Cristina Bazán y Meritxell Freixas | EFE
Sumaiya tenía 14 años cuando sus padres decidieron casarla en un intento de sobrellevar la pobreza que embargaba a la familia, oriunda de Bangladesh. Como ella, cada tres segundos una niña es forzada a casarse en el mundo, una realidad que persiste bajo la clandestinidad y normalidad pese a que cada vez más países deciden prohibir esta práctica violenta.
Su historia es parte del informe Déjame ser una niña, no una esposa, de Plan Internacional, que recoge los testimonios de 250 niñas que fueron casadas en Bangladesh, Camboya, Indonesia, Nepal, Etiopía, Mozambique, Uganda, Zambia, Colombia, República Dominicana, Guatemala, Ecuador, Nigeria, Níger y Togo, y que pone en evidencia que los matrimonios y las uniones infantiles tempranas y forzadas siguen siendo una de las mayores amenazas para las niñas a nivel mundial.
"Me casaron muy joven. No me permitieron estudiar ni progresar en la vida, me privaron de todo", señaló Juna, de 24 años, de Nepal, quien añadió que no dejará que le pase eso a su hija. "Quiero que tenga un futuro brillante, y eso solo es posible si estudia y consigue un trabajo (...) El matrimonio temprano solo conduce a un futuro sombrío", continuó.
De acuerdo a cifras de Plan Internacional, cada año, en el mundo, doce millones de niñas se casan antes de cumplir los 18 años, 480.000 de ellas tienen menos de 15 años.
Es "una violación de derechos de gran alcance", que está "impulsada por la pobreza y por normas de género profundamente arraigadas, y que además ha resultado extremadamente difícil de erradicar", señala la organización.
El Convenio de Estambul, el tratado internacional más completo que existe sobre violencias machistas, reconoce los matrimonios forzados como un tipo de violencia machista con graves consecuencias para las menores, aunque su ámbito es solo europeo.
El impacto de la unión forzada en la vida de las niñas
Las uniones forzadas afectan de manera desproporcionada a las niñas y adolescentes ya que las condena a la disminución de su poder de decisión, a la exclusión de las protecciones legales y a un acceso limitado a la educación. Menos de una de cada cinco niñas casadas permanece en la escuela después del matrimonio, según datos del informe.
Además, se les priva de derechos fundamentales, incluidos la salud y los derechos sexuales y reproductivos y están expuestas a un mayor riesgo de violencia de género. Más de ocho de cada diez (85 %) de las niñas que reportaron haber sufrido violencia dentro de sus matrimonios estaban casadas con hombres al menos cinco años mayores que ellas.
"El aislamiento social y la imposibilidad de interactuar libremente con sus pares o de participar en la fuerza laboral intensifican la angustia psicológica y otros problemas psicosociales", se añade en la investigación.
Muchas de estas uniones forzadas son ilegales o informales, lo que deja a las niñas sin protecciones legales relacionadas con la propiedad, manutención conyugal o herencia. Las que se convierten en madres enfrentan barreras adicionales cuando tienen que reclamar la custodia de sus hijos o la pensión alimenticia, lo que hace más difícil que abandonen el matrimonio.
"Las uniones informales van en aumento, con el riesgo de que el matrimonio infantil sea más difícil de rastrear y la práctica se vuelva menos visible", advierte Plan Internacional.
Y es que los datos de las entrevistadas son alarmantes: Casi la mitad (45 %) se casaron con un hombre cinco o más años mayor que ellas, y algunas con hombres más de 10 o 20 años mayores. Una de cada cuatro (25 %) señaló que no tuvo voz en la decisión de casarse.
Asimismo, casi dos de cada cinco (38 %) informaron no tener voz en la toma de decisiones del hogar y una de cada seis (17 %) se identificó como marginalizada.
Los matrimonios y las uniones infantiles forzadas están cada vez más condicionadas por las relaciones digitales, revela el informe.
En este tipo de relaciones, las niñas suelen "sentirse empoderadas, percibiendo que sus uniones se basan en el amor". Son ellas las que terminan "eligiendo" casarse con alguien, y no sus padres, pero siguen siendo igual de vulnerables que en las uniones forzadas.
De hecho, uno de los hallazgos que más sorprendieron a los investigadores fue "la cantidad de niñas que hablaron de casarse por amor". Sin embargo, la situación suele ser más compleja porque los padres presionan a sus hijas para casarse o formalizar relaciones con sus novios con el fin de preservar la reputación de la niña y el honor de la familia.
"La tecnología no cambia los comportamientos. En línea, los hombres mayores pueden seguir explotando la vulnerabilidad emocional y económica de las niñas, presentando el matrimonio como una salida a la dificultad", añade el documento.
En Asia y América Latina, las niñas reportaron de manera consistente haber conocido a sus futuros esposos a través de plataformas de redes sociales. Por ejemplo, Cheata, una joven de 16 años del área rural de Camboya, y Adinda, también de 16 años, pero de Indonesia, conocieron a los hombres con los que se casaron por Facebook.
"El matrimonio infantil ya no es únicamente una práctica tradicional basada en arreglos familiares", alerta la organización.
En los quince países estudiados, incluso cuando se casan "por amor", las niñas terminan adoptando roles de género establecidos como parejas normalmente subordinadas, madres y trabajadoras domésticas. "Muchas expresan arrepentimiento y todas rechazan el matrimonio infantil para sus propias hijas o hijos".
Plan Internacional llama a los Estados a invertir y ampliar programas que aborden las creencias, prácticas y expectativas sociales perjudiciales que impulsan el matrimonio infantil. Además, a garantizar que las niñas casadas y aquellas que están en riesgo de matrimonio infantil conozcan sus derechos, tengan acceso a los servicios que necesitan y puedan construir el futuro que elijan.