Teodoro Renter铆a Arr贸yave
TERCERA PARTE
Este mi茅rcoles 23 me retir茅 al descanso a las 2:30 de la madrugada, ya que un poco despu茅s de a las 0:00 horas, las 8:00, hora del Vaticano, me encontr茅 que un Canal de Televisi贸n ya estaba en el control remoto para transmitir el inicio de las exequias del Papa Francisco, el reportero no pudo sustraerse al embrujo de la noticia y ah铆 se qued贸 hasta que fue despedida la transmisi贸n.
Todo se inici贸 en la Casa de Santa Marta, donde resid铆a el pont铆fice y en donde exhal贸 su 煤ltimo suspiro, despu茅s de asistir a las liturgias del Domingo de Resurrecci贸n; seg煤n se recuerda, es la primera vez en su historia que la Iglesia Cat贸lica, est谩 de duelo las dos semanas que enmarcan la liturgia de las pasi贸n, muerte y resurrecci贸n de Cristo, por el fallecimiento del pont铆fice 266.
La procesi贸n con el f茅retro con el cuerpo inerme de Jorge Mario Bergoglio, encabezada por el camarlengo, Kevin Joseph Farrell, hasta la Bas铆lica de San Pedro, me record贸 las exequias de la t铆a Delfina, en el barrio de Xaltocan, Xochimilco, precisamente en la Iglesia de Nuestra Se帽ora de los Dolores, tendr铆a entre 5 y 7 a帽os, cuando entr贸 la procesi贸n con el ata煤d en andas, a los acordes de la Marcha F煤nebre de Georg Friedrich Haendel, a ello agr茅guese el ruido de las pisadas en las tarimas a帽ejas y apolilladas del piso, fue la primera vez que me enfrent茅 a la muerte y me curti贸 para siempre.
Sigamos con la biograf铆a-an谩lisis del colega franc茅s, Jean-Beno卯t Poulle, con este subt铆tulo: “Un provincial bajo la dictadura”:
Estos a帽os cl谩sicos de formaci贸n, que tambi茅n son los de un cierto alejamiento del mundo, han dejado voluntariamente de lado el contexto pol铆tico, social y eclesi谩stico en el que se desarrolla Jorge Mario Bergoglio.
En realidad, este per铆odo est谩 marcado por una intensa efervescencia: en la Iglesia, las reformas fundamentales implementadas por el Concilio Vaticano II (1962-1965), y sus repercusiones de gran alcance, especialmente en la Compa帽铆a de Jes煤s; en Buenos Aires, los a帽os no menos agitados del legado del peronismo, entre violentas protestas y el regreso al poder de Juan Domingo Per贸n (1973-1974). Ambas crisis multifac茅ticas pueden explicar tanto el nombramiento tan temprano de Bergoglio como provincial como su actitud durante la dictadura militar de funesto recuerdo (1976-1983).
Desde su juventud, Jorge Mario Bergoglio no ha sido indiferente a la pol铆tica. Su herencia familiar en este sentido es diversa, desde el socialismo radical de uno de sus t铆os hasta el conservadurismo. A trav茅s de sus lecturas y amistades, el joven Bergoglio entra temprano en di谩logo con pensamientos de izquierda. Pero sus a帽os de maduraci贸n est谩n marcados sobre todo por la omnipresencia de Juan Domingo Per贸n (1895-1974) y del peronismo. Presidente de la Naci贸n Argentina desde 1946, reelegido por sufragio universal en 1951 antes de ser derrocado en 1955, Per贸n pretende romper con las 茅lites corruptas de la «D茅cada infame» (1930-1943) apoy谩ndose en su v铆nculo directo con las masas populares, en favor de las cuales lleva a cabo numerosas reformas sociales.
El «populismo» en su sentido original, al que se refiere, es un pensamiento que por naturaleza se resiste a cualquier clasificaci贸n de izquierda o derecha, ya que se reivindica tanto de una como de la otra: pone de relieve la justicia social tanto como una concepci贸n org谩nica y autoritaria de la naci贸n argentina, basada en su l铆der carism谩tico.
En el plano internacional, busca un tercer camino entre el bando occidental y el bloque del Este; en su labor de reforma interna, por 煤ltimo, Per贸n no teme oponerse a todos los cuerpos intermedios, incluida la Iglesia cat贸lica. Bergoglio, siendo estudiante, asiste a un encuentro de su escuela con Per贸n y mantiene un contacto regular con secciones justicialistas (nombre del partido oficial peronista). Es m谩s, a finales de los a帽os sesenta se uni贸 a un grupo peronista, la Organizaci贸n 脷nica del Trasvasiamento Generacional, incluso cuando Per贸n estaba en el exilio.
A finales de 1974, confi贸 el control de la Universidad del Salvador a antiguos miembros de la Organizaci贸n. No cabe duda de que el peronismo ejerci贸 sobre 茅l, como sobre millones de argentinos, una influencia profunda y duradera. De ah铆 probablemente el car谩cter a menudo inclasificable de las posiciones pol铆ticas de Francisco, as铆 como el v铆nculo directo con el «pueblo de Dios» que reivindica el pont铆fice. Y a pesar del retiro impuesto por la Compa帽铆a, es razonable pensar que Bergoglio qued贸 profundamente marcado por la atm贸sfera de pasi贸n, incluso de violencia pol铆tica, de esos a帽os 1950-1960, durante los cuales se debati贸 con aspereza el legado peronista.
Sin embargo, ser铆a vano imaginar que las estructuras de la Iglesia cat贸lica se libraron de las turbulencias. Las consecuencias de las reformas posconciliares fueron especialmente notables en la Iglesia latinoamericana, con oposiciones entre conservadores y progresistas m谩s marcadas que en otros lugares.
En 1968, el Consejo Episcopal Latinoamericano, reunido en Medell铆n, denuncia la violencia institucionalizada de las dictaduras militares del continente y proclama la «opci贸n preferencial» de la Iglesia por los pobres, que debe conducir a su apoyo en sus luchas contra la opresi贸n. Es el acto de nacimiento de lo que se llamar谩 «teolog铆a de la liberaci贸n», para la cual el mensaje evang茅lico de salvaci贸n es inseparable del esfuerzo de liberaci贸n de los excluidos y dominados contra las estructuras socioecon贸micas opresivas.
Si bien esta orientaci贸n provoca grandes debates dentro del episcopado, son muchas las 贸rdenes religiosas que se comprometen resueltamente con ella, y los jesuitas est谩n entre los primeros. El espa帽ol Pedro Arrupe (1907-1995), superior general de la Compa帽铆a de Jes煤s desde 1965, dio los impulsos decisivos para este reposicionamiento, empujando a su orden a romper con su imagen elitista para comprometerse m谩s a fondo con la justicia social, especialmente en Am茅rica del Sur. Su l铆nea es confirmada por una congregaci贸n general de la Compa帽铆a en 1974. Pero Arrupe no pudo evitar una crisis abierta entre los jesuitas: la orden se encuentra dividida entre sus miembros m谩s progresistas, para quienes el compromiso al servicio de la liberaci贸n debe hacerse m谩s visible, dando prioridad a las luchas sociales reales, y su franja conservadora que teme la infiltraci贸n del marxismo en la Iglesia.
As铆, en los a帽os 1968-1976, miles de jesuitas abandonaron la vida religiosa, lo que provoc贸 una verdadera crisis en los cuadros de la Compa帽铆a. En este contexto, Bergoglio se convierte en el hombre adecuado para evitar la ruptura de la provincia jesuita de Argentina, ya que encarna un camino intermedio: se sabe que est谩 cerca de la «teolog铆a del pueblo», la variante m谩s moderada de la teolog铆a de la liberaci贸n, pero se niega a mezclar su voz con la de los contestatarios. Y, de hecho, durante los siete a帽os que ejerci贸 su cargo de provincial (1973-1980), logr贸 mantener la unidad de la provincia de Argentina. CONTINUAR脕.