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La prohibición para que las mujeres trabajen afecta la asistencia humanitaria en Afganistán


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El endurecimiento de las restricciones impuestas por los talibanes a las mujeres que trabajan con las agencias de la ONU ha obligado a esos organismos a recortar servicios esenciales por falta de personal, afectando así la respuesta humanitaria a la población siniestrada por el terremoto en el este de Afganistán.

“En la ONU, todos estamos sufriendo el endurecimiento de la prohibición para que las mujeres colaboren con nosotros (…) Simplemente no podemos operar sin ellas”, declaró Arafat Jamal, representante en Afganistán de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), un día después de que los organismos advirtieran que las medidas de las autoridades de facto han afectado la asistencia vital a cientos de miles de personas.

La Misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) informó que el domingo pasado, las fuerzas de seguridad de facto en el país impidieron la entrada de personal femenino nacional y contratistas de la ONU a las instalaciones del organismo internacional en Kabul.

Labor imposible sin las trabajadoras

Dadas las restricciones, el martes ACNUR debió cerrar temporalmente sus centros de apoyo y entrega de efectivo para afganos vulnerables, tanto en la frontera como en zonas donde muchas personas han regresado de Irán, Pakistán y otros lugares desde principios de año.

El proceso de registro implica proporcionar datos biométricos, además de la evaluación y las entrevistas, una labor “totalmente imposible” sin las trabajadoras afganas, dijo Jamal, explicando que más de la mitad de los retornados son mujeres.

“Fue una decisión operativa. No se tomó para castigar a nadie ni para hacer establecer una posición, simplemente demuestra que no podemos funcionar sin trabajadoras en determinadas circunstancias”, abundó.

Más de 2,6 millones de retornados

Desde principios de año, unos 2,6 millones de afganos han regresado de países vecinos, la mayoría de ellos no por decisión propia.

Jamal señaló que el ritmo de retornos continúa aumentando, con casi 100.000 personas cruzando de regreso desde Pakistán solo en la primera semana de septiembre, “poniendo a prueba nuestras capacidades y las de este país”.

Futuro sombrío para los niños damnificados

En el mismo tono, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) advirtió que Afganistán aún se está recuperando del terremoto de magnitud 6,0 ​​que azotó las provincias de Kunar y Nangarhar el 31 de agosto, seguido de múltiples réplicas fuertes.

Al menos 1172 niños han muerto, más de la mitad del total de fatalidades, precisó el doctor Tajudeen Oyewale, representante de UNICEF en Afganistán.

En una videoconferencia, Oyewale describió a la prensa su encuentro con tres niñas y un niño rescatados en Machkandol, Nangahar.

Para las niñas era aún más desolador; estaban perdidas; perdieron a sus familias, sus hogares se destruyeron”, dijo.

Además, el ganado de la familia murió. “Y para estas niñas y este niño, el futuro es completamente sombrío”, agregó.

Accesos peligrosos

Las provincias afectadas por el terremoto son montañosas y extremadamente remotas, detalló el funcionario de UNICEF.

“Es un terreno empinado y difícil de transitar (…) Nos tomó unas tres horas y media conducir, 40 minutos de los cuales fueron por carretera asfaltada y el resto por caminos de tierra en mal estado, con muchas curvas y congestionados por vehículos que se aproximaban y, sobre todo, con desprendimientos de rocas en la carretera”.

Los trabajadores humanitarios advierten que el terremoto ha agudizado los de por sí graves problemas que ya enfrentaba Afganistán.

Hasta ahora, se estima que el desastre causó más de 2164 muertos, hirió al menos a 3428 personas y destruyó o dañó gravemente unas 6700 viviendas.

“Detrás de estas cifras hay niños abandonados entre los escombros y familias destrozadas en un abrir y cerrar de ojos (…) UNICEF hace todo lo posible para brindarles a estos niños y familias el apoyo que necesitan”, aseguró Oyewale.





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