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El Nobel de la Paz, ¿Un Arma Geopolítica para la Invasión?

La Ofensa del Galardón a María Corina Machado

Por Lois Perez Leira, Resumen Latinoamericano,

​La confirmación de que María Corina Machado ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025 es un golpe de efecto geopolítico y, para millones de personas en el mundo, una ofensa descarada a la esencia misma del premio. Esta decisión del Comité Noruego del Nobel no es un reconocimiento a la paz, sino la validación y el espaldarazo oficial del «imperio» a una narrativa de confrontación extrema, sanciones devastadoras y, lo que es más grave, la promoción abierta de la intervención extranjera y la invasión en la República Bolivariana de Venezuela. El Nobel de la Paz ha dejado de ser un faro moral para convertirse en una herramienta de la realpolitik y la desestabilización.


​La Golpista Galardonada: Un Símbolo de Confrontación, No de Paz


​La trayectoria política de Machado está marcada por el radicalismo y el rechazo sistemático al diálogo soberano como vía de solución para la crisis venezolana. El Comité del Nobel la premia por «mantener viva la llama de la democracia,» pero ignora o blanquea intencionalmente los elementos más oscuros de su lucha: su apoyo ferviente a las sanciones económicas de Estados Unidos, instrumentos que han estrangulado la economía venezolana y han provocado un inmenso sufrimiento humano que la propia crítica describe como responsabilidad directa e indirecta de muertes. ¿Cómo puede un premio a la Paz honrar a alguien que ha justificado el castigo colectivo de su propio pueblo a través de medidas coercitivas unilaterales? La respuesta es simple: este no es un premio a la paz, es un premio a la utilidad política para los intereses occidentales.


​El Caballero de Troya Diplomático al Servicio del Imperio

El verdadero peligro de esta condecoración reside en su utilidad futura. Al revestir a Machado con el prestigio de un Nobel de la Paz, la oligarquía occidental y las élites de Washington obtienen el arma diplomática perfecta para legitimar cualquier escalada futura en Venezuela. La narrativa es clara: ¿quién en el «imperio yanqui» o en la Unión Europea se atreverá a no apoyar incondicionalmente a una eventual presidencia títere encabezada por una «mujer recién galardonada con el Premio Nobel de la Paz»? El galardón silencia la crítica a la injerencia y fortalece la narrativa pro-invasión. Se ha creado un caballero de Troya moral que usa el alto significado del premio para impulsar una agenda de cambio de régimen que pasa por alto la soberanía nacional y que desprecia la autodeterminación del pueblo venezolano.
​Si el Premio Nobel de la Paz ha sido entregado anteriormente a figuras controvertidas (la mención del genocida Henry Kissinger o la crítica a otros políticos alineados con la hegemonía), este caso consolida la preocupante tendencia: el comité, lejos de seguir el espíritu de Alfred Nobel, parece estar activamente al servicio de la política exterior de las grandes potencias. El mundo y, sobre todo, Venezuela, se merecen una institución que promueva el entendimiento, no la confrontación auspiciada. La elección de Machado es un insulto a los verdaderos constructores de paz y una clara declaración de que, para el Comité Noruego, el fin político justifica los medios, incluso si estos son la confrontación y la injerencia.





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