Madrid, (EFE)-. Reutilizar orina humana podría producir fertilizantes sostenibles para la agricultura urbana con destacables beneficios ambientales, según apunta un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB), que examina el impacto ambiental de la recuperación de nitrógeno, a partir de las aguas amarillas de los edificios.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que la demanda mundial de nitrógeno para su uso como fertilizante crece anualmente un 1%, lo que se traduce en 1074 millones de toneladas cada año, una cifra que manifiesta la necesidad de reducir la dependencia de fuentes no renovables ante el aumento de la demandada global de fertilizantes para la agricultra.
Este nuevo estudio que lidera el grupo Sostenipra, del ICTA-UAB, en colaboración con el grupo GENOCOV, del Departamento de Ingeniería Química, Biológica y Ambiental de la UAB y que muestra la recuperación de nutrientes de la orina humana como una solución para transformar la agricultura urbana, cuenta con un artículo publicado en la revista científica Resources, Conservation and Recycling que expone el uso de la orina como forma de aprovechamiento de recursos locales así como forma para minimizar el uso de recursos externos, que contribuyen a la sostenibilidad del proceso agrícola.
¿Por qué la orina?
La orina humana o también denominada “agua amarilla” es una fuente rica en nutrientes, especialmente en nitrógeno que, a su vez, es esencial en la producción agrícola. Además, permite reducir la emisiones de gases de efecto invernadero, así como las emisiones que contaminan el agua de los ríos y acuíferos.
¿Cómo hacerlo posible?
El proceso ha sido puesto a prueba por los investigadores en el propio edificio bioclimático del ICTA-UAB, donde se encuentra una planta piloto que permite recuperar nitrógeno y cuenta con un invernadero integrado en la cubierta, donde se testea el impacto del nitrógeno recuperado en un cultivo de tomateras.
En una planta subterránea comienza el proceso, es ahí donde se almacena la orina, que proviene de los urinarios masculinos que no utilizan agua, y se dirige hacia un reactor especializado en el que la orina se mezcla con una base para regular su acidez, mientras unos microorganismos transforman la urea de la orina en nitrato, una forma de nitrógeno que las plantas pueden absorber con mayor facilidad.
El nitrato producido en el reactor más tarde se utiliza para regar los cultivos hidropónicos de tomates en el invernadero, que se encuentra en la azotea del edificio. Según el estudio, con un metro cúbico de agua amarilla tratada se obtienen 7,5 kilos de nitrógeno, que permitirían cultivar 2,4 toneladas de tomates al aire libre.
Los resultados que muestra el estudio, a pesar de encontrarse en una fase de escala en laboratorio, reflejan que el impacto ambiental y económico se reduciría si la recuperación de orina se llevará a cabo a mayor escala, al conectar todos los urinales del edificio al reactor recuperador de nitrógeno.
En este momento se están desarrollando diferentes trabajos experimentales como el análisis del contenido de compuestos farmacológico, que consumimos las personas para observar cómo estos podrían aparecer en los tejidos de los cultivos. EFE