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El gran apagón: la seguridad era la energía y mucho más

OPINIÓN

Greenpeace España

El gran apagón de este lunes, 28 de abril, nos deja ya algunas lecciones y aprendizajes. Mientras aún prosiguen las tareas de recuperación e investigación, lo prioritario es expresar nuestra solidaridad con todas las personas que han sufrido situaciones incómodas o graves durante las últimas horas. También deseamos trasladar nuestra gratitud a todo el personal de emergencias y a todos los equipos de profesionales que han atendido a la población y han contribuido a restablecer el suministro eléctrico.

Al mismo tiempo, y a falta de investigaciones más detalladas, podemos hacer algunos primeros análisis.

La seguridad no era una remesa de balas de Israel. La seguridad era esto: la resiliencia de las infraestructuras, de los transportes, de las ciudades, con especial atención a la seguridad energética. Frente al belicismo incuestionable y los discursos condescendientes contra el “buenismo” y el “pacifismo”, es momento de recordar que el destino de cada euro es una decisión con una carga moral.

Otra de las lecciones silenciosas que nos deja este apagón es que las renovables son el único futuro seguro, viable y rentable como suministro. Algo que quizá está pasando desapercibido es que, frente a la vieja cantinela de las importaciones de energía de Francia, en el momento del apagón estábamos exportando electricidad a nuestro vecino del norte y a Portugal gracias a la fortaleza creciente de nuestras renovables, un intercambio cada vez más frecuente. De hecho, ya es completamente habitual que sea España quien puede y debe enviar electricidad al otro lado de los Pirineos y a Portugal.

«En el momento del apagón estábamos exportando electricidad a Francia y a Portugal gracias a la fortaleza creciente de nuestras renovables«

Este apagón debe acelerar los esfuerzos por descarbonizar nuestro mix energético, ampliar el colchón renovable, el autoconsumo, las comunidades energéticas y agilizar el almacenamiento. Un mix energético aún dependiente de los combustibles fósiles es el peor pronóstico para el clima, la biodiversidad y la seguridad energética (no olvidemos la terrible lección del sabotaje contra el gasoducto Nordstream o la vulnerabilidad del gas que nos llega en barco ante cualquier veleidad de Trump o Putin)

Este gran apagón ha mostrado algunas de las debilidades más flagrantes de la nuclear. Alrededor de las cinco de la tarde, cuando el suministro empezaba a extenderse por la península de nuevo, las renovables estaban generando ya el 90% de la energía eléctrica que se estaba suministrando, lo que demuestra una vez más su gran flexibilidad. Mientras tanto, España seguía (y sigue 24 horas después) esperando a que alguna nuclear lograra completar sus lentos y anquilosados arranques. Esta inflexibilidad de la nuclear es uno de sus mayores y más sucios secretos, incompatible con los modelos de gestión más modernos, que exigen una enorme agilidad en las fuentes.

«Esta inflexibilidad de la nuclear es uno de sus mayores y más sucios secretos«

Es comprensible que este apagón nos invite a reclamar más seguridad (y mayor “independencia” energética), algo que, de nuevo, es incompatible con la nuclear. Tratar de lucrarse a golpe de subvención (porque sin masivas cantidades de dinero público no hay nuclear posible) enarbolando el discurso de la “independencia energética” cuando nuestra nuclear depende del uranio de Putin y sus socios es sonrojante.

Para colmo, y de nuevo con la máxima prudencia hasta conocer más detalles sobre las causas del apagón, parte del problema de nuestra red es cierta estrechez en nuestras interconexiones con el resto de Europa. En parte, estas interconexiones se han ralentizado históricamente por el tapón nuclear francés, cuya vieja industria teme la competencia de la pujante (y barata) energía renovable española. De nuevo, la nula rentabilidad económica de la nuclear, tratando de frenar el despliegue renovable.

Atreverse a reclamar más nuclear cuando la nuclear no solo no ha evitado este apagón sino que probablemente lo haya prolongado más de lo necesario es como estamparse con un deportivo y reclamar más caballos de potencia, pura fantasía tecnomachista.

«La nuclear no solo no ha evitado este apagón sino que probablemente lo haya prolongado»

Una vez más, con todo el cariño a las personas afectadas, quizá merezca la pena dedicar un instante también a reflexionar (algo fácil desde el privilegio) sobre cómo es la vida cotidiana de millones de personas alrededor del mundo (desde la Cañada Real a Gaza) cuando nos arrebatan algo tan básico como la electricidad. Para muchas personas en España y Portugal, la jornada de ayer fue dolorosa, para muchas otras quedará en alguna molestia, frustración o anécdota. Para gran parte de la humanidad este lunes es la vida entera.

Por último, y sin ninguna sensiblería, por qué no mirar también hacia adentro. Para quienes tuvimos la suerte de no sufrir graves daños o trastornos, ¿cómo nos sentimos durante unas horas viviendo una vida más lenta? Una vez más, algunas personas hablamos por primera vez con nuestras vecinas, nos atrevimos a conversar con alguien desconocido en la calle, dejamos de mirar la pantalla en la que ahora estamos leyendo esto, echamos de menos una bici o una ciudad más amable con los trayectos peatonales, fuimos a recoger a miles de peques a los coles antes de tiempo para acabar en el parque con otras familias, pudimos ver las estrellas desde nuestra propia casa al no haber contaminación lumínica… Quizá la seguridad también sea pisar con cautela el freno y poner la vida en el centro.

Cuando nos falta la energía nos damos cuenta de que hay prioridades para su uso. Lo que hicimos espontáneamente durante el apagón nos indica qué es lo verdaderamente importante y cómo hay usos que consumen mucha energía de los que realmente podemos prescindir o podemos reducir. En un mundo que debe limitar su nivel de consumo a los límites físicos planetarios (climáticos y de biodiversidad), lo razonable sería distinguir lo prioritario de lo superfluo, y hacerlo de manera organizada y no bajo la presión de una catástrofe, del tipo que sea. Es lo que llamamos suficiencia: reducir el consumo (o aumentarlo, quien está por debajo) para adaptarlo a lo que el planeta nos puede dar sin comprometer la capacidad de sostener la vida.

Semáforo inutilizado en una calle de Madrid durante el gran apagón del 28 de abril de 2025.Semáforo inutilizado en una calle de Madrid durante el gran apagón del 28 de abril de 2025.

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