OPINIÓN
Samuel Schmidt
Hay una literatura abundante sobre el futuro, ya sea la serie Fundación de Isaac Asimov que ha inspirado a académicos muy serios y a cineastas y ensayos científicos de elevada calidad.
Hay un desarrollo teórico y conceptual muy interesante que es accesible para una parte de la elite de la elite. Los futurólogos, o cualquiera de las denominaciones que adoptan, son un grupo selecto dentro de la academia, no solamente porque tienen la capacidad de pensar en el futuro, sino también en las decisiones y pasos que debemos de dar desde ahora para construir el futuro que queremos.
Y aquí está un detalle central en la discusión.
¿Quién está pensando en el futuro? ¿Ese pensamiento es adecuado para todos? ¿Ese diseño es el que queremos o necesitamos?
El terrorismo islámico está intentando construir un califato donde dominará la shaaria, Inglaterra ya le encarga la educación a un islámico. Trump intenta doblegar al mundo para imponer la visión de los supremacistas blancos, que entre otras cosas repudian a la ciencia, no en balde trata de doblegar a las grandes universidades de su país. Grupos de ultraderecha en Iberoamérica quieren construir el reinado de Jesús sobre la tierra. Y en el mundo los grupos criminales promueven el uso de drogas, algunas de las cuales destruyen al que las utiliza, pero con la fortuna que amasan controlan regiones y países.
En el otro lado, hay un grupo minoritario con poca influencia en la toma de decisiones, que piensa en un futuro de justicia, paz, bonanza plural y bien distribuida.
La gran mayoría de los 8 mil millones de habitantes del planeta están fuera y lejos de este debate.
¿Por qué no participamos en ese diseño y en esa construcción?
El humano promedio está ocupada en cuestiones “triviales” como tener que comer. Según el Christian Relief Fund cada día 25,000 personas incluyendo más de 10,000 niños mueren de hambre y causas relacionadas. 854 millones de personas en el mundo están mal nutridas y debido a las sequías (cambio climático) y el alza en los precios de alimentos, cien millones caerán en la pobreza y el hambre antes de que termine el año.
En Estados Unidos el 13.5% (6.5 millones) de los hogares tienen inseguridad alimentaria, y unos 14 millones de niños sufrieron hambre en 2023, pero con las políticas de Trump 1.6 millones de niños carecerán de medios para comer. ¿En qué futuro podrán pensar esos millones de personas?
Más allá de los problemas alimenticios, mucha gente piensa en los problemas de agua, de disposición de los residuos (basura), contaminación del aire, enfermedades, últimamente ha surgido el cáncer. Y luego está un porcentaje de la población que se pelea con el vecino, que el tráfico los hace llegar tarde al trabajo y hasta en los tacos les va mal. Y si el metro se descompone sufren las de Caín y si llueve demasiado puede ser que se les inunde la casa, si no es que se desborda el canal del desagüe provocando más enfermedades de las que tenía.
La inflación le come las entrañas a mucha gente, no le alcanza para pagar la luz y las pocas horas de ocio que tiene no las pueden descansar a gusto o gozar.
Los futuros tienen muchos escenarios y horizontes. Normalmente nos preocupamos por el de los políticos que es hasta la próxima elección, pero hay mucha gente que su futuro es la próxima semana, y hay millones que de plano no conciben ese concepto poque esta fuera de su esfera de preocupaciones.
Mi admiración por las mentes maravillosas que piensan en un futuro mejor, a los que se ocupan de elaborar los métodos para pensar un mundo mejor, esos son los que creo que son la elite de la elite. Pero en algún punto, tendremos que unir las diversas dimensiones y no en la ficción que piensa que hay que construir naves espaciales para salvar a unos miles que reconstruyan la civilización en otro planeta.
Porque si reconstruyen esta civilización llena de males y vicios, no habrá diluvio universal que la salve.
La porción de la biblia que se lee esta semana se refiere a la instrucción de dios a Noe para que construya un arca porque destruirá el mal sobre la tierra, pero la narrativa del diluvio se ha adaptado por muchos pueblos, porque como dice la Rabina Sverdrove, el agua crea vida pero destruye.
Y a menos que tengamos algún mito actual que sirva como analogía, algún virus, enviado por un dios furibundo, será difícil reconstruir para el futuro lo que está muy descompuesto.
Así que para muchos tal vez les convenga resignarse y como decía Kinky Friedman. “Ojalá que te bendiga el dios de tu preferencia”.
