Enrico Tomaselli
Cada vez hablamos m谩s del Estado profundo, y yo mismo utilizo a menudo esta expresi贸n. Generalmente se utiliza para designar una caracter铆stica t铆pica del sistema de poder estadounidense, pero –aunque en realidad es aqu铆 m谩s que en ning煤n otro lugar donde podemos hablar razonablemente de ello– en realidad no se trata de una realidad limitada a los Estados; hace poco escrib铆 un texto en el que, por ejemplo, habl茅 de un Estado profundo europeo.
Por extra帽o que parezca, el t茅rmino tiene su origen en Turqu铆a: fue el ex primer ministro de izquierda Mustafa B眉lent Ecevit quien acu帽贸 la expresi贸n (en turco, derin devlet), en referencia a la red de poder secular-militar que se form贸 alrededor de Kemal Ataturk y luego sobrevivi贸 a su muerte.
La definici贸n actual de lo que es el Estado profundo, sin embargo, no es un铆voca. Seg煤n Wikipedia, “a nivel pol铆tico, se entiende como el conjunto de aquellos organismos, legales o no, que gracias a sus poderes econ贸micos o militares o estrat茅gicos influyen en la agenda de objetivos p煤blicos, de forma secreta y al margen de las estrategias pol铆ticas de los Estados del mundo, lejos de los ojos de la opini贸n p煤blica. Tambi茅n llamado 'Estado dentro del Estado', est谩 formado por lobbies y redes de poder ocultas, secretas, encubiertas, capaces de actuar incluso contra instituciones p煤blicas conocidas”.
En mi opini贸n, sin embargo, esta definici贸n corre el riesgo de ser enga帽osa, sobre todo en referencia a la situaci贸n por excelencia, es decir, Estados Unidos. La imagen resultante, de hecho, se parece mucho a la conocida imagen de los servicios desviados (con referencia a los numerosos episodios en los que los servicios secretos italianos han actuado fuera y en contra de lo que era la l铆nea pol铆tica oficial del Estado). Una imagen que tiende a separar y contrastar –precisamente– el Estado profundo y el Estado oficial. Este tipo de interpretaci贸n, sin embargo, tiene dos defectos importantes: el primero, el m谩s obvio, es precisamente el de hacer una distinci贸n entre estos dos niveles, present谩ndolos como separados e incluso posiblemente en conflicto; el segundo es el de presentar al Estado profundo como un Estado y como algo oculto. Ambas cosas no son ciertas.
Empecemos diciendo que todos los elementos que componen el Estado profundo -y veremos cu谩les son- tienen visibilidad p煤blica; quiz谩 no aparezcan en todos los programas de noticias de televisi贸n, pero son personas y organizaciones conocidas, que expresan p煤blicamente sus ideas y orientaciones. Obviamente, por decirlo as铆, el p煤blico en general no lee informes de cientos de p谩ginas elaborados en centros de investigaci贸n, pero aun as铆 son f谩cilmente accesibles. Y, lo m谩s importante, no estamos ante un Estado dentro de un Estado. La representaci贸n como Estado implica que estamos en presencia de un organismo, que tiene su propia estructura muy precisa, y sobre todo una l铆nea de mando precisa. Lo cual no es el caso.
Esbocemos, pues, un retrato de lo que es en realidad el Estado profundo -siempre refiri茅ndonos al estadounidense-.
La imagen m谩s cercana que podemos tomar de internet, podr铆amos de hecho describirla como una red, es decir, una red formada por nodos conectados entre s铆 de diversas maneras, y que est谩n unidos por el hecho de tener alguna forma de poder. En este sentido, tambi茅n podr铆amos hablar de una comunidad. Obviamente dentro de la red –aunque hablemos de una estructura reticular, horizontal– hay nodos que tienen un mayor peso y otros que tienen uno menor, pero a煤n as铆 pueden influirse entre s铆, y no necesariamente de manera vertical, de arriba hacia abajo.
Para entender la naturaleza y la composici贸n del estado profundo, sin embargo, es necesario dar un paso atr谩s.
Para una gran potencia imperial, que obtiene la mayor parte de su riqueza (y por tanto de su poder) no de su propia capacidad productiva, sino de su capacidad depredadora respecto de los dem谩s, el mantenimiento del imperio, de su hegemon铆a, es fundamentalmente una cuesti贸n de estrategias a largo plazo. Cuando la estructura formal del Estado imperial tiene una forma democr谩tica, y por tanto est谩 sujeta a la rotaci贸n de las clases dominantes, se hace necesario disponer de un marco capaz de garantizar la continuidad, independientemente de los cambios electorales. En resumen, se necesita un conjunto de elementos, no sujetos al sistema de despojo, ni a la validaci贸n electoral. Este conjunto es, en cierto sentido, el n煤cleo del Estado profundo, en torno al cual se aglutinan otras fuerzas, a menudo mucho m谩s poderosas. Es en este humus donde se elaboran las estrategias a medio y largo plazo, y aqu铆 es donde se vuelven a discutir, y aqu铆 es donde –en 煤ltima instancia– no s贸lo se trazan las l铆neas de acci贸n imperiales, sino que tambi茅n se identifican las clases dominantes a las que se debe confiar la tarea de vez en cuando.
Todo esto, en lo que respecta a Estados Unidos, en un contexto en el que la participaci贸n democr谩tica es bastante relativa, donde la opini贸n p煤blica es m谩s f谩cilmente manipulable que en otros lugares y donde, por tanto, el poder olig谩rquico es muy fuerte, aunque ceda voluntariamente el escenario a otros.
Cuando hablamos de Estado profundo, por tanto, nos referimos a una serie de organismos y/o individuos que, por diferentes razones, tienen poder efectivo, pero no necesariamente la misma visi贸n de cu谩les son las mejores estrategias, o las mejores clases dirigentes. En definitiva, no se trata de un monolito. Por el contrario, la din谩mica interna de la red suele ser cambiante e incluso vivaz, y los resultados finales son siempre producto de las relaciones de poder que se determinan, y que llegan a un punto de equilibrio entre diferentes intereses y pulsiones ideol贸gicas.
Podemos pues, para empezar, tener en cuenta la red de funcionarios p煤blicos que garantizan la continuidad de la m谩quina del Estado federal, y que pueden facilitar o dificultar la acci贸n del gobierno. Siguiendo en el 谩mbito p煤blico, podemos a帽adir la estructura del Pent谩gono, y la gran comunidad de agencias de seguridad. Organismos todos en los que la rotaci贸n del sistema de desmantelamiento se produce habitualmente s贸lo en los puestos superiores, mientras que el grueso de la m谩quina permanece inalterado.
A continuaci贸n, encontramos todo el mundo del infoentretenimiento, desde los medios tradicionales hasta Hollywood, pasando por las grandes redes sociales, etc., todos ellos elementos fundamentales para el control de la opini贸n p煤blica. El mundo acad茅mico, especialmente el de la Ivy League (Brown University, Columbia University, Cornell University, Dartmouth College, Harvard University, University of Pennsylvania, Princeton University, Yale University), y el mundo cient铆fico y los centros de investigaci贸n. Y luego, obviamente, el mundo econ贸mico, tanto industrial como financiero. En una posici贸n aparentemente secundaria, hay una red de think tanks, financiados por los distintos interesados, que se ocupan del an谩lisis y el desarrollo estrat茅gico, influyendo a su vez en las decisiones de los nodos m谩s importantes. Todo esto, huelga decirlo, esboza de manera muy resumida la composici贸n del estado profundo.
El conjunto de estos sujetos, cada uno portador de sus intereses espec铆ficos, est谩 unido –como se dijo- por el hecho de tener alguna forma de poder, por no estar sujetos a una rotaci贸n frecuente como las clases pol铆ticas dominantes y –en cierto sentido- por tener un inter茅s com煤n en defender y fortalecer ese poder imperial en el que prosperan.
Como se puede entender f谩cilmente, la extensi贸n y la relevancia pol铆tica del Estado profundo es mayor cuanto mayor y m谩s importante sea la dimensi贸n en la que opera (como lo sugiere el hecho de que la expresi贸n naci贸 en Turqu铆a). Por el contrario, cuanto menor sea la dimensi贸n en la que opera, y sobre todo cuanto menos relevante sea, m谩s reducida ser谩 la importancia del Estado profundo (cuyos elementos, como es evidente, est谩n presentes en toda sociedad estatal), hasta el punto de estar completamente ausente. Por ejemplo, aunque en Italia existen poderes de facto, diferentes de los constitucionales, estos nunca se han coagulado en una forma similar a la examinada hasta ahora.
En conclusi贸n, y volviendo a uno de los puntos iniciales, el hecho de que la expresi贸n deep state sea enga帽osa en muchos sentidos plantea ciertamente un problema, ya que su uso corre el riesgo de generar malentendidos –el m谩s cl谩sico de los cuales es imaginar dos estados, uno oculto y otro p煤blico, en el que el primero opera al margen de la ley y en contra del segundo. Como hemos visto –para quienes obviamente comparten esta lectura del fen贸meno– en realidad lo que llamamos deep state no s贸lo no es un estado en s铆 mismo (y mucho menos oculto), sino que en realidad est谩 parcialmente compuesto por piezas del estado oficial. Piezas que, conviene dejar claro, no son infieles al estado p煤blico (en cierto modo, incluso se podr铆a decir que lo son m谩s, en comparaci贸n con la clase pol铆tica que se alterna). Simplificando al extremo, se podr铆a decir que –desde su punto de vista– los elementos que componen el deep state piensan y act煤an seg煤n una visi贸n que, en t茅rminos temporales, trasciende la de las clases pol铆ticas dirigentes pro tempore.
A la luz de estas consideraciones, he llegado a la conclusi贸n de que, para evitar en la medida de lo posible los malentendidos mencionados, de ahora en adelante –y a mi muy peque帽a manera– utilizar茅 m谩s bien la expresi贸n poder profundo, esperando no generar a mi vez confusi贸n.
Cada vez hablamos m谩s del Estado profundo, y yo mismo utilizo a menudo esta expresi贸n. Generalmente se utiliza para designar una caracter铆stica t铆pica del sistema de poder estadounidense, pero –aunque en realidad es aqu铆 m谩s que en ning煤n otro lugar donde podemos hablar razonablemente de ello– en realidad no se trata de una realidad limitada a los Estados; hace poco escrib铆 un texto en el que, por ejemplo, habl茅 de un Estado profundo europeo.
Por extra帽o que parezca, el t茅rmino tiene su origen en Turqu铆a: fue el ex primer ministro de izquierda Mustafa B眉lent Ecevit quien acu帽贸 la expresi贸n (en turco, derin devlet), en referencia a la red de poder secular-militar que se form贸 alrededor de Kemal Ataturk y luego sobrevivi贸 a su muerte.
La definici贸n actual de lo que es el Estado profundo, sin embargo, no es un铆voca. Seg煤n Wikipedia, “a nivel pol铆tico, se entiende como el conjunto de aquellos organismos, legales o no, que gracias a sus poderes econ贸micos o militares o estrat茅gicos influyen en la agenda de objetivos p煤blicos, de forma secreta y al margen de las estrategias pol铆ticas de los Estados del mundo, lejos de los ojos de la opini贸n p煤blica. Tambi茅n llamado 'Estado dentro del Estado', est谩 formado por lobbies y redes de poder ocultas, secretas, encubiertas, capaces de actuar incluso contra instituciones p煤blicas conocidas”.
En mi opini贸n, sin embargo, esta definici贸n corre el riesgo de ser enga帽osa, sobre todo en referencia a la situaci贸n por excelencia, es decir, Estados Unidos. La imagen resultante, de hecho, se parece mucho a la conocida imagen de los servicios desviados (con referencia a los numerosos episodios en los que los servicios secretos italianos han actuado fuera y en contra de lo que era la l铆nea pol铆tica oficial del Estado). Una imagen que tiende a separar y contrastar –precisamente– el Estado profundo y el Estado oficial. Este tipo de interpretaci贸n, sin embargo, tiene dos defectos importantes: el primero, el m谩s obvio, es precisamente el de hacer una distinci贸n entre estos dos niveles, present谩ndolos como separados e incluso posiblemente en conflicto; el segundo es el de presentar al Estado profundo como un Estado y como algo oculto. Ambas cosas no son ciertas.
Empecemos diciendo que todos los elementos que componen el Estado profundo -y veremos cu谩les son- tienen visibilidad p煤blica; quiz谩 no aparezcan en todos los programas de noticias de televisi贸n, pero son personas y organizaciones conocidas, que expresan p煤blicamente sus ideas y orientaciones. Obviamente, por decirlo as铆, el p煤blico en general no lee informes de cientos de p谩ginas elaborados en centros de investigaci贸n, pero aun as铆 son f谩cilmente accesibles. Y, lo m谩s importante, no estamos ante un Estado dentro de un Estado. La representaci贸n como Estado implica que estamos en presencia de un organismo, que tiene su propia estructura muy precisa, y sobre todo una l铆nea de mando precisa. Lo cual no es el caso.
Esbocemos, pues, un retrato de lo que es en realidad el Estado profundo -siempre refiri茅ndonos al estadounidense-.
La imagen m谩s cercana que podemos tomar de internet, podr铆amos de hecho describirla como una red, es decir, una red formada por nodos conectados entre s铆 de diversas maneras, y que est谩n unidos por el hecho de tener alguna forma de poder. En este sentido, tambi茅n podr铆amos hablar de una comunidad. Obviamente dentro de la red –aunque hablemos de una estructura reticular, horizontal– hay nodos que tienen un mayor peso y otros que tienen uno menor, pero a煤n as铆 pueden influirse entre s铆, y no necesariamente de manera vertical, de arriba hacia abajo.
Para entender la naturaleza y la composici贸n del estado profundo, sin embargo, es necesario dar un paso atr谩s.
Para una gran potencia imperial, que obtiene la mayor parte de su riqueza (y por tanto de su poder) no de su propia capacidad productiva, sino de su capacidad depredadora respecto de los dem谩s, el mantenimiento del imperio, de su hegemon铆a, es fundamentalmente una cuesti贸n de estrategias a largo plazo. Cuando la estructura formal del Estado imperial tiene una forma democr谩tica, y por tanto est谩 sujeta a la rotaci贸n de las clases dominantes, se hace necesario disponer de un marco capaz de garantizar la continuidad, independientemente de los cambios electorales. En resumen, se necesita un conjunto de elementos, no sujetos al sistema de despojo, ni a la validaci贸n electoral. Este conjunto es, en cierto sentido, el n煤cleo del Estado profundo, en torno al cual se aglutinan otras fuerzas, a menudo mucho m谩s poderosas. Es en este humus donde se elaboran las estrategias a medio y largo plazo, y aqu铆 es donde se vuelven a discutir, y aqu铆 es donde –en 煤ltima instancia– no s贸lo se trazan las l铆neas de acci贸n imperiales, sino que tambi茅n se identifican las clases dominantes a las que se debe confiar la tarea de vez en cuando.
Todo esto, en lo que respecta a Estados Unidos, en un contexto en el que la participaci贸n democr谩tica es bastante relativa, donde la opini贸n p煤blica es m谩s f谩cilmente manipulable que en otros lugares y donde, por tanto, el poder olig谩rquico es muy fuerte, aunque ceda voluntariamente el escenario a otros.
Cuando hablamos de Estado profundo, por tanto, nos referimos a una serie de organismos y/o individuos que, por diferentes razones, tienen poder efectivo, pero no necesariamente la misma visi贸n de cu谩les son las mejores estrategias, o las mejores clases dirigentes. En definitiva, no se trata de un monolito. Por el contrario, la din谩mica interna de la red suele ser cambiante e incluso vivaz, y los resultados finales son siempre producto de las relaciones de poder que se determinan, y que llegan a un punto de equilibrio entre diferentes intereses y pulsiones ideol贸gicas.
Podemos pues, para empezar, tener en cuenta la red de funcionarios p煤blicos que garantizan la continuidad de la m谩quina del Estado federal, y que pueden facilitar o dificultar la acci贸n del gobierno. Siguiendo en el 谩mbito p煤blico, podemos a帽adir la estructura del Pent谩gono, y la gran comunidad de agencias de seguridad. Organismos todos en los que la rotaci贸n del sistema de desmantelamiento se produce habitualmente s贸lo en los puestos superiores, mientras que el grueso de la m谩quina permanece inalterado.
A continuaci贸n, encontramos todo el mundo del infoentretenimiento, desde los medios tradicionales hasta Hollywood, pasando por las grandes redes sociales, etc., todos ellos elementos fundamentales para el control de la opini贸n p煤blica. El mundo acad茅mico, especialmente el de la Ivy League (Brown University, Columbia University, Cornell University, Dartmouth College, Harvard University, University of Pennsylvania, Princeton University, Yale University), y el mundo cient铆fico y los centros de investigaci贸n. Y luego, obviamente, el mundo econ贸mico, tanto industrial como financiero. En una posici贸n aparentemente secundaria, hay una red de think tanks, financiados por los distintos interesados, que se ocupan del an谩lisis y el desarrollo estrat茅gico, influyendo a su vez en las decisiones de los nodos m谩s importantes. Todo esto, huelga decirlo, esboza de manera muy resumida la composici贸n del estado profundo.
El conjunto de estos sujetos, cada uno portador de sus intereses espec铆ficos, est谩 unido –como se dijo- por el hecho de tener alguna forma de poder, por no estar sujetos a una rotaci贸n frecuente como las clases pol铆ticas dominantes y –en cierto sentido- por tener un inter茅s com煤n en defender y fortalecer ese poder imperial en el que prosperan.
Como se puede entender f谩cilmente, la extensi贸n y la relevancia pol铆tica del Estado profundo es mayor cuanto mayor y m谩s importante sea la dimensi贸n en la que opera (como lo sugiere el hecho de que la expresi贸n naci贸 en Turqu铆a). Por el contrario, cuanto menor sea la dimensi贸n en la que opera, y sobre todo cuanto menos relevante sea, m谩s reducida ser谩 la importancia del Estado profundo (cuyos elementos, como es evidente, est谩n presentes en toda sociedad estatal), hasta el punto de estar completamente ausente. Por ejemplo, aunque en Italia existen poderes de facto, diferentes de los constitucionales, estos nunca se han coagulado en una forma similar a la examinada hasta ahora.
En conclusi贸n, y volviendo a uno de los puntos iniciales, el hecho de que la expresi贸n deep state sea enga帽osa en muchos sentidos plantea ciertamente un problema, ya que su uso corre el riesgo de generar malentendidos –el m谩s cl谩sico de los cuales es imaginar dos estados, uno oculto y otro p煤blico, en el que el primero opera al margen de la ley y en contra del segundo. Como hemos visto –para quienes obviamente comparten esta lectura del fen贸meno– en realidad lo que llamamos deep state no s贸lo no es un estado en s铆 mismo (y mucho menos oculto), sino que en realidad est谩 parcialmente compuesto por piezas del estado oficial. Piezas que, conviene dejar claro, no son infieles al estado p煤blico (en cierto modo, incluso se podr铆a decir que lo son m谩s, en comparaci贸n con la clase pol铆tica que se alterna). Simplificando al extremo, se podr铆a decir que –desde su punto de vista– los elementos que componen el deep state piensan y act煤an seg煤n una visi贸n que, en t茅rminos temporales, trasciende la de las clases pol铆ticas dirigentes pro tempore.
A la luz de estas consideraciones, he llegado a la conclusi贸n de que, para evitar en la medida de lo posible los malentendidos mencionados, de ahora en adelante –y a mi muy peque帽a manera– utilizar茅 m谩s bien la expresi贸n poder profundo, esperando no generar a mi vez confusi贸n.