“Me qued茅 impotente ante el hambre de mi hijo. Llor茅 mucho y le dije que bebiera de nuestra poca agua para saciar su hambre”, dice Zeenat, una joven palestina de la devastada Franja de Gaza a Noticias ONU.
Zeenat y su esposo, Moamen Abu Asr, viven con sus hijos en una fr谩gil tienda de campa帽a de lona, una de las miles que ahora bordean la costa de Gaza.
Anteriormente un lugar de descanso y ocio, la playa se ha convertido en el 煤ltimo refugio para los palestinos desplazados por los incesantes bombardeos y operaciones militares israel铆es.
A medida que las 贸rdenes de desplazamiento empujan a la gente a zonas de tierra cada vez m谩s peque帽as, la franja costera que rodea el puerto mar铆timo de Gaza se ha convertido en un campamento improvisado. Sus tiendas de campa帽a deshilachadas y las condiciones de hacinamiento reflejan la gravedad de una crisis humanitaria que ha alcanzado niveles sin precedentes tras m谩s de 600 d铆as de conflicto entre las fuerzas israel铆es y Hamas.
El puerto mar铆timo, que en su d铆a fue el centro de la econom铆a pesquera de Gaza, es ahora un p谩ramo. Todos los barcos han sido destruidos y en su lugar se alza un extenso campamento: un entorno duro y 谩rido donde pr谩cticamente no hay nada que sacie las necesidades b谩sicas.
Una familia sin nada
Moamen y su familia llevan viviendo en el campamento cerca de dos meses, sobreviviendo en una tienda de campa帽a improvisada con esteras y utensilios rotos recuperados de los escombros cercanos.
Moamen est谩 sentado afuera con sus hijos, mirando fotos en su tel茅fono: fragmentos de una vida pasada que qued贸 atr谩s en Shujaiya, al este de la ciudad de Gaza, cuando se orden贸 a los residentes evacuar sin previo aviso.
“Ha habido momentos en los que nos han desplazado cada dos meses”, relata, “cada d铆a es un sufrimiento para nosotros. Llegamos al puerto de Gaza sin comida, sin agua, ni siquiera en nuestra tienda de hierro”.
“No tenemos nada de lo b谩sico para vivir”, lamenta.
Para alimentar a su familia, Moamen repara peque帽os tanques de agua por cinco shekels (1,43 d贸lares), una cantidad 铆nfima en un lugar donde los precios se han disparado. “Un kilo de harina cuesta cien shekels (28,60 d贸lares)”, explica. “Nuestra situaci贸n es muy dif铆cil y no sabemos qu茅 hacer. ¡Por Dios, esto no es vida! Preferir铆amos morir”.
“Vivimos del agua”
La situaci贸n humanitaria ha empeorado desde marzo, cuando las autoridades israel铆es impusieron un bloqueo total a la ayuda. Aunque esto se ha aliviado ligeramente en las 煤ltimas semanas, el escaso flujo de suministros no puede satisfacer la abrumadora demanda. Civiles desesperados, hambrientos y temerosos, han recurrido al saqueo de la ayuda que llega.
En su tienda de campa帽a, Zeenat lava algunos utensilios de cocina, todo lo que ha podido encontrar en la cocina comunitaria improvisada. Casi ning煤n d铆a hay comida por preparar.
“Ayer llor茅 mucho por mi hijo”, apunta, “me dijo: ‘mam谩, quiero comer’. Me qued茅 desamparada, sin saber qu茅 hacer. La comida no ven铆a de la cocina de beneficencia. Ahora vivimos de agua dulce. Se la doy a mis hijos para que se llenen el est贸mago. Hoy, gracias a Dios, conseguimos un plato de comida y la comimos”.
¡Ya basta!
Las condiciones en la tienda son p茅simas. Hay enjambres de moscas por todas partes, y perros callejeros, delgados y hambrientos, merodean por los alrededores. “Ayer, un perro entr贸 en la tienda y tir贸 de una lona mientras mi hijo dorm铆a. Pens茅 que tiraba de mi beb茅. Grit茅 y mi marido ech贸 al perro a patadas”.
"No sabemos ad贸nde ir ni qu茅 hacer. Nos desarraigaron. Nuestros corazones est谩n desfallecidos. Ya no podemos ser pacientes. Se nos ha acabado la paciencia”.
Las tiendas de campa帽a dispersas a lo largo de la costa de Gaza son un s铆mbolo crudo de la creciente tragedia humanitaria. Los gritos de hambre son m谩s fuertes que cualquier voz de esperanza. Ya no queda refugio; solo queda el mar.
Nada resume mejor la desesperaci贸n que la s煤plica final de Zeenat: “Que termine la guerra. Dennos un respiro. Si no, que todos los pa铆ses se unan y nos lancen una bomba nuclear para acabar con nuestra miseria, porque estamos hartos de esta vida. Ya basta”.