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Desertificación y sequía: Un desafío global que demanda un cambio profundo

OPINIÓN
Ollantay Itzsmná
Milagro en tierra árida y seca


Cada 17 de junio, desde 1994, conmemoramos el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, una fecha que debería impulsarnos a la reflexión y, sobre todo, a la acción. Resulta alarmante observar cómo los desiertos creados por la actividad humana y las sequías se extienden día a día por nuestro planeta.

Esta preocupante realidad es un reflejo de una mentalidad arraigada: la creencia de que la fertilidad del suelo y la disponibilidad de agua son recursos infinitos. Nada más lejos de la verdad.

El problema es tan acuciante que ya no se limita a las regiones áridas tradicionalmente afectadas. Incluso países con climas húmedos o tropicales, como Guatemala, están experimentando sequías y desertificación de sus suelos, un fenómeno cada vez más visible en el corredor seco. Esta expansión inexorable nos obliga a reconocer que estamos ante una crisis global que nos impacta a todos.

Acciones imprescindibles para frenar esta amenaza real

Para revertir esta tendencia y prevenir un futuro más árido, es fundamental implementar una serie de acciones coordinadas y decididas:

Criar y cuidar cuencas hídricas. Es urgente adoptar prácticas de uso eficiente del agua en todos los sectores, desde la agricultura hasta el consumo doméstico. Esto incluye la implementación de tecnologías de riego eficientes, la recolección de agua de lluvia y la protección de fuentes hídricas.

Restauración y conservación de suelos. Debemos invertir en la restauración de suelos degradados mediante técnicas como la reforestación, la agricultura de conservación y el manejo integrado de cuencas. La salud del suelo es directamente proporcional a su capacidad para retener agua y resistir la desertificación.

Educación y concientizacion. Es crucial sensibilizar a la población sobre la importancia de estos dos bienes y seres vitales: agua y suelos. Comprender los impactos de nuestras acciones individuales y colectivas es el primer paso para un cambio de comportamiento.

Políticas públicas efectivas. Los gobiernos deben desarrollar e implementar marcos legales y políticas que promuevan la gestión sostenible de la tierra y el agua, incentivando prácticas responsables y penalizando las que causan degradación.

Cambiar nuestra relación con la Madre Tierra y la Madre Agua

Más allá de las medidas técnicas, la acción más trascendental radica en un cambio profundo en nuestra conducta y sentimientos hacia la Madre Tierra y la Madre Agua.

Debemos dejar de verlas como meros recursos a explotar y comenzar a reconocerlas como sujetos de derechos, con su propia dignidad, identidad y derechos intrínsecos.

Esta perspectiva implica una obligación ineludible de restaurar y cuidar estos elementos fundamentales para la vida.

Asumir esta responsabilidad no es solo una cuestión ambiental, sino también ética y de supervivencia. Solo cuando internalicemos este respeto y entendamos nuestra interconexión con la Madre Tierra, podremos forjar un futuro donde la fertilidad y el agua sean preservados para las generaciones venideras.





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