Cuatro lecturas lacanianas de óperas clásicas
Fecha de lanzamiento: 28 de octubre de 2025
WAGNER, LA MÚSICA Y EL DESEO
Si tiene sentido hablar de una «estrella de la filosofía» igual que se habla de una estrella de la música o del futbol, a ningún filósofo le sienta mejor ese título que a Slavoj Žižek. El filósofo esloveno reúne como ningún otro la popularidad con el prestigio. Sus vídeos de clases, charlas o debates acumulan miles y hasta millones de reproducciones, y sus insólitas mezclas de filosofía, psicoanálisis, teoría política y crítica cultural no dejan de suscitar interpretaciones y nuevas ideas entre los más entendidos.
El eclecticismo es uno de sus rasgos más distintivos. Sus ensayos combinan con desparpajo a Marx con David Lynch, a Adorno con Hitchcock o a Lenin con Shakespeare. Siendo los intereses de Žižek de lo más variado, a pocos les sorprenderá el objeto de su último libro: Lo sublime en Wagner, una lectura lacaniana del deseo en algunas obras de Wagner y de otros grandes compositores.
EL «MAYOR AMOR» DE ŽIŽEK
Así caracteriza Žižek su relación con Wagner: «[...] mi mayor amor, […] mi obsesión desde la adolescencia. Incluso hoy, mi sueño secreto es que me inviten a montar Tristán o Parsifal en Bayreuth u otro gran teatro de ópera». Lo sublime en Wagner, por lo tanto, ocupa un espacio especialmente querido en la obra ingente del filósofo esloveno.
El libro reúne cuatro ensayos en los que Žižek, desde el psicoanálisis lacaniano, lee principalmente óperas de Wagner, aunque también de Janáček, Chaikovski o Schönberg. Conocemos sus atracciones (Wagner, Schönberg, Schumann) y sus repulsiones musicales (Silesius, el Bolero de Ravel, los cuartetos de Beethoven), y nos sumergimos en las espirales de su pensamiento, vertiginosamente erudito, a partir de Parsifal, El anillo del Nibelungo o Tristán e Isolda.
Asumiendo la concepción romántica de la música como (intento de) expresión de lo inexpresable, lenguaje que empieza donde terminan las palabras, Žižek entiende esas grandes óperas como monumentos del deseo a la imposibilidad. Un deseo de expansión metafísica choca contra lo indecible, lo inalcanzable, y de la tensión de ese fracaso surgen la grandeza y el dolor inherentes a la música más elevada.
Así, de la mano de uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo, Lo sublime en Wagner opera un cruce fascinante entre música, filosofía y psicoanálisis, y resulta en uno de los ensayos más originales sobre música que se pueden encontrar.
EXTRACTO DEL LIBRO
Con el Romanticismo cambia el papel que desempeña la música: ya no es un mero acompañamiento del mensaje transmitido en el discurso, sino que contiene un mensaje propio «más profundo» que el expresado en palabras. Fue Rousseau quien articuló claramente por primera vez este potencial expresivo de la música como tal, cuando afirmó que, en lugar de simplemente imitar las características afectivas del discurso verbal, la música debería tener el derecho de «hablar por sí misma»; en contraste con el engañoso discurso verbal, en la música, por parafrasear a Lacan, la verdad misma es la que habla. Como expresó Schopenhauer, la música representa directamente la Voluntad nouménica, mientras que el discurso se queda en el nivel de la representación fenoménica. La música es la sustancia que expresa el núcleo auténtico del sujeto, lo que Hegel llamó la «Noche del Mundo», ese abismo de la negatividad radical: con el paso del sujeto ilustrado del logos racional al sujeto romántico de la «Noche del Mundo», es decir, cuando la metáfora del sujeto pasa del Día a la Noche, la música se convierte en la portadora del mensaje verdadero más allá de las palabras. Aquí nos encontramos con lo siniestro: ya no se trata de una trascendencia externa, sino que es, siguiendo el giro trascendental de Kant, el exceso de la Noche sobre el corazón mismo del sujeto (la dimensión de lo no-muerto), o lo que Tomlinson ha llamado lo «sobrenatural que marca al sujeto kantiano desde su interior».
SOBRE EL AUTOR
Slavoj Žižek (Liubliana, 1949), filósofo, sociólogo, psicoanalista y crítico cultural, es uno de los pensadores más innovadores y carismáticos de nuestro tiempo. Es investigador en el Instituto de Sociología de la Universidad de Liubliana (Eslovenia) y profesor en diversas universidades de Estados Unidos y Europa. Ha publicado decenas de libros, traducidos a varias lenguas, en los que integra el pensamiento de Jacques Lacan con el marxismo y vincula sus reflexiones teóricas con ejemplos de la cultura popular.
Fecha de lanzamiento: 28 de octubre de 2025
| Herder Editorial |
WAGNER, LA MÚSICA Y EL DESEO
Si tiene sentido hablar de una «estrella de la filosofía» igual que se habla de una estrella de la música o del futbol, a ningún filósofo le sienta mejor ese título que a Slavoj Žižek. El filósofo esloveno reúne como ningún otro la popularidad con el prestigio. Sus vídeos de clases, charlas o debates acumulan miles y hasta millones de reproducciones, y sus insólitas mezclas de filosofía, psicoanálisis, teoría política y crítica cultural no dejan de suscitar interpretaciones y nuevas ideas entre los más entendidos.
El eclecticismo es uno de sus rasgos más distintivos. Sus ensayos combinan con desparpajo a Marx con David Lynch, a Adorno con Hitchcock o a Lenin con Shakespeare. Siendo los intereses de Žižek de lo más variado, a pocos les sorprenderá el objeto de su último libro: Lo sublime en Wagner, una lectura lacaniana del deseo en algunas obras de Wagner y de otros grandes compositores.
EL «MAYOR AMOR» DE ŽIŽEK
Así caracteriza Žižek su relación con Wagner: «[...] mi mayor amor, […] mi obsesión desde la adolescencia. Incluso hoy, mi sueño secreto es que me inviten a montar Tristán o Parsifal en Bayreuth u otro gran teatro de ópera». Lo sublime en Wagner, por lo tanto, ocupa un espacio especialmente querido en la obra ingente del filósofo esloveno.
El libro reúne cuatro ensayos en los que Žižek, desde el psicoanálisis lacaniano, lee principalmente óperas de Wagner, aunque también de Janáček, Chaikovski o Schönberg. Conocemos sus atracciones (Wagner, Schönberg, Schumann) y sus repulsiones musicales (Silesius, el Bolero de Ravel, los cuartetos de Beethoven), y nos sumergimos en las espirales de su pensamiento, vertiginosamente erudito, a partir de Parsifal, El anillo del Nibelungo o Tristán e Isolda.
Asumiendo la concepción romántica de la música como (intento de) expresión de lo inexpresable, lenguaje que empieza donde terminan las palabras, Žižek entiende esas grandes óperas como monumentos del deseo a la imposibilidad. Un deseo de expansión metafísica choca contra lo indecible, lo inalcanzable, y de la tensión de ese fracaso surgen la grandeza y el dolor inherentes a la música más elevada.
Así, de la mano de uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo, Lo sublime en Wagner opera un cruce fascinante entre música, filosofía y psicoanálisis, y resulta en uno de los ensayos más originales sobre música que se pueden encontrar.
EXTRACTO DEL LIBRO
Con el Romanticismo cambia el papel que desempeña la música: ya no es un mero acompañamiento del mensaje transmitido en el discurso, sino que contiene un mensaje propio «más profundo» que el expresado en palabras. Fue Rousseau quien articuló claramente por primera vez este potencial expresivo de la música como tal, cuando afirmó que, en lugar de simplemente imitar las características afectivas del discurso verbal, la música debería tener el derecho de «hablar por sí misma»; en contraste con el engañoso discurso verbal, en la música, por parafrasear a Lacan, la verdad misma es la que habla. Como expresó Schopenhauer, la música representa directamente la Voluntad nouménica, mientras que el discurso se queda en el nivel de la representación fenoménica. La música es la sustancia que expresa el núcleo auténtico del sujeto, lo que Hegel llamó la «Noche del Mundo», ese abismo de la negatividad radical: con el paso del sujeto ilustrado del logos racional al sujeto romántico de la «Noche del Mundo», es decir, cuando la metáfora del sujeto pasa del Día a la Noche, la música se convierte en la portadora del mensaje verdadero más allá de las palabras. Aquí nos encontramos con lo siniestro: ya no se trata de una trascendencia externa, sino que es, siguiendo el giro trascendental de Kant, el exceso de la Noche sobre el corazón mismo del sujeto (la dimensión de lo no-muerto), o lo que Tomlinson ha llamado lo «sobrenatural que marca al sujeto kantiano desde su interior».
SOBRE EL AUTOR
Slavoj Žižek (Liubliana, 1949), filósofo, sociólogo, psicoanalista y crítico cultural, es uno de los pensadores más innovadores y carismáticos de nuestro tiempo. Es investigador en el Instituto de Sociología de la Universidad de Liubliana (Eslovenia) y profesor en diversas universidades de Estados Unidos y Europa. Ha publicado decenas de libros, traducidos a varias lenguas, en los que integra el pensamiento de Jacques Lacan con el marxismo y vincula sus reflexiones teóricas con ejemplos de la cultura popular.
