OPINIÓN
Carlos Luna Arvelo
Como es público, notorio y comunicacional desde el año 2018 con la aplicación del Memorando 2792 se comenzaron a desaplicar los Contratos Colectivos para los trabajadores en el marco del Programa de Recuperación Económica.
Las maestras y maestros y docentes en general adscritos a la nómina del Ministerio del Poder Popular para la Educación no quedaron exentos de esta medida.
Así, en los hechos, los trabajadores comenzaron a cobrar pírricas cantidades de bolívares que según los contratos colectivos firmados con el patrono (Estado) correspondían a beneficios laborales.
Llama la atención como en las últimas semanas las maestras han recibido “bonos” correspondientes a algunos de estos beneficios contractuales por ridículos montos de 12,5 bs. El primero fue el de Semana Santa y el más reciente el del Dia de las madres.
Sorprende, por decir lo menos, que los responsables de esta política no asuman con franqueza que es preferible eliminar definitivamente estos “beneficios” que darle a maestros y maestros estas cantidades que lo único que sirven es para recordarles que el patrono desaplico los beneficios contractuales y que el tal programa de recuperación económica termino en un estruendoso y rotundo fracaso.
¿Acaso no saben quienes son responsables de materializar estos pagos al personal del Ministerio de Educación que 12,5 bolívares apenas representan medio pasaje en una camioneta?, ¿Tienen idea los que ordenan estos pagos que puede comprarse una maestra con 12,5 bs al día de hoy? ¿Acaso no es suficiente haberle impuesto a las maestras un ingreso mensual de apenas $130 como para que le abonen estas miserias “porque así lo establece el contrato colectivo”?.
Hubo una Ministra de Educación, tiempos atrás, que algunos afirmaban con vehemencia que sentía menosprecio por las maestras. Viniendo ésta persona de lo que en el pasado se llamaba la “Educación Superior”, no era descabellado que así fuera. Al día de hoy, ateniéndonos a los hechos con el trato que reciben los docentes, en su mayoría mujeres, parece aplicable eso de que quien gestiona Salas no quiere a las maestras.
Carlos Luna Arvelo