OPINI脫N
Jorge Majfud
ESCRITOS CR脥TICOS
John Stuart Mill, el mayor fil贸sofo y economista liberal del siglo XIX: sobre el liberalismo y la libertad individual, reflexiona sobre la justicia social, los impuestos, la libertad de los pobres, el m茅rito individual y el sentido social del individuo.
1. “La verdadera virtud de los seres humanos es la aptitud para vivir juntos como iguales”.
2. “Ya no esclavizados ni dependientes por la fuerza de la ley, la gran mayor铆a lo est谩 por la pobreza; siguen encadenados a un lugar, a una ocupaci贸n y a la conformidad con la voluntad de un empleador y privados, por el accidente de nacimiento, tanto de los goces como de las ventajas mentales y morales que otros heredan sin esfuerzo e independientemente del m茅rito. Los pobres no se equivocan al creer que este es un mal igual a casi cualquiera de aquellos contra los que la humanidad ha luchado hasta ahora. ¿Es un mal necesario? Es lo dicen quienes no lo sienten, quienes han ganado los premios de la loter铆a de la vida. Pero tambi茅n se dec铆a que la esclavitud, el despotismo, todos los privilegios de la oligarqu铆a eran necesarios”.
3. “Hemos tenido la moral de la sumisi贸n, la moral de la caballerosidad y la generosidad; ha llegado la hora de la moral de la justicia. Siempre que, en 茅pocas pasadas, se ha abordado la sociedad desde la igualdad, la justicia ha reivindicado sus derechos como fundamento de la virtud”.
4. “La recompensa, en lugar de ser proporcional al trabajo y la abstinencia del individuo, es casi inversamente proporcional: quienes menos reciben, m谩s trabajan y m谩s se abstienen”.
5. “La idea misma de justicia distributiva, o de cualquier proporcionalidad entre 茅xito y m茅rito, o entre 茅xito y esfuerzo, es en el estado actual de la sociedad tan manifiestamente quim茅rica que queda relegada al terreno de la fantas铆a”.
6. “La m谩s poderosa de todas las circunstancias determinantes es el nacimiento”.
7. “La distinci贸n entre ricos y pobres, tan poco relacionada como est谩 con el m茅rito y el dem茅rito, o incluso con el esfuerzo y la falta de esfuerzo individual, es obviamente injusta; tal caracter铆stica no cabr铆a en la m谩s rudimentaria concepci贸n de un estado social perfectamente justo”.
8. “Puede considerarse irrevocablemente establecido que el destino de ning煤n miembro de la comunidad debe abandonarse al azar; que la sociedad puede y, por lo tanto, debe asegurar a cada individuo que la compone contra la extrema necesidad; que la condici贸n, incluso de quienes no pueden encontrar su propio sustento, no tiene por qu茅 ser de sufrimiento”.
9. “Por lo tanto, nuestro plan ser铆a liberar por completo de impuestos directos a los ingresos m谩s bajos, hasta el nivel que se considere suficiente para satisfacer las necesidades f铆sicas de un ser humano que son independientes de los h谩bitos y las convenciones: protegerse del hambre y el fr铆o, y prever la vejez y las eventualidades habituales de enfermedad u otra incapacidad laboral”.
10. “Una persona con un sentimiento social siquiera desarrollado no puede pensar en sus semejantes como rivales que luchan con 茅l por la felicidad, y que debe desear ver derrotados en su objetivo para poder alcanzarlo”.
11. “La gran mayor铆a de nuestra poblaci贸n trabajadora no tiene representantes en el Parlamento, y no se puede decir que ocupe posici贸n pol铆tica alguna; mientras que la distribuci贸n de lo que podr铆a llamarse dignidad social es m谩s desigual en Inglaterra que en cualquier otro pa铆s civilizado de Europa”.
No habr铆a motivo de queja contra la sociedad si todos los que estuvieran dispuestos a realizar una parte justa del trabajo y abstinencia pudieran obtener una parte justa de los frutos. Pero ¿es esto cierto? ¿No es acaso lo contrario?
La recompensa, en lugar de ser proporcional al trabajo y la abstinencia del individuo, es casi inversamente proporcional: quienes menos reciben, m谩s trabajan y m谩s se abstienen. Incluso los pobres ociosos, imprudentes y maleducados, aquellos de quienes se dice con mayor raz贸n que son culpables de su condici贸n, a menudo realizan un trabajo mucho mayor y m谩s arduo, no solo que quienes nacen con independencia econ贸mica, sino que casi cualquiera de los mejor remunerados que se ganan la vida; e incluso el autocontrol insuficiente que ejercen los pobres trabajadores les cuesta m谩s sacrificio y esfuerzo que aquel que casi nunca se exige a los miembros m谩s favorecidos de la sociedad.
La idea misma de justicia distributiva, o de cualquier proporcionalidad entre 茅xito y m茅rito, o entre 茅xito y esfuerzo, es en el estado actual de la sociedad tan manifiestamente quim茅rica que queda relegada al terreno de la fantas铆a. Es cierto que la suerte de los individuos no es enteramente independiente de su virtud e inteligencia; estas realmente influyen en su favor, pero mucho menos que muchas otras cosas en las que no hay m茅rito alguno.
La m谩s poderosa de todas las circunstancias determinantes es el nacimiento. La gran mayor铆a es lo que naci贸 para ser. Algunos nacen ricos sin trabajar, otros nacen en una posici贸n en la que pueden enriquecerse mediante el trabajo, la gran mayor铆a nace para el trabajo duro y la pobreza durante toda la vida, y algunos para la indigencia. Despu茅s del nacimiento, la principal causa del 茅xito en la vida es la casualidad y la oportunidad. Cuando una persona que no naci贸 para la riqueza logra adquirirla, podemos decir que su propia laboriosidad y destreza generalmente han contribuido al resultado. Pero la industria y la destreza no habr铆an sido suficientes a menos que hubiera existido tambi茅n una competencia de oportunidades y posibilidades que solo recae en un peque帽o n煤mero…
La conexi贸n entre la fortuna y la conducta es principalmente esta: existe cierto grado de mala conducta, o m谩s bien de ciertos tipos de mala conducta, que basta para arruinar cualquier cantidad de buena fortuna; pero lo contrario no es cierto: en la situaci贸n de la mayor铆a de las personas, no se puede contar con ning煤n grado de buena conducta para ascender en el mundo, sin la ayuda de accidentes afortunados.
La distinci贸n entre ricos y pobres, tan poco relacionada como est谩 con el m茅rito y el dem茅rito, o incluso con el esfuerzo y la falta de esfuerzo individual, es obviamente injusta; tal caracter铆stica no cabr铆a en la m谩s rudimentaria concepci贸n de un estado social perfectamente justo; la actual distribuci贸n caprichosa de los medios de vida y disfrute solo podr铆a defenderse como una imperfecci贸n admitida, aceptada como efecto de causas beneficiosas en otros aspectos… El socialismo, mientras ataque el individualismo existente, triunfar谩 f谩cilmente; su debilidad hasta ahora reside en lo que propone sustituir.
(“Newman’s Political Economy”, CW V.444; v茅ase tambi茅n “Vindicaci贸n de la Revoluci贸n Francesa de febrero de 1848”, CW XX.351)
No hay injusticia en gravar a quienes no han adquirido lo que tienen con su propio esfuerzo, sino que lo han recibido gratuitamente; y no hay razones de justicia ni de pol铆tica que impidan gravar las herencias enormemente cuantiosas con mayor rigor que las herencias menores… Yo lo har铆a en la medida de lo posible para imponerlo sin que se frustre. (“El Impuesto sobre la Renta y la Propiedad”,
CW V.491)
Puede considerarse irrevocablemente establecido que el destino de ning煤n miembro de la comunidad debe abandonarse al azar; que la sociedad puede y, por lo tanto, debe asegurar a cada individuo que la compone contra la extrema necesidad; que la condici贸n, incluso de quienes no pueden encontrar su propio sustento, no tiene por qu茅 ser de sufrimiento f铆sico ni de temor a 茅l, sino solo de indulgencia restringida y de una disciplina r铆gida e inflexible.
(PPE, CW II.360; v茅ase Perksy [2016: 204-5])
El derecho de todos a la felicidad, seg煤n el moralista y el legislador, implica el mismo derecho a todos los medios para alcanzarla, salvo en la medida en que las condiciones inevitables de la vida humana y el inter茅s general, que incluye el de cada individuo, limiten la m谩xima… Se considera que todas las personas tienen derecho a la igualdad de trato, salvo cuando alguna conveniencia social reconocida exija lo contrario. Y, por lo tanto, todas las desigualdades sociales que han dejado de considerarse convenientes asumen el car谩cter no de simple inconveniencia, sino de injusticia…
(Utilitarismo, CW X.257-8; primer 茅nfasis a帽adido)
Por lo tanto, nuestro plan ser铆a liberar por completo de impuestos directos a los ingresos m谩s bajos, hasta el nivel que se considere suficiente para satisfacer las necesidades f铆sicas de un ser humano que son independientes de los h谩bitos y las convenciones: protegerse del hambre y el fr铆o, y prever la vejez y las eventualidades habituales de enfermedad u otra incapacidad laboral.
(“Errores y verdades sobre el impuesto predial”, CW XXIII.553)
En una asociaci贸n industrial cooperativa, ¿es justo que el talento o la habilidad den derecho a una remuneraci贸n superior? En el lado negativo de la cuesti贸n, se argumenta que quien se esfuerza al m谩ximo merece el mismo bien y, en justicia, no deber铆a ser inferior sin culpa propia; que las habilidades superiores ya tienen ventajas m谩s que suficientes… y que la sociedad est谩 obligada, en justicia, a compensar a los menos favorecidos por esta desigualdad inmerecida de ventajas, en lugar de agravarla. En el lado contrario, se argumenta que la sociedad recibe m谩s del trabajador m谩s eficiente; que, al ser sus servicios m谩s 煤tiles, la sociedad le debe una mayor recompensa por ellos… que si solo recibe tanto como otros, solo se le puede exigir con justicia que produzca lo mismo y que dedique menos tiempo y esfuerzo, proporcional a su mayor eficiencia. ¿Qui茅n decidir谩 entre estas apelaciones a principios de justicia contrapuestos?… Solo la utilidad social puede decidir la preferencia.
(Utilitarismo, CW X.254-5)
La proporci贸n de la remuneraci贸n al trabajo realizado es realmente justa solo en la medida en que la mayor o menor cantidad de trabajo sea una cuesti贸n de elecci贸n: cuando depende de la diferencia natural de fuerza o capacidad, este principio de remuneraci贸n es en s铆 mismo una injusticia: es dar a quienes tienen; asignar la mayor parte a quienes ya son m谩s favorecidos por la naturaleza. Sin embargo, considerado como un compromiso con el car谩cter ego铆sta formado por el actual est谩ndar de moralidad y fomentado por las instituciones sociales existentes, es sumamente conveniente; y hasta que la educaci贸n se haya regenerado por completo, tiene muchas m谩s probabilidades de tener 茅xito inmediato que un intento por alcanzar un ideal superior.
(PPE, CW II.210)
Una persona con un sentimiento social siquiera desarrollado no puede pensar en sus semejantes como rivales que luchan con 茅l por la felicidad, y que debe desear ver derrotados en su objetivo para poder alcanzarlo. La arraigada concepci贸n que todo individuo tiene de s铆 mismo como ser social, incluso ahora, tiende a hacerle sentir que es una de sus necesidades naturales la armon铆a entre sus sentimientos y objetivos y los de sus semejantes.
(Utilitarismo, C.W. X.233)
El sentimiento de obligaci贸n, tal como existe actualmente, hacia diferentes individuos y clases dentro de una misma comunidad, es lamentablemente desigual. El bienestar y el sufrimiento de un hombre, en cuya previsi贸n se basa todo sentido racional de obligaci贸n hacia 茅l, cuentan, en general, infinitamente m谩s que los de otro hombre de diferente rango o posici贸n. La gran mayor铆a de nuestra poblaci贸n trabajadora no tiene representantes en el Parlamento, y no se puede decir que ocupe posici贸n pol铆tica alguna; mientras que la distribuci贸n de lo que podr铆a llamarse dignidad social es m谩s desigual en Inglaterra que en cualquier otro pa铆s civilizado de Europa.
(“Taylor’s Statesman”, CW XIX.637, en coautor铆a con George Grote).
Ya no esclavizados ni dependientes por la fuerza de la ley, la gran mayor铆a lo est谩 por la pobreza; siguen encadenados a un lugar, a una ocupaci贸n y a la conformidad con la voluntad de un empleador, y privados, por el accidente de nacimiento, tanto de los goces como de las ventajas mentales y morales que otros heredan sin esfuerzo e independientemente del m茅rito. Los pobres no se equivocan al creer que este es un mal igual a casi cualquiera de aquellos contra los que la humanidad ha luchado hasta ahora. ¿Es un mal necesario? Se lo dicen quienes no lo sienten, quienes han ganado los premios de la loter铆a de la vida. Pero tambi茅n se dec铆a que la esclavitud, el despotismo, todos los privilegios de la oligarqu铆a eran necesarios.
(Cap铆tulos sobre el Socialismo, CW V.710; tambi茅n PPE, CW II.383)
La verdadera virtud de los seres humanos es la aptitud para vivir juntos como iguales; no reclamar nada para s铆 mismos excepto lo que libremente conceden a todos los dem谩s; considerar el mando de cualquier tipo como una necesidad excepcional y, en todos los casos, temporal; y preferir, siempre que sea posible, la compa帽铆a de aquellos con quienes el liderazgo y el seguimiento puedan ser alternados y rec铆procos.
(CW XXI.294)
Ya en la vida moderna, y cada vez m谩s a medida que esta mejora progresivamente, el mando y la obediencia se convierten en realidades excepcionales, la asociaci贸n igualitaria en la regla general… Hemos tenido la moral de la sumisi贸n, la moral de la caballerosidad y la generosidad; ha llegado la hora de la moral de la justicia. Siempre que, en 茅pocas pasadas, se ha abordado la sociedad desde la igualdad, la justicia ha reivindicado sus derechos como fundamento de la virtud.
(La sujeci贸n de la mujer, CW XXI.293-4)