Ir al contenido principal

Cómo conocí a la corte celestial



Livia Diaz

Un dia como este me encontré sola en Buenos Aires sin saber qué hacer para prolongar mi estancia en Argentina. Entré a un locutorio con tan buena estrella que estaba en línea Bastian Carlos Bonserio En aquél momento sólo había un mensajero de Hotmail para comunicarnos en tiempo real. ¿Alguien lo recuerda? Me preguntó en donde estaba y dijo enfrente hay un restaurante tal y tal, come algo mientras llego. Era el Día de las madres. Estaban familias celebrando y me entró el sentimiento... comía y lloraba. Luego llegó mi amigo a quien sólo conocía por la red y con quién trabajé en el diseño interior de su novela "Médano Blanco". Como todo fue de repente el poeta no sabia qué hacer conmigo y en el camino en su coche recordó, "ah mi tío, seguro sabe de una pensión o algo..." y asi fue que me llevó a un convento. El tío, un hombre en enorme en muchos sentidos, como sacerdote estaba por dar misa, en el también Dia de la parroquia y dedicada en honor a San Benito. Eran como las siete cuando empezó la celebración eucarística, luego confesó y como a las nueve que terminó yo ya estaba bendecida, y el acabó sus labores y estando en el pasillo exterior conversando se pregunta en voz alta ¿A dónde podemos hospedar a esta poeta de Poza Rica? Al mismo pasa una beata y le dice "aqui enfrente padre Juan, con las monjas benedictinas." El sorprendido, alegre, exaltado va y me toca el hombro y me dice "¡Esto es cosa de Dios... ¿Viste? ¡Yo no sabía a donde y la señora pasa, viene, y me lo dice!" Para entonces me habían pasado tantas cosas marianas que no dudé del santo, la santa, dios, las monjas, ni nada. Solo tenía miedo. Pues era una turista de la iglesia como a la fecha me dice el padre Johnny Juan Jaime Suarez Silva Cruzamos la calle de esa gran iglesia de Belgrano que se parece mucho a la de Colegio Salesiano en la colonia Anáhuac de la Ciudad de México a unos metros de donde crecí, y terminamos ante un gran portón de donde salió una mujer regordeta y rubia, alemana, con muy buena onda y que habla muy bien el idioma y me dió hospedaje, con ayuda de una chica novicia, de la provincia en un pequeño departamento en uno de varios edificios de esas casas que son enormes como castillos de película inglesa. Lo más parecido que había visto a eso es la Embajada Rusa en México. Mi amigo me dejó allí y habló con ellas y luego me dijo no te preocupes por los gastos, yo pago, tranquila, descansa, mañana es otro día. Casualmente era domingo y como este, había una gran tragedia en ese país hermoso, sucedía un presidente a otro, volaron las divisas, muchos perdieron su trabajo, y por las noches iban por alimentos que le daban las madres que dedican su servicio a la educación... Allí habían otras congregaciones.. había varios edificios, monjas de claustro, y otras que distinguía sin meterme mucho en el tema vi que usaban varios comedores y cocinas distintas y estancias. Tenían también lo que en Xalapa se conoce como pupilas. La mesa que me dieron a mí la llenaban con viandas para desayunar, comer y cenar con tantas cosas y tan variadas, tan generosas, que me la pasaba cada dia dando las gracias, gracias, gracias y pensando en quedarme y/o volver. Pero en general, dejándome guiar. Y todos esos días conocí cosas sorprendentes como las llamadas Barrancas de Belgrano que son jardines adonde se iban a asolear los bonaerense, el tren, el metro, Quilmes y la Biblioteca Nacional adonde me hice una foto -que ahorita no pude encontrar porque está roto Flickr,- mi amigo me llevó a lo que equivale aquí a Las Espadas de Brasil, y al Rosedal, y con Mario Lillo conocí la calle del tango y me senté en donde se supone estuvo Alfonsina Storni en un restaurante tan famoso El Torrini, que por todos lados tiene señalado que si aquí se sentó Lorca, y así. Fueron unos días muy bonitos, que siguen en mi piel. No olvido colores, aromas, sentimientos. Para poderme ir tuve muchos cómplices en #PozaRica y también tuve que enfrentar al poder de su alcalde. Y al gobernador. Pero al final todo salió bien. Lo logré. Cumplí el objetivo que era ir al primer encuentro de poetas en Gualeguaychú y Entre Ríos convocado por la SADE. ¡Cómo me fue bien.! Me reconocieron dándome un decreto municipal de visitante distinguida y aunque no llevaba dinero -más que 36 dólares que me regaló la pintora Beatriz Leal,- nunca me faltó para nada ni para pasajes ni comida y hasta traje unos pocos regalos. Y es que me llevé unos cassette del Chavo del ocho que allá lo aman y de Paquita la del Barrio y fotos que me dio Jorge Huerta Estrada y otras cosas que vendí o truequeé. A mi regreso el padre me pidió que fuera ante la Virgen de Guadalupe y que le pidiera interceder por su país cuyo Pueblo estaba sufriendo mucho. Y lo hice. Me bajé del avión en Cancún, porque hasta ahí me alcanzó el pasaje y me fui a Mérida adonde un amigo me iba a dar para seguirle en camión hasta mi casa. En tanto, me prestó un cuarto del que, apenas salir, me topé un montón de novicias y siguiéndolas di con la imagen de La reina de México que tenia como lienzo muchos angelitos. Me senté a su lado y me dispuse a platicarle todo lo vivido y los encargos. Al salir entré a una tienda de cosas religiosas y pensé en comprar la imagen para llevarla de recuerdo. Como no coincidía dije esa no es. Y me enseñaban mas y más y yo renegando, como ya dije bien ignorante de todos los asuntos celestiales, pedía la que vi, llena de angelitos sin saber que solo tiene uno debajo. Me regresé a verla para constatar y grande fue mi sorpresa de que la Virgen de Guadalupe no tiene alrededor montones de angelitos. Pero... Yo los vi.








ARCHIVOS

Mostrar más


OTRA INFORMACIÓN ES POSIBLE

Información internacional, derechos humanos, cultura, minorías, mujer, infancia, ecología, ciencia y comunicación

ElMercurioDigital.es, editado por mercurioPress/El Mercurio de España bajo licencia de Creative Commons. Medio independiente propiedad de Ángel Rojas Penalva
©Desde 2002 en internet
Otra información es posible