En una entrevista con ANF, Îbrahîm Spîndar, abogado y político del Kurdistán del Sur (norte de Irak), evaluó la evolución de la política y la seguridad en Oriente Medio. Destacó que las fronteras estatales y las estructuras centralistas de la región se ven cada vez más afectadas, y que el sistema monista de Estados-nación tiene dificultades para funcionar.
Según Spîndar, esta disolución no representa una amenaza para el pueblo kurdo, sino una oportunidad histórica. "El pueblo kurdo, al que se le ha negado durante siglos, actúa hoy por primera vez de forma tan organizada, visible y políticamente consciente", afirmó, y citó la autonomía democrática en Rojava, la creciente conciencia política en Bakur (Kurdistán del Norte), la resistencia social en Rojhilat (Kurdistán Oriental) y la experiencia administrativa en Bashur (Kurdistán del Sur), lo que demuestra que los kurdos de las cuatro partes del Kurdistán pueden actuar con una conciencia nacional compartida.
Spîndar indicó que algunas potencias regionales e internacionales están impulsando una solución que no incluya a los kurdos, y añadió: "El pueblo kurdo ya no es el mismo de antes, ni tampoco el mundo. La legitimidad internacional de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), los logros del pueblo de Rojava y el poder político de la comunidad kurda han demostrado que una solución que no incluya a los kurdos es imposible".
Spîndar señaló que la lucha armada debe ahora dar paso al razonamiento político, la diplomacia y el trabajo social, y explicó que la decisión del PKK de poner fin a la lucha armada también es resultado de esta nueva realidad política.
Spîndar recordó que el sistema del Estado-nación, especialmente el Estado turco, se fundó sobre una base étnica. A los kurdos se les negaron todos los derechos; el concepto de un solo Estado, una sola lengua y una sola religión los invisibilizó e ignoró su existencia política y cultural, y la lucha armada fue una defensa contra esta política de aniquilación, añadió.
Spîndar explicó que el PKK luchó con criterios socialistas durante una época en la que no existían bases para la política legal y que ahora ha despertado la conciencia entre el pueblo kurdo. "Los avances logrados en Rojava están en la mira del Estado turco, pero el proceso ahora es diferente. Las SDF no son solo una fuerza militar, sino que también se han convertido en un actor político eficaz con legitimidad internacional. Turquía ya no tiene los medios para eliminar este poder", advirtió.
El político kurdo afirmó que la lucha ahora debe librarse no sólo en las montañas, sino también en la mesa diplomática, en los medios de comunicación, en las organizaciones sociales y en la economía.
Tras señalar que el Estado turco sigue insistiendo en una solución sin los kurdos, Spîndar indicó que la sensatez política, la diplomacia, la unidad nacional y la movilización social deben prevalecer sobre la lucha armada. La decisión del PKK de poner fin a la lucha armada, afirmó, forma parte de esta transformación.
Spîndar destacó que las estructuras estatales en Medio Oriente están siendo sacudidas y el paradigma del Estado-nación está colapsando, y dijo que los sistemas centralizados están siendo reemplazados por estructuras federales y autónomas, y que los poderes hegemónicos quieren estructuras fragmentadas y debilitadas en lugar de Estados-nación fuertes.
Estos acontecimientos coinciden con los intereses regionales del pueblo kurdo. En esta ecuación, paralela a la política de seguridad de Israel, es posible incluir a los kurdos en lugar de excluirlos. La agitación en Rojava, Rojhilat y Bashur es el dolor de esta transformación, afirmó.
Según Spîndar, la crisis económica en Bashur es una estrategia del gobierno central y se está ejerciendo toda la presión para mantener a los kurdos al margen del proceso de cambio. "Sin embargo, si se interpreta correctamente, esta vez los kurdos podrían ser los agentes del cambio en lugar de verse marginados", señaló.
"Por esta razón, todos los partidos, formaciones políticas, organizaciones de la sociedad civil e intelectuales kurdos deben dejar de lado sus agendas cortoplacistas y unirse en torno a una estrategia nacional común. Debemos centrarnos en nuestros puntos en común, no en nuestras diferencias. Si se toman las medidas adecuadas, este siglo podría ser el siglo del pueblo kurdo", concluyó.