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Día del Campesino en Perú: Una celebración teñida de contradicciones

Ollantay Itzamná 

  Campesinos andinos en lo que llaman Perú


Cada 24 de junio, Perú conmemora el Día del Campesino, una fecha establecida en 1969 con la supuesta finalidad de reconocer y valorar el invalorable aporte del campesinado a la nación. Sin embargo, detrás de esta celebración oficial se esconde una profunda y dolorosa verdad: la colonización interna y el desprecio son el pan de cada día con el que el Perú oficial y sus élites urbanas retribuyen a las familias campesinas que, con su arduo trabajo, les proporcionan el sustento.


La instauración de este día, desde la perspectiva del Estado criollo peruano, también parece haber tenido un propósito más insidioso. Al categorizar a la vasta y diversa gama de pueblos originarios que habitan el Perú bajo la única denominación de «campesino», se buscaba anular la riqueza y singularidad de sus identidades culturales.Es una estrategia que homogeniza y, al hacerlo, facilita el control y la perpetuación de un sistema que históricamente ha marginado a estas comunidades.


Paradójicamente, el mismo Estado criollo que hoy «celebra» el Día del Campesino es el que, con brutalidad y sin misericordia, castiga a aquellos campesinos y campesinas que osan exigir sus derechos.

El caso del expresidente Pedro Castillo Terrones, un líder de origen campesino, es un testimonio desgarrador de esta realidad. Su encarcelamiento y las denuncias de tortura no son solo una represalia política; son una advertencia clara para que ningún campesino se atreva a disputar el poder a las élites criollas. Es un acto de venganza que busca desincentivar cualquier intento de ascenso social o político por parte de las poblaciones históricamente oprimidas.

La brecha entre el reconocimiento simbólico y la dura realidad es abismal. Mientras se elogia su labor en discursos oficiales, en la práctica se les niega el acceso a servicios básicos, se les despoja de sus tierras, se les ignora en la toma de decisiones y se les reprime cuando levantan su voz.

Este es el verdadero rostro del bicentenario Estado criollo peruano para con sus campesinos: un ciclo de explotación, invisibilización y castigo.

En este Día del Campesino, es imperativo que las y los campesinos del Perú tomen conciencia de su condición de colonialismo. Es momento de comprender que la celebración oficial es, en muchos sentidos, una pantalla que oculta la continua opresión.

La verdadera liberación no vendrá de un reconocimiento estatal vacío, sino de la lucha unida y decidida por la autonomía y el respeto. Es hora de que el campesinado peruano se levante, reclame su historia, su diversidad y su poder, y luche incansablemente por su liberación del dominio de un Estado que les ha negado sistemáticamente la justicia y la dignidad.





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