ESCRITOS CR脥TICOS
Jorge Majfud
El capitalismo no nace con los mercados italianos, como repite el dogma hist贸rico, ni siquiera con el poderoso comercio holand茅s, sino con la mercantilizaci贸n de la tierra en la Inglaterra del siglo XVI, con la eliminaci贸n de tierras comunales, con la precarizaci贸n de la renta, con la expulsi贸n de los campesinos a las ciudades y, finalmente, con la imposici贸n de las leyes abstractas del mercado (por la fuerza nada abstracta de la polic铆a y los ej茅rcitos) al resto de las instituciones, al resto de la actividad humana, material, psicol贸gica y hasta espiritual. Nada de alg煤n milagro llamado “libre mercado” o de “la raza superior que invent贸 las m谩quinas” como base y receta universal de la prosperidad, sino la vieja coerci贸n de las armas, primero, y de los capitales despu茅s. Ni el capitalismo fue fundado por Adam Smith ni Smith descubri贸 la divisi贸n del trabajo, algo que era com煤n en los burgos medievales (de ah铆 los gremios) y en muchas otras regiones del mundo y algo que Smith, como luego Marx, consideraban una pr谩ctica altamente efectiva y altamente peligrosa para la alienaci贸n de los individuos.
El libre mercado y la libre competencia no fueron las causas y mucho menos consecuencias del capitalismo. Durante su nacimiento en Inglaterra, la competencia fue fuertemente regulada por los gobiernos para evitar un colapso del mercado. Para el siglo XVI, ning煤n estado europeo estaba m谩s unificado y centralizado que la Corona inglesa. A煤n despu茅s, en 1776, en plena maduraci贸n del capitalismo, el mismo santo de los cruzados por el libre mercado, Adam Smith, en su fundacional y masivo libro The Wealth of Nations, se quejaba de la ausencia de libertad de mercado en Gran Breta帽a (aunque en este libro nunca us贸 el eslogan “free market”). “Esperar que la libertad de comercio sea restaurada en Gran Breta帽a, es tan absurdo como esperar que se establezca en Ocean铆a o en Utop铆a”, escribi贸. Alguien podr铆a argumentar que Smith era m谩s radical que sus contempor谩neos y, por eso, no estaba conforme. Pero basta con prestar atenci贸n a la palabra que usa, “restaurada” (“entirely restored in Great Britain”), para entender que se refiere a un retroceso en esa libertad, a una libertad perdida, preexistente. En la Europa antigua, observ贸 Smith, claramente reconociendo derechos precapitalistas que se hab铆an perdido en su tiempo, “los ocupantes de la tierra eran todos arrendatarios a voluntad”. La esclavitud “era de un tipo m谩s suave que la conocida entre los antiguos griegos y romanos, o incluso en nuestras colonias de las Indias Occidentales. [Los campesinos] pertenec铆an m谩s directamente a la tierra que a su amo. Por lo tanto, podr铆an venderse con 茅l, pero no por separado… Sin embargo, no eran capaces de adquirir propiedad”. Smith prefer铆a los trabajadores asalariados a los esclavos por las mismas razones por la que Gran Breta帽a ilegalizar谩 la esclavitud en sus colonias en 1833: el asalariado es m谩s barato que el esclavo tradicional. De hecho, para Smith, los salarios no ser铆an el principal motor de la suba de precios y de la p茅rdida de competitividad, sino las ganancia de los empresarios. “En los pa铆ses que se enriquecen m谩s r谩pidamente, la baja tasa de ganancia puede compensar los altos salarios… En realidad, las altas ganancias son m谩s responsables del aumento del precio del trabajo que los altos salarios… El precio de la mercanc铆a debida al aumento de salarios est谩 en proporci贸n aritm茅tica… Pero las ganancias de todos los empresarios [en el proceso de producci贸n y comercializaci贸n] est谩 en proporci贸n geom茅trica”.
La iron铆a no s贸lo radica en que la industria del algod贸n en Inglaterra multiplic贸 la necesidad de expandir la esclavitud en Estados Unidos, no s贸lo provoc贸 la anexi贸n de Texas y de la mitad de M茅xico hasta California a ese pa铆s esclavista, sino que en las colonias brit谩nicas, como India, la tragedia se multiplic贸: los esclavos asalariados (hombres y mujeres que, por alguna raz贸n misteriosa ser谩n calificados como “trabajadores libres”, de los cuales una proporci贸n importante eran ni帽os) comenzaron a trabajar m谩s y a morir m谩s j贸venes. De hecho, entre 1880 y 1920, 160 millones de personas murieron en India a causa del hambre y la explotaci贸n.
Smith estaba en lo cierto: Inglaterra, por sus nuevas leyes proteccionistas, por su brutal imperialismo sobre otras naciones, se hab铆a desarrollado y enriquecido gracias a practicar lo opuesto a lo que predicaba para las otras naciones. Siete p谩ginas antes, Smith hab铆a establecido como obviedad y como ideal que “el inter茅s de una naci贸n… es, como el de cualquier comerciante…, comprar barato y vender lo m谩s caro posible”. A partir de ah铆, describe el escenario de “la m谩s perfecta libertad de comercio” como una relaci贸n entre iguales, entre estados soberanos decidiendo libremente qu茅 comprar y qu茅 vender sin ninguna coacci贸n externa. 脡sta es la perfecta definici贸n del comercio tradicional, precapitalista, practicado por miles de a帽os. El comercio capitalista se basar谩 en la separaci贸n del valor de cambio del valor de uso (descubrimiento retomado por Marx), sobre todo aplicado a la tierra, algo inexistente antes, y har谩 que las leyes del mercado se impongan al resto de la sociedad a trav茅s de la extorci贸n abstracta del mercado financiero, no personal, como era el caso del feudalismo. Cuando esta extorci贸n no sea suficiente, el poder de los capitales acumulados utilizar谩 la extorci贸n de los ej茅rcitos nacionales. La “libertad de mercado” fue un eslogan del capitalismo industrial luego y antes de reducir esta libertad a escombros a trav茅s de la coerci贸n y la imposici贸n.
Pero el idealismo de Smith no s贸lo era y es una utop铆a de los actuales capitalistas sin capitales, sino que, de haberse aplicado, hubiese frenado no s贸lo el desarrollo de Gran Breta帽a sino tambi茅n el surgimiento y la dominaci贸n internacional del capitalismo. Algo que, para beneficio del centro desarrollado, se produjo en las colonias y en las rep煤blicas capitalistas de 脕frica y Am茅rica Latina.
El historiador Polanyi observ贸 que, durante la Revoluci贸n Industrial, fueron los Estados europeos (los Tudor y los Stuart) los que retrasaron este proceso de “libre competencia” preservando, de forma inadvertida, el entramado social que, de otra forma, hubiese colapsado. Pero las cosas no cambiaron radicalmente desde entonces. La “libertad de mercado” fue siempre la libertad de los mercados de las colonias; nunca de las metr贸polis imperiales que lo predicaban. Raz贸n por la cual la pr茅dica de los colonizados de parecerse a los ahora llamados pa铆ses desarrollados imponiendo en sus rep煤blicas la libertad del mercado como doctrina, ideolog铆a y sistema, no es una paradoja nueva, sino una vieja pr谩ctica, funcional al desarrollo de las metr贸polis ahora llamadas hegem贸nicas para evitar la palabra imperialismo.
Como observ贸 la historiadora Ellen Meiksins Wood, “una ‘econom铆a de mercado’ s贸lo puede existir en una ‘sociedad de mercado’, es decir, en una sociedad que se ajusta a las leyes del mercado en lugar de ser el mercado que se ajusta a ella”. El adjetivo “libre” en el eslogan “libre mercado” no significa libertad de los individuos sino, libertad de los mercados. Como no quedan doctrinas que promuevan la esclavitud en nombre de la libertad, como en el siglo XIX, el enroque narrativo deb铆a identificar la “libertad de los mercados” con la “libertad de los individuos”. Ahora, si un individuo est谩 sometido a la libertad del mercado, dif铆cilmente pueda definirse como libre sino como esclavo o, al menos, como nuevo vasallo. Al menso que se trate de un noble, de un amo o de un millonario, los verdaderos due帽os de la libertad de los mercados.
En base a los datos hist贸ricos que poseemos, podemos especular que la gran diferencia entre las sociedades con mercado y las actuales sociedades de mercado que dio paso al capitalismo como lo conocemos hoy fue b谩sicamente construida por nueve factores:
1) Fragmentaci贸n. La fragmentaci贸n geogr谩fica y pol铆tica del feudalismo europeo primero y la centralizaci贸n de las monarqu铆as (absolutistas y parlamentarias) despu茅s. Es decir, el proto-liberalismo feudal y el proto-imperialismo mon谩rquico, ambos fundidos en un abrazo ideol贸gico llamado capitalismo.
2) Nuevo paradigma. El cambio de paradigma que llev贸 de una naturaleza encantada, la del Medioevo, a una naturaleza muerta, material, del Renacimiento, fue la base necesaria para otros cambios radicales, desde la 茅tica protestante del calvinismo hasta la concepci贸n de la naturaleza (salvajes incluidos) como mercanc铆a y oportunidades de explotaci贸n mercantilista.
3) Acumulaci贸n. Un proceso de acumulaci贸n radical de riqueza (primero mercantil, luego industrial y finalmente financiera) derivada del despojo de los productores (nacionales e internacionales) a trav茅s de un sistema abstracto rebautizado como econom铆a y mercado.
4) Abstracci贸n. La acumulaci贸n de riquezas en la Edad Media (tierras, trabajo, oro) continu贸 en el Capitalismo pero de una forma abstracta, intangible e invisible y, por lo tanto, m谩s dif铆cil de resistir o cuestionar. ¿Qui茅n puede luchar contra el dinero, que es la misma sangre de la existencia? El valor de uso y el valor de cambio (definidos por Arist贸teles y centrales en la econom铆a liberal y marxista) se separaron hasta que el segundo domin贸 al primero. El derecho a la propiedad de la tierra dej贸 de estar vinculado al trabajo y se convirti贸 en un derecho de la acumulaci贸n de capital. Las reglas del mercado se impusieron a la producci贸n y al resto de la existencia humana―y de la naturaleza toda. De la libertad en el mercado se pasar谩 a la libertad del mercado, de libre del comercio al libre comercio.
5) Ansiedad. El desarrollo de un estado psicol贸gico basado en la ansiedad, en la inestabilidad y la incertidumbre existencial, potenci贸 la competencia econ贸mica y sent贸 las bases de la (obsesiva) 茅tica del trabajo del protestantismo. Este factor se articul贸 con la teolog铆a y la 茅tica calvinista pero se convirti贸 en estructural poco despu茅s, con el despojo sistem谩tico de tierras privadas y comunales en la Inglaterra del siglo XV y, de forma m谩s significativa, en los dos siglos siguientes. Para el siglo XVII, esta pr谩ctica y sus leyes crearon en Inglaterra una masa de arrendatarios y vagabundos que deriv贸 en la Revoluci贸n Industrial, en la brutalidad de la esclavitud de los imperialismos, y continu贸 con la precariedad del empleo en el siglo XX y sus narrativas de eficiencia, productividad y 茅xito econ贸mico.
6) Fanatismo. El desarrollo del fanatismo calvinista legitim贸 las ansias de riqueza a cualquier precio, convirti贸 un pecado en una virtud y divorci贸 la moral de la fe. No s贸lo la naturaleza hab铆a muerto, sino que las razas inferiores no ten铆an alma ni esp铆ritu, por lo cual pod铆an ser conquistadas y explotadas en nombre de Dios, del beneficio econ贸mico y de la civilizaci贸n. Desde entonces, un genocidio y la acumulaci贸n de riquezas dejaron de ser obst谩culos en el camino a la salvaci贸n eterna si quien comet铆a el error lo hac铆a movido por el amor al verdadero dios. Dos bombas at贸micas sobre Jap贸n, una matanza en Corea o en Vietnam estaban justificadas si se hac铆a en nombre de la fe correcta. Este fanatismo religioso no era algo totalmente nuevo, pero la sacralidad del improvement (ganancia material) y la irrelevancia de la moral ante la fe, s铆.
7) Imperialismo. El nuevo imperialismo global explot贸 sus colonias por todo el mundo gracias al nuevo paradigma materialista y al fanatismo religioso (primero de los cat贸licos ib茅ricos y luego de los protestantes anglosajones) e interrumpi贸 el desarrollo de continentes como 脕frica, Am茅rica Latina y otros centros mundiales de mayor actividad econ贸mica, como Asia. En un principio se bas贸 en la brutalidad militar y la superioridad tecnol贸gica, se especializ贸 en la extracci贸n de recursos ajenos (como una ara帽a chupa los nutrientes de sus moscas, la mayor铆a de las veces con la fan谩tica aprobaci贸n de las moscas) y se perpetu贸 por varias generaciones en base a los medios de comunicaci贸ncomplemento y, a veces, sustitutos de la Biblia.
8. Dinero y fe. No hubo civilizaci贸n basada en el mero trueque, sino en alguna forma de dinero. Desde sus or铆genes en Mesopotamia, el dinero fue, a un mismo tiempo, cr茅dito, deuda y probable origen de la escritura. No obstante, ambas relaciones de un individuo con el futuro material estaban dentro de su horizonte existencial. Cuando las deudas individuales se convert铆an en un problema social, el gobernante de turno cancelaba todas las deudas de un plumazo, pr谩ctica que fue una tradici贸n desde tiempos b铆blicos. El capitalismo radicaliz贸 la abstracci贸n y la complejidad inalcanzable del dinero separ谩ndolo de cualquier patr贸n material (como el d贸lar en 1971, abandonando el patr贸n oro para un robo m谩s f谩cil e inmediato a los productores). Si en alg煤n momento las finanzas dependieron de la econom铆a, actualmente es al rev茅s. Los bancos s贸lo poseen el diez por ciento del dinero que prestan. Prestan deudas ajenas (convierten deuda ajena en capital propio) asumiendo un futuro que, cuando no cumple con las expectativas del sistema financiero o alg煤n gran inversor no puede dominar su p谩nico, se producen masivas crisis econ贸micas.
9. Crisis econ贸micas. Las crisis sociales y econ贸micas son viejos compa帽eros de la humanidad. Sin embargo, antes del capitalismo las crisis econ贸micas y sociales se deb铆an a cat谩strofes concretas: una peste, una guerra, la erupci贸n de un volc谩n, una larga sequ铆a, un hurac谩n, una inundaci贸n… Fue el capitalismo que invent贸 las crisis sociales originadas en las frecuentes contradicciones de su propio sistema econ贸mico. El neoliberalismo llev贸 ese fen贸meno de las crisis econ贸micas a las crisis financieras, por las cuales cualquier error monetario o excesiva ambici贸n de sus se帽ores feudales puede producir un tsunami de despidos y la destrucci贸n de las econom铆as m谩s fuertes del planeta. As铆, por ejemplo, la Gran Recesi贸n de 2008 se origin贸 en el sistema inmobiliario de Estados Unidos (crisis de hipotecas subprime) y se extendi贸 al resto del mundo como si, del d铆a para la noche, alguien hubiese incendiado millones de casas que, en realidad, solo pasaron de estar ocupadas con familias a estar desocupadas―parad贸jicamente, entre muchos otros problemas serios, el abandono produjo carencia de mantenimiento y una degradaci贸n real en muchas casas.
“Flies in the Spiderweb: History of the Commercialization of Existence—and Its Means”
Jorge Majfud