Constantino L贸pez S谩nchez-Tinajero
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Miguel de Cervantes califica a Cide Hamete Benengeli de: historiador ar谩bigo, primer autor (del Quijote), segundo autor, sabio, historiador muy curioso y puntual, historiador ar谩bigo y manchego, encantador, puntual铆simo escudri帽ador, fil贸sofo mahom茅tico, flor de los historiadores y autor de esta grande historia. Est谩 bastante claro que est谩 hablando de s铆 mismo
Transcurridos 420 a帽os de la publicaci贸n de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605) y 410 a帽os de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (1615) y despu茅s de numeros铆simos estudios, as铆 como de art铆culos publicados sobre esta gran obra cervantina, parece bastante claro que don Miguel utiliz贸 recursos literarios nunca antes vistos o nunca antes tan bien explotados, como para ser considerado el padre de la novela moderna.
Uno de esos recursos es recurrir al tema de los papeles hallados (como muy bien apunta Carlos Mata Indur谩in en su art铆culo La t茅cnica de los papeles hallados, publicado en su blog 脥nsula Bara帽aria:
hecho que ya era conocido y utilizado en las novelas del g茅nero de caballer铆a. Pero Cervantes lo utiliza d谩ndole una vuelta m谩s de tuerca: el narrador (茅l mismo) cuenta que se encuentra en el Alcan谩 de Toledo un cartapacio con papeles escritos en caracteres ar谩bigos que corresponden a la verdadera historia de don Quijote de la Mancha y al percatarse que en esos papeles hablan de Dulcinea, hace que se los traduzca de cabo a rabo un morisco aljamiado que conoce el ar谩bigo y el castellano.
Pero ¿qui茅n es ese autor de la historia de don Quijote que 茅l llama Cide Hamete Benengeli?
Parece quedar bastante claro que este autor es 茅l mismo, adoptando voluntariamente una personalidad distinta y distante, para que en el caso de que hubiese alg煤n problema (sobre todo con la Inquisici贸n por el contenido de la obra), tener las espaldas bien cubiertas, adoptando un seud贸nimo y haciendo que, ante esa posible eventualidad de la censura, don Quijote pasase a ser “hijo de la piedra”, que es como se conoc铆a a los libros cuyos autores eran an贸nimos.
Ahora veremos c贸mo Cervantes define a Cide Hamete y c贸mo casi siempre habla de 茅l en t茅rminos elogiosos. Cide Hamete Benengeli es nombrado hasta 34 veces en la obra. En la primera parte (1605), cinco veces y en la segunda parte (1615), 29 veces. Considero que es bastante razonable la hip贸tesis de Jos茅 Manuel Mart铆n Mor谩n (presidente de la Asociaci贸n de Cervantistas y Catedr谩tico de Literatura Espa帽ola en la Universidad del Piamonte Oriental), 茅l defiende la idea de que al publicarse el Quijote de Avellaneda en 1614 y confesar su autor an贸nimo que el autor de esa historia era el sabio Alisol谩n (copiando manifiestamente el truco de Cervantes), el propio Miguel usa de su recurso en la segunda parte muchas m谩s veces que en la primera para remarcar de forma consistente al “verdadero autor de la historia del verdadero Quijote”. Esta teor铆a la aporta James A. Parr en su art铆culo Sobre el cuestionamiento de la oralidad y la escritura en el Quijote: Cide Hamete Benengeli y el supernarrador.
En la Primera Parte, en el Cap. 8 ya lo anuncia sin nombrarlo, asign谩ndole el calificativo de “segundo autor”, pasando de un narrador en primera persona a un futuro historiador que escribir谩 las aventuras de don Quijote.
Por cierto, en este mismo cap铆tulo, Miguel de Cervantes hace uso de un «final en suspenso» o tambi茅n llamado «quedar colgado del acantilado», que es un recurso narrativo que consiste en colocar los personajes de la historia en una situaci贸n extrema al final de un cap铆tulo o parte de la historia, generando con ello una tensi贸n psicol贸gica en el lector que aumenta su deseo de avanzar en la misma. Lo que se llama en ingl茅s cliffhanger, famoso en las series radiof贸nicas y en el cine, uno de cuyos usos m谩s conocidos es el famoso «continuar谩 en el pr贸ximo episodio».
«Pero est谩 el da帽o de todo esto que en este punto y t茅rmino deja pendiente el autor desta historia esta batalla, disculp谩ndose que no hall贸 m谩s escrito destas haza帽as de don Quijote, de las que deja referidas. Bien es verdad que el segundo autor desta obra no quiso creer que tan curiosa historia estuviese entregada a las leyes del olvido, ni que hubiesen sido tan poco curiosos los ingenios de la Mancha, que no tuviesen en sus archivos o en sus escritorios algunos papeles que deste famoso caballero tratasen; y as铆, con esta imaginaci贸n, no se desesper贸 de hallar el fin desta apacible historia, el cual, si茅ndole el cielo favorable, le hall贸 del modo que se contar谩 en la segunda parte». (Q I, 8)
Ya en el Cap. 9 asigna a Cide Hamete Benengeli, historiador ar谩bigo, la autor铆a de «La historia de don Quijote de la Mancha».
En el Cap. 15, se refiere a 茅l como sabio. Mientras que en el Cap. 16, lo emparenta con uno de los ricos arrieros de Ar茅valo, «al que conoc铆a muy bien y a煤n quieren decir que era algo pariente suyo», con el que don Quijote se encuentra en la venta de Maritornes. En este cap铆tulo se da la circunstancia curiosa que lo llama de forma algo diferente: Cide Mahamate Benengeli, calific谩ndolo de historiador muy curioso y muy puntual en todas las cosas.
En el cap. 22, lo califica de autor ar谩bigo y manchego, as铆 mismo califica la novela que estamos leyendo de grav铆sima, altisonante, m铆nima, dulce e imaginada historia.
Ahora, en el Cap. 27 se refiere a Cide Hamete como «el sabio y atentado historiador, que en este punto dio fin a la tercera parte». Me llam贸 mucho la atenci贸n el calificativo de atentado, y mi curiosidad fue satisfecha consultando el Tesoro de la Lengua Castellana o Espa帽ola de Sebasti谩n de Covarrubias, donde define como «atentado» a «el que va con mucho tiento y procede despacio y con mucha consideraci贸n».
Desde esta 煤ltima menci贸n no vuelve a aparecer el historiador ar谩bigo en lo que resta de la Primera Parte del Quijote.
En cambio, le otorga la m谩xima importancia nada m谩s comenzar la Segunda Parte, cuya frase inicial est谩 dedicada a 茅l:
«Cuenta Cide Hamete Benengeli en la segunda parte desta historia, y tercera salida de don Quijote, que el cura y el barbero se estuvieron casi un mes sin verle, por no renovarle y traerle a la memoria las cosas pasadas». (Q II, 1)
En el Cap. 2, un cap铆tulo muy interesante donde Miguel de Cervantes introduce la metaficci贸n logrando que los personajes protagonistas hablen de s铆 mismos y de sus aventuras que ya la gente conoc铆a y comentaba porque las hab铆an le铆do, porque ten铆an conocimiento de que andaba en libros su historia (la de la Primera Parte), es decir, que mete el libro anterior en el libro actual, haci茅ndose los personajes cruces de lo espantados que estaban, pregunt谩ndose c贸mo pudo saber el historiador las cosas que les pasaron. Por otra parte, Hamete Benengeli vuelve a ser mencionado explicando a los lectores que se trata de un sabio encantador y que, aunque Sancho lo llama Berenjena, don Quijote se apresura a explicarle que Cide en ar谩bigo quiere decir se帽or.
En el Cap. 3 nos encontramos un nuevo uso de la metaficci贸n, en este cap铆tulo vuelve a hablar maravillas de Cide Hamete:
«Bien haya Cide Hamete Benengeli que la historia de vuestras grandezas dej贸 escritas, y rebi茅n haya el curioso que tuvo cuidado de hacerlas traducir de ar谩bigo en nuestro vulgar castellano para universal entretenimiento de las gentes. H铆zole levantar don Quijote, y dijo:
—Desa manera, ¿verdad es que hay historia m铆a, y que fue moro y sabio el que la compuso?
—Es tan verdad, se帽or —dijo Sans贸n— que tengo para m铆, que el d铆a de hoy est谩n impresos m谩s de doce mil libros de la tal historia; si no, d铆galo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso, y aun hay fama que se est谩 imprimiendo en Amberes, y a m铆 se me trasluce que no ha de haber naci贸n ni lengua donde no se traduzga.
—Una de las cosas —dijo a esta saz贸n don Quijote— que m谩s debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa; dije con buen nombre: porque siendo al contrario, ninguna muerte se le igualara». (Q II, 3)
Y de nuevo don Quijote habla de s铆 mismo y de las aventuras de la Primera Parte ya publicadas, lo que le asevera Sans贸n Carrasco volviendo a utilizar Cervantes el recurso de la metaficci贸n.
Tambi茅n en el Cap. 24 nos encontramos un nuevo ardid de Cervantes en relaci贸n con Cide Hamete Benengeli; en este caso entra en juego el narrador que tradujo esta grande historia (se refiere al morisco aljamiado) y dice que encuentra hechas unas razones (consideraciones) escritas de mano del mismo Hamete -al margen de la historia principal-, manifestando que no cree «contingibles y veros铆miles» los hechos acecidos a don Quijote en la Cueva de Montesinos, pero que aunque a 茅l le parece ap贸crifa, no se cree culpable de ello y se limita a escribirla como se la han contado sin afirmarla por falsa o verdadera.
«T煤, letor, pues eres prudente, juzga lo que te pareciere, que yo no debo ni puedo m谩s, puesto que se tiene por cierto que al tiempo de su fin y muerte dicen que se retrat贸 della y dijo que 茅l la hab铆a inventado, por parecerle que conven铆a y cuadraba bien con las aventuras que hab铆a le铆do en sus historias». (Q II, 24)
Nos resulta muy curioso tambi茅n el Cap. 27 en el que Cide Hamete, cronista de esta grande historia «jura como cat贸lico cristiano», siendo moro como era y cuando jura quiere decir que lo hace como jurar铆a un cristiano cat贸lico, siendo el significado de este juramento que es verdad lo que escribe de don Quijote. Tambi茅n en este cap铆tulo recurre Cervantes a una estratagema literaria explicando c贸mo fue que sucedi贸 la p茅rdida del Rucio de Sancho Panza en la Primera Parte. Nuevamente la ficci贸n entra dentro de la ficci贸n.
En el Cap. 34 el recurso a Cide Hamete se limita a hacer de 茅l una m铆nima referencia: «…y dice Cide Hamete que pocas veces…».
Ahora bien, en el Cap. 40 vuelve a hacer de 茅l una amplia y superlativa descripci贸n, refiri茅ndose a 茅l como su autor primero, y por la curiosidad que tuvo en contarnos las
«sem铆nimas della (de esta historia), sin dejar cosa, por menuda que fuese, que no la sacara a la luz distintamente. Pinta los pensamientos, descubre las imaginaciones, responde a las t谩citas, aclara las dudas, resuelve los argumentos; finalmente, los 谩tomos del m谩s curioso deseo manifiesta…». (Q II, 40)
Tambi茅n tiene miga la siguiente aparici贸n de Cide Hamete en el Cap. 44. En 茅l, Cide manifiesta no estar conforme de la traducci贸n del int茅rprete. ¡Ojo al dato, que en la misma novela el historiador ar谩bigo expone su disconformidad con la traducci贸n del morisco aljamiado, antes incluso de que se produzca el hecho de la traducci贸n y sin saber siquiera c贸mo lo iba a traducir, el autor ya est谩 exponiendo sus quejas! Esta idea de Cervantes cuesta encontrarla en otros autores. La fecunda imaginaci贸n de don Miguel no tiene l铆mites. Se trata de una metaficci贸n con dos niveles… Pero no contento con ello, vuelve a hacer cr铆tica literaria de s铆 mismo y reniega de lo escrito, por haber intercalado en la Primera Parte, las historias del Curioso impertinente y del Capit谩n cautivo, pudiendo haber distra铆do la atenci贸n de sus lectores, haci茅ndose el prop贸sito de no «ingerir novelas sueltas y pegadizas» en esta Segunda Parte… ¡la que en ese momento se encuentra componiendo! Es magistral Miguel de Cervantes.
En los Cap. 47 y 48 se refiere a 茅l de pasada y vuelve a recordar que «Cide Hamete «promete contar con la puntualidad y verdad que suele contar las cosas desta historia, por m铆nimas que sean». Volviendo a otorgarle una gran credibilidad y meticulosidad. Lo que se ver谩 reforzado en el Cap. 50 donde lo califica de «puntual铆simo escudri帽ador de los 谩tomos desta verdadera historia».
S贸lo se refiere al ar谩bigo en el Cap. 52 como relator: «Cuenta Cide Hamete…». En cambio, vuelve a explayarse en el Cap. 53 calific谩ndolo como fil贸sofo mahom茅tico, poniendo en su boca la siguiente reflexi贸n: «Sola la vida humana corre a su fin, ligera m谩s que el tiempo, sin esperar renovarse, si no es en la otra que no tiene t茅rminos que la limiten». Para hacernos ver lo ef铆mero de la vida terrenal en comparaci贸n con la vida eterna a la que todo cristiano aspira.
Solo refiere acciones narrativas en los Cap. 54 «seg煤n dice Cide Hamete» y Cap. 55: «Aqu铆 le deja Cide Hamete Benengeli».
Nueva recurrencia de Cervantes a la metaficci贸n en el cap. 59:
«—Cr茅anme vuesas mercedes —dijo Sancho— que el Sancho y el don Quijote desa historia deben de ser otros que los que andan en aquella que compuso Cide Hamete Benengeli, que somos nosotros: mi amo, valiente, discreto y enamorado; y yo, simple, gracioso, y no comedor ni borracho.
—Yo as铆 lo creo —dijo don Juan—, y, si fuera posible, se hab铆a de mandar que ninguno fuera osado a tratar de las cosas del gran don Quijote, si no fuese Cide Amote, su primer autor; bien as铆 como mand贸 Alejandro que ninguno fuese osado a retratarle sino Apeles.
—Retr谩teme el que quisiere —dijo don Quijote—, pero no me maltrate; que muchas veces suele caerse la paciencia cuando la cargan de injurias». (Q II, 59)
Nos extra帽a que en el Cap. 60 se refiera Cervantes a la poca exactitud del autor ar谩bigo (en esta ocasi贸n le toca darle una de arena, para que no todo sean «tortas y pan pintado»), cuando relata que a don Quijote «le tom贸 la noche entre unas espesas encinas o alcornoques, que en esto no guarda la puntualidad Cide Hamete que en otras cosas suele».
Cervantes vuelve en el Cap. 61 a hacer uso de la metaficci贸n aprovechando para otorgarle a Cide Hamete un valioso calificativo:
«—Bien sea venido a nuestra ciudad el espejo, el farol, la estrella y el norte de toda la caballer铆a andante, donde m谩s largamente se contiene. Bien sea venido, digo, el valeroso don Quijote de la Mancha, no el falso, no el ficticio, no el ap贸crifo, que en falsas historias estos d铆as nos han mostrado, sino el verdadero, el legal y el fiel que nos describi贸 Cide Hamete Benengeli, flor de los historiadores». (Q II, 61)
M谩s adelante, en ese mismo Cap. 61 s贸lo aparece como narrador: «porque as铆 lo quiere Cide Hamete».
Del mismo modo es mencionado en el Cap. 62 dos veces, una «el cual quiso Cide Hamete Benengeli declarar luego…» y otra segunda «Y dice m谩s Cide Hamete: que hasta diez o doce d铆as dur贸 esta maravillosa m谩quina…»
Tambi茅n en el Cap. 68 Cervantes le da otra de arena:
«Don Quijote, arrimado a un tronco de una haya o de un alcornoque (que Cide Hamete Benengeli no distingue el 谩rbol que era)…» (Q II, 68)
Dos veces en el Cap. 70 aparece Cide, pero solamente citado como relator: «Durmi茅ronse los dos, y en este tiempo quiso escribir y dar cuenta Cide Hamete, autor desta grande historia» y en «Y dice m谩s Cide Hamete, que tiene para s铆 ser tan locos los burladores como los burlados, y que no estaban los duques dos dedos de parecer tontos, pues tanto ah铆nco pon铆an en burlarse de dos tontos».
Sin duda es el cap. 70 uno de los dos en los que Cervantes tiene m谩s presente al historiador ar谩bigo, ya que Cide ante es nombrado hasta tres veces. Dos de pasada como ha quedado reflejado y la tercera volviendo a recurrir a la metaficci贸n:
«Dijo un diablo a otro: «Mirad qu茅 libro es ese». Y el diablo le respondi贸: «Esta es la Segunda parte de la historia de don Quijote de la Mancha, no compuesta por Cide Hamete, su primer autor, sino por un aragon茅s, que 茅l dice ser natural de Tordesillas». «Quit谩dmele de ah铆», respondi贸 el otro diablo, «y metedle en los abismos del infierno, no le vean m谩s mis ojos». (Q II, 70)
Igualmente, en el Cap. 74 y 煤ltimo, Cervantes nombra tres veces a Cide Hamete, las dos primeras de forma testimonial:
«A la entrada del cual, seg煤n dice Cide Hamete…» (Q II, 74)
y tambi茅n:
«Este fin tuvo el ingenioso hidalgo de la Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre s铆 por ahij谩rsele y ten茅rsele por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero». (Q II, 70)
Y ya en el cap. 74, en uno de los 煤ltimos p谩rrafos de la novela, yo dir铆a que es el pen煤ltimo, Cervantes se despide del historiador ar谩bigo y manchego que tanto juego le ha dado en la novela:
«Y el prudent铆simo Cide Hamete dijo a su pluma: «Aqu铆 quedar谩s, colgada desta espetera y deste hilo de alambre, ni s茅 si bien cortada o mal tajada p茅帽ola m铆a, adonde vivir谩s luengos siglos, si presuntuosos y malandrines historiadores no te descuelgan para profanarte. Pero, antes que a ti lleguen, les puedes advertir y decirles en el mejor modo que pudieres:
¡Tate tate, folloncicos!
De ninguno sea tocada;
porque esta empresa, buen rey,
para m铆 estaba guardada».
(Q II, 74)
No puedo finalizar este art铆culo sin dejar de citar a Jos茅 de Benito, quien en su obra «Hacia la luz del Quijote» publicada en 1960, da soluci贸n al acr贸nimo «CIDE HAMETE BENENGELI, HISTORIADOR AR脕BIGO», reorden谩ndolo del modo siguiente: «IO MIGHEL DE CERBANTES I SAAVEDRA, HORTO IGNI» (que puede traducirse por Yo Miguel de Cervantes Saavedra, aspiro a la luz). Despu茅s de la atenta lectura del Quijote, no puedo por menos que simpatizar con esta idea que lanz贸 en su d铆a Jos茅 de Benito y aceptarla como muy probable.
Como dijimos al comienzo, en el caso de que hubiera tenido que esconderse tras el seud贸nimo de Cide Hamete Benengeli, Cervantes no quer铆a de ning煤n modo que su nombre quedase oculto por los siglos de los siglos y aspiraba a que alguna mente inteligente desvelara al autor escondido tras el nombre del historiador ar谩bigo.
Sabemos muy positivamente que adem谩s de tener una fecunda imaginaci贸n para las historias, don Miguel era un especialista en jugar con los nombres y hay ejemplos sobrados de esto en el Quijote para darnos cuenta de su maestr铆a en emplear la perspectiva par贸dica de los nombres: Rocinante (Q I, 1), gigante Caraculiambro (Q I, 1), Don Azote (Q I, 30), sabia Mentironiana (Q I, 46), condesa Trifaldi (Q II, 36), Clavile帽o el Al铆gero (Q II, 40), etc., como muy bien apunt贸 Abraham Madro帽al en su art铆culo «Los nombres en el Quijote, una burla de Lope de Vega, Luna e Higuera».
(https://www.ucm.es/noticias/11204)
Concluyo con el ep铆tome de que, aunque a veces (hemos contado dos y de poca importancia) le hace una peque帽a cr铆tica para disimular, por lo general Cervantes trata muy bien a Cide Hamete Benengeli, estoy completamente seguro de que la causa es ni m谩s ni menos, que cuando se refiere a 茅l, no hace otra cosa sino hablar de s铆 mismo.
Constantino L贸pez S谩nchez-Tinajero
Sociedad Cervantina de Alc谩zar de San Juan