El 6 de agosto de 1976, la embajada de China en Asunci贸n dio una recepci贸n a la que asistieron oficiales y diplom谩ticos de diferentes pa铆ses. Entre ellos, el jefe de inteligencia de Alfredo Stroessner, coronel Benito Guanes, y el embajador de Estados Unidos, George Landau.
El coronel Guanes estaba al tanto del viaje del director de la CIA, Vernon Walters. En un momento, el embajador Landau tom贸 de un brazo a Guanes y lo condujo con discreci贸n a un rinc贸n de la sala.
―Recib铆 un llamado del general Walters ―dijo el embajador―. Parece que surgi贸 un problema con los pasaportes de los dos chilenos que van a viajar a Washington. El Departamento de Estado ha decidido suspender sus visas. As铆 que van a tener que usar sus pasaportes chilenos.
El martes 24, el embajador cen贸 con el general Enrique Morel, agregado militar de Santiago en Washington. Uno de los asistentes, cuyo nombre aparecer谩 tachado en los documentos desclasificados, inform贸 que se hab铆a reunido con Contreras el pasado mes de julio. El jefe del Servicio Nacional de Informaci贸n, el coronel brasile帽o Joao Batista Figueiredo, le mencion贸 por escrito que Orlando Letelier y Juscelino Kubitschek deb铆an ser neutralizados porque apoyaban la candidatura de Jimmy Carter, considerado un peligro para la seguridad de Am茅rica del Sur.
Lo primero que hizo el estadounidense que trabajaba para la Dina, Michael Townley, fue ponerse en contacto con cinco cubanos de su lista personal: Guillermo Novo, Ignacio Novo, Virgilio Paz Romero, Dionisio Su谩rez y Alvin Ross D铆az. Los cinco aceptaron.
Poco antes, Townley hab铆a participado con uno de ellos en una operaci贸n que hab铆a sumado un nuevo 茅xito. El 9 de agosto, la CIA lo envi贸 a Buenos Aires junto con el cubano Guillermo Novo. Aunque Novo se encontraba bajo libertad condicional por el atentado contra una embarcaci贸n cubana en Canad谩, pudo acompa帽arlo a Buenos Aires para interrogar a dos diplom谩ticos cubanos que hab铆an sido secuestrados por grupos paramilitares argentinos. Luego del interrogatorio, Crescencio Gala帽ega Hern谩ndez de 26 a帽os, y Jes煤s Cejas Arias de 22 a帽os, desaparecieron para siempre. Seg煤n un testigo que no revel贸 su nombre, sus cuerpos fueron arrojados en los cimientos de un edificio en construcci贸n de Buenos Aires.
Como muchos miembros de la Operaci贸n C贸ndor, el 23 de agosto Townley se hizo de un pasaporte falso en Paraguay a nombre de Juan Williams Rose. Cuando fueron por las visas, el embajador George Landau puso reparos. Pero Landau recibi贸 una visita de la mano derecha del dictador paraguayo, quien le inform贸 que las visas fueron solicitadas por Pinochet para “una reuni贸n especial” con el subdirector de la CIA, Vernon Waters, en Washington. Poco despu茅s las visas fueron asignadas a los pasaportes falsos. El embajador copi贸 los pasaportes y los envi贸 a Vernon Waters para su autenticaci贸n, quien respondi贸 que no sab铆a qui茅nes eran estos agentes chilenos.
El 3 de agosto de 1976, el Subsecretario de Estado, Harry Shlaudeman, le inform贸 a Henry Kissinger sobre posibles asesinatos de figuras internacionales. En el Departamento de Estado, los funcionarios discutieron c贸mo deber铆a proceder el gobierno de Estados Unidos y varios de los principales asesores recomendaron una respuesta directa y contundente a Chile contra cualquier magnicidio que pudiera desatar un esc谩ndalo internacional.
El 23 de agosto, Kissinger firm贸 un cable dirigido a las embajadas de Uruguay, Paraguay y Chile. Los embajadores fueron informados de los informes de la CIA sobre asesinatos planeados y dirigidos dentro y fuera del territorio de los miembros de la Operaci贸n C贸ndor con instrucciones de colaborar con los colaboradores. Washington estaba al tanto de los asesinatos planeados de “figuras prominentes” y continuaba preocupado por el impacto en la opini贸n internacional.
Al d铆a siguiente, el embajador de Estados Unidos en Chile, David Popper, se opuso a participar en el pedido de pasaportes de Pinochet. Popper sab铆a que Pinochet tomar铆a la medida cautelar como un insulto y que minar铆a la colaboraci贸n con su r茅gimen, pero no ten铆a muchas alternativas. El embajador de Estados Unidos en Uruguay tambi茅n dud贸. Consider贸 que pasar en alto tal advertencia pondr铆a en peligro su vida.
El 30 de agosto, el Subsecretario para Asuntos Interamericanos, Harry Shlaudeman, le envi贸 un memorando a Kissinger solicitando permiso para permitir que el embajador de Estados Unidos en Uruguay, Ernest Siracusa, se reuniese con altos funcionarios de Operaci贸n C贸ndor: “Debemos evitar una serie de asesinatos internacionales que podr铆an causar graves da帽os a la reputaci贸n de nuestros pa铆ses”.
Pero Kissinger y la CIA no ten铆an ese tipo de preocupaciones.
El 28 de agosto The Nation public贸 el art铆culo de Orlando Letelier titulado “Los Chicago Boys en Chile”. En la p谩gina 137, sus asistentes en el Institute for Policy Studies en Washington, Ronnie y Michael Moffitt, reconocieron la voz de Orlando en la letra impresa:
“Las pol铆ticas econ贸micas est谩n condicionadas por la situaci贸n social y pol铆tica en la que se ponen en pr谩ctica y, al mismo tiempo, las modifican. Por lo tanto, las pol铆ticas econ贸micas se introducen siempre para alterar las estructuras sociales.
Es curioso que el hombre que escribi贸 un libro titulado Capitalismo y libertad [Milton Friedman] afirmando que s贸lo el liberalismo econ贸mico cl谩sico puede sustentar una democracia pol铆tica, pueda ahora divorciar tan f谩cilmente la econom铆a de la pol铆tica cuando las teor铆as econ贸micas que defiende coinciden con una restricci贸n absoluta de todos los derechos y de todas las libertades democr谩ticas. Ser铆a de esperar que si quienes restringen la empresa privada son considerados responsables de los efectos de sus medidas en la esfera pol铆tica, quienes imponen una “libertad econ贸mica” sin restricciones tambi茅n deber铆an ser considerados responsables, sobre todo cuando la imposici贸n de esta pol铆tica va inevitablemente acompa帽ada de una represi贸n masiva, hambre, desempleo y la permanencia de un estado policial brutal… La represi贸n para las mayor铆as y la ‘libertad econ贸mica’ para peque帽os grupos privilegiados son dos caras de la misma moneda”.
―Orlando es el candidato ideal para ser el pr贸ximo presidente de Chile ―dijo Ronni.
―Eso mismo me preocupa ―insisti贸 Michael.
Su antiguo asistente, el general Augusto Pinochet, deb铆a pensar lo mismo. La estatura pol铆tica e intelectual de Letelier crec铆a de forma acelerada. Trabajaba en el IPS, daba clases en la Amercian University y hab铆a logrado que el gobierno de Holanda retuviera una importante inversi贸n del grupo minero Stevin en Chile. Acababa de recibir una oferta por un libro con un anticipo de derechos igual a lo que ganaba en un a帽o en IPS. No exist铆a en el exilio una figura con m谩s reconocimiento y aceptaci贸n. Tambi茅n ten铆a el apoyo de muchos senadores en Washington; sol铆a almorzar con Ted Kennedy, Hubert Humphrey y George McGovern. La activista feminista Angela Yvonne Davis y otras figuras de los movimientos sociales sol铆an visitarlo en su casa de Bethesda.
Pero Letelier y los exiliados de las dictaduras fascistas de Am茅rica Latina ten铆an una debilidad notoria: escrib铆an art铆culos, daban conferencias. No pon铆an bombas en las embajadas, en los teatros ni en los aviones.
La Dina tambi茅n tom贸 nota de este peligro. Orlando Letelier en Washington, Juscelino Kubitschek en Rio de Janeiro y Jo茫o Goulart en Corrientes fueron neutralizados antes de que terminase el a帽o 1976. Entre muchos otros.
Jorge Majfud. Cap铆tulo adaptado de 1976. El exilio del terror.
https://www.facebook.com/javier.mirelesortiz/videos/3656126324640378
