulsados o eliminados.

El antiguo establishment (liberal) est谩 indignado, como uno de sus miembros, David Agmon (ex general de brigada de las FDI y ex jefe de gabinete de Netanyahu), expres贸 esta semana:


¡Te acuso, Bezalel Smotrich, de destruir el sionismo religioso! Nos est谩 llevando a un estado de Halaj谩 y sionismo haredi, no de sionismo religioso… Por no mencionar el hecho de que se uni贸 al terrorista Ben Gvir, que desv铆a a los infractores de la ley, a los paletos, para que sigan infringiendo la ley, que ataca al gobierno, al sistema judicial y a la polic铆a bajo su responsabilidad. Netanyahu no es la soluci贸n. Netanyahu es el problema, es la cabeza de la serpiente. La protesta debe actuar contra Netanyahu y su coalici贸n. La protesta debe exigir el derrocamiento del gobierno malicioso.

Netanyahu es en cierto sentido laico; pero en otro, abraza la misi贸n b铆blica del Gran Israel, con todos sus enemigos aniquilados. Es, (si se quiere poner una etiqueta) un neojabotinskyista (su padre fue secretario privado de Jabotinsky) y, en la pr谩ctica, existe en una relaci贸n de dependencia mutua con figuras como Ben Gvir y Smotrich.

“¿Qu茅 quieren estas personas?”, se pregunta Max Blumenthal; “¿Cu谩l es su objetivo final?”

“Es el apocalipsis”, advierte Blumenthal, cuyo libro Goliath traza el ascenso de la derecha escatol贸gica de Israel:


Tienen una escatolog铆a basada en la ideolog铆a del Tercer Templo, en la que la Mezquita de Al-Aqsa ser谩 destruida y reemplazada por un Tercer Templo y se practicar谩 el ritual jud铆o tradicional.

Y para lograrlo, necesitan una “gran guerra”.

Smotrich siempre ha sido franco al respecto: el proyecto de expulsar definitivamente a todos los 谩rabes de la ‘Tierra de Israel’ requerir谩 una emergencia, una “gran guerra”, ha dicho.

La gran pregunta es:

¿entienden Trump y su equipo algo de esto? Porque tiene profundas implicaciones para la metodolog铆a de Trump de hacer tratos transaccionales.

Las “zanahorias y palos” y la racionalidad secular tendr谩n poco peso entre aquellos cuya epistemolog铆a es bastante diferente; aquellos que toman la Revelaci贸n literalmente como ‘verdad’, y que creen que exige obediencia completa.

Trump dice que quiere poner fin a los conflictos en Oriente Medio y lograr una ‘paz’ regional.

Sin embargo, su enfoque secular y transaccional de la pol铆tica es totalmente inadecuado para resolver el conflicto escatol贸gico. Su estilo valiente de amenazar con que “se desatar谩 el infierno” si no se sale con la suya no funcionar谩, cuando una u otra parte realmente quiere el Armaged贸n.

¿“Desatarse el infierno”?

“Adelante”, podr铆a ser la respuesta que reciba Trump.

Traducci贸n: Observatorio de trabajadores en lucha

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