Una investigación realizada por World Vision y dirigida por niños y niñas en 13 países afirma que las comidas escolares son un salvavidas
El Informe se presentará en la Cumbre Mundial sobre Comidas Escolares de 2025 que se celebra en Brasil el 18 y 19 de septiembre
Para la infancia, las comidas escolares marcan la diferencia entre aprender y abandonar la escuela, entre la dignidad y la exclusión, entre el hambre y la esperanza
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World Vision. Camboya |
«La alimentación escolar en nuestras palabras: eligiendo nuestro futuro»
Madrid, a 18 de septiembre de 2025: Un nuevo estudio dirigido por niños y niñas y realizado por la organización mundial de ayuda humanitaria, desarrollo y defensa World Vision, en el que participaron 1.235 niños y niñas de entre 3 y 18 años, pone al descubierto la realidad de las comidas escolares a través de los ojos de quienes mejor las conocen.
«La alimentación escolar en nuestras palabras: eligiendo nuestro futuro» ha sido realizado por jóvenes investigadores de diferentes partes del mundo, desde las zonas urbanas de Brasil hasta las rurales de Zimbabue. Los resultados son sorprendentes: para la infancia, las comidas escolares marcan la diferencia entre aprender y abandonar la escuela, entre la dignidad y la exclusión, entre el hambre y la esperanza. Sin embargo, millones de niños y niñas siguen sin tener acceso a ellas.
La infancia se expresó con claridad y rotundidad:El 59 % valoró positivamente sus comidas, pero el 38 % expresó su insatisfacción.
En Ruanda y Zambia, las comidas mantuvieron a los niños y niñas en la escuela y redujeron las tasas de abandono escolar.
En Zimbabue, los niños y niñas describieron el devastador impacto de un suministro de alimentos irregular o inadecuado: hambre, fatiga y exclusión del aprendizaje.
La mayoría de los niños y niñas afirmaron que rara vez, o nunca, se les consultaba sobre lo que comían.
El informe también revela lo que funciona. En todos los contextos, entre el 70 % y el 95 % de los niños y niñas dijeron que las comidas les ayudaban a concentrarse. En Camboya y Perú, las comidas escolares seguras y nutritivas mejoraron la concentración en clase, redujeron los gastos alimentarios de los hogares y mantuvieron a más niños y niñas en la escuela. En Malawi, las papillas enriquecidas aumentaron la asistencia. En todos los contextos, entre el 70 % y el 95 % de los niños y niñas afirmaron que las comidas les ayudaban a concentrarse. Y los beneficios se extendían mucho más allá del aula: en Indonesia y la República Dominicana, la infancia relacionaba las comidas escolares con una reducción del estrés familiar y una mayor sensación de ser cuidados en la escuela.
Para Karla, una niña de 13 años de la República Dominicana, que la escuchen es más que un derecho, es un reconocimiento de su realidad cotidiana. Ella lo expresa con sencillez: «Las comidas escolares garantizan al menos una comida al día. Ayudan a familias como la mía».
Las cifras confirman sus palabras. Cada dólar invertido en comidas escolares genera entre 3 y 9 dólares en beneficios sociales y económicos. Algunos estudios apuntan a unos beneficios agregados de hasta 35 dólares en todos los sectores. Pocas intervenciones aportan un valor tan extraordinario.
«Las comidas escolares son mucho más que un plato de comida, son una inversión poderosa y probada en el potencial humano, las economías nacionales y la equidad social. No se trata solo de una cuestión nutricional, sino de dignidad, justicia y educación. Y los mejores para decirnos cómo hacerlo bien son los propios niños y niñas», explica Lisa O’Shea, directora sénior de Defensa digital y dirigida por niños, Defensa y participación externa de World Vision.
A pesar de estas pruebas, la financiación externa se está reduciendo. Los avances logrados en contextos frágiles y humanitarios corren un grave riesgo de desmoronarse. 2.300 millones de personas se enfrentan actualmente a una inseguridad alimentaria moderada o grave. Solo en África, el hambre afecta a más de 307 millones de personas, aproximadamente una de cada cinco. No se trata de números en una hoja de cálculo, sino de madres que se saltan comidas para que sus hijos puedan comer y adolescentes que abandonan la escuela para buscar trabajo.
Este estudio forma parte de la campaña “SUFICIENTE” de World Vision, que pide el fin del hambre y la malnutrición infantil en todo el mundo y se presentará en la Cumbre Mundial sobre Comidas Escolares de 2025 , que se celebra en Brasil el 18 y 19 de septiembre, un momento crucial para garantizar compromisos audaces y duraderos que aseguren comidas escolares nutritivas para todos los niños y niñas, en todas partes, para 2030. El llamamiento de World Vision no puede ser más claro: los líderes deben actuar ahora. Las comidas escolares son una inversión estratégica en capital humano, desarrollo nacional y, sobre todo, en el futuro de la infancia.
«Para los gobiernos, los donantes y los socios para el desarrollo, el mensaje es claro: lo que se necesita ahora es una acción audaz y sin complejos. No actuar no es solo una negligencia, es imperdonable», concluye Lisa O'Shea.
«La alimentación escolar en nuestras palabras: eligiendo nuestro futuro» ha sido realizado por jóvenes investigadores de diferentes partes del mundo, desde las zonas urbanas de Brasil hasta las rurales de Zimbabue. Los resultados son sorprendentes: para la infancia, las comidas escolares marcan la diferencia entre aprender y abandonar la escuela, entre la dignidad y la exclusión, entre el hambre y la esperanza. Sin embargo, millones de niños y niñas siguen sin tener acceso a ellas.
La infancia se expresó con claridad y rotundidad:El 59 % valoró positivamente sus comidas, pero el 38 % expresó su insatisfacción.
En Ruanda y Zambia, las comidas mantuvieron a los niños y niñas en la escuela y redujeron las tasas de abandono escolar.
En Zimbabue, los niños y niñas describieron el devastador impacto de un suministro de alimentos irregular o inadecuado: hambre, fatiga y exclusión del aprendizaje.
La mayoría de los niños y niñas afirmaron que rara vez, o nunca, se les consultaba sobre lo que comían.
El informe también revela lo que funciona. En todos los contextos, entre el 70 % y el 95 % de los niños y niñas dijeron que las comidas les ayudaban a concentrarse. En Camboya y Perú, las comidas escolares seguras y nutritivas mejoraron la concentración en clase, redujeron los gastos alimentarios de los hogares y mantuvieron a más niños y niñas en la escuela. En Malawi, las papillas enriquecidas aumentaron la asistencia. En todos los contextos, entre el 70 % y el 95 % de los niños y niñas afirmaron que las comidas les ayudaban a concentrarse. Y los beneficios se extendían mucho más allá del aula: en Indonesia y la República Dominicana, la infancia relacionaba las comidas escolares con una reducción del estrés familiar y una mayor sensación de ser cuidados en la escuela.
Para Karla, una niña de 13 años de la República Dominicana, que la escuchen es más que un derecho, es un reconocimiento de su realidad cotidiana. Ella lo expresa con sencillez: «Las comidas escolares garantizan al menos una comida al día. Ayudan a familias como la mía».
Las cifras confirman sus palabras. Cada dólar invertido en comidas escolares genera entre 3 y 9 dólares en beneficios sociales y económicos. Algunos estudios apuntan a unos beneficios agregados de hasta 35 dólares en todos los sectores. Pocas intervenciones aportan un valor tan extraordinario.
«Las comidas escolares son mucho más que un plato de comida, son una inversión poderosa y probada en el potencial humano, las economías nacionales y la equidad social. No se trata solo de una cuestión nutricional, sino de dignidad, justicia y educación. Y los mejores para decirnos cómo hacerlo bien son los propios niños y niñas», explica Lisa O’Shea, directora sénior de Defensa digital y dirigida por niños, Defensa y participación externa de World Vision.
A pesar de estas pruebas, la financiación externa se está reduciendo. Los avances logrados en contextos frágiles y humanitarios corren un grave riesgo de desmoronarse. 2.300 millones de personas se enfrentan actualmente a una inseguridad alimentaria moderada o grave. Solo en África, el hambre afecta a más de 307 millones de personas, aproximadamente una de cada cinco. No se trata de números en una hoja de cálculo, sino de madres que se saltan comidas para que sus hijos puedan comer y adolescentes que abandonan la escuela para buscar trabajo.
Este estudio forma parte de la campaña “SUFICIENTE” de World Vision, que pide el fin del hambre y la malnutrición infantil en todo el mundo y se presentará en la Cumbre Mundial sobre Comidas Escolares de 2025 , que se celebra en Brasil el 18 y 19 de septiembre, un momento crucial para garantizar compromisos audaces y duraderos que aseguren comidas escolares nutritivas para todos los niños y niñas, en todas partes, para 2030. El llamamiento de World Vision no puede ser más claro: los líderes deben actuar ahora. Las comidas escolares son una inversión estratégica en capital humano, desarrollo nacional y, sobre todo, en el futuro de la infancia.
«Para los gobiernos, los donantes y los socios para el desarrollo, el mensaje es claro: lo que se necesita ahora es una acción audaz y sin complejos. No actuar no es solo una negligencia, es imperdonable», concluye Lisa O'Shea.