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Gay Games València o pink washing

OPINIÓN de Ángeles Sanmiguel

“¡Dí no a los Gay Games 2026 en València!”, exhortan desde la fundación València Diversitat (Lambda, Dracs y Avegal).   ¿Dónde ha quedado  el proyecto inicial? “Welcome to the Exclusion Games!”. “¡Que no se pongan medallas!” ni la derecha ni la ultraderecha política  valenciana. “El pinkwashing (táctica publicitaria) es el color de la vergüenza”. Ni entidades, ni colectivos  LGTBIQ+ de la ciudad apoyan esta décimo segunda edición del certamen deportivo por ser, ante todo, descaradamente tránsfoba y transexcluyente. “Los  juegos de la vergüenza”.

Inadmisible que personas claramente tránsfobas lideren el voluntariado  de tales jornadas.

A ocho meses de la celebración, -desde el veintisiete de junio al cuatro de julio de dos mil veintiséis-, uno de los eventos deportivos de mayor relevancia internacional se realizará en la ciudad de València llenando diversas arcas como las de empresas, contactadas para la ocasión, que en gran número nada tienen que ver con la prosperidad valenciana y el bienestar LGTBIQ+. Lambda (Colectivo LGTB+ por la diversidad sexual, de género y familiar) en su web informa que “Te venden unos Gay Games que defienden los derechos humanos  pero van a aceptar dinero de empresas que se lucran con el negocio de la guerra”, como el genocidio palestino. “¡Lavan su imagen envolviéndose en nuestros colores!”, informa. 

Diez días, treinta y siete deportes y dos disciplinas locales  (copbol-golpeo- y pelota valenciana) configuran  el total de actividades competitivas  que discurrirán en paralelo a conciertos musicales y otros actos culturales.

La cuestión económica se ha posicionado como ariete interponiéndose  a la denominación “Diversity Games” (Los Juegos de la Diversidad) demandada por las entidades LGTBIQ+ que acabó desestimada por la ejecutiva de la organización dando  a entender, sin tapujos, que lo básicamente primordial era, y es,  “hacer caja con un turismo basado en el modelo de sol, playa y paella” descartando cualquier otra intencionalidad  que no sea la netamente crematística y el beneficio a firmas foráneas, primordialmente americanas, apartándose a las claras del objetivo principal  de los Gay Games, el expuesto por Chrysallis   (Asociación de Familias de Infancia y Juventud Trans), que no es otro que el de “promover y desarrollar  el deporte dentro del colectivo LGTBI+, visibilizar  y denunciar la LGTBIfobia en el ámbito deportivo, así como ofrecer recursos  y espacios seguros para una práctica  deportiva inclusiva”.  

¿En qué ensoñación se han sumergido  los ultra fanáticos actuales sillones  de la gobernanza valenciana para repentinamente considerarse tolerantes con la diversidad? ¡Todo por la pasta y las conexiones! “Este evento debe celebrarse en una ciudad que sea verdaderamente LGTBIQ+ friendly, comprometida con los derechos humanos, la igualdad y la diversidad sexual y de género”. En base a tan inalterables premisas: “Chrysallis no apoya que los Gay Games se realicen en València” donde “el gobierno del PP/Vox ha modificado la ley trans autonómica (8/2007) en detrimento de los derechos de las personas trans en la Comunidad Valenciana”. ¿Qué sentido tiene “que dichos  juegos se realicen  en una ciudad en la que las personas  trans no están legalmente seguras”? 

Fue hace apenas hace medio año, a principios  del mes de mayo de dos mil veinticinco,  cuando el ataque al alimón entre el Partido Popular  y la corrosiva ultraderecha  desmanteló, a base de enmiendas ponzoñosas, la Ley Trans Valenciana. Ahora, la actual organización de estos juegos hace la vista gorda y ni se cuestiona  el motivo por el que los colectivos  y asociaciones  representativos  LGTBIQ+ se han desmarcado  del evento, algo que valoraran como fruslería en comparación con  el monto a mover.   

¿Gay Games para colonizar nichos de consumo? 

Las protestas se han hecho públicas pero la realidad es que  el montaje sigue adelante  prometiendo pingües ganancias apoyándose en una supuesta consideración de avance  en igualdad. ¡Negocio redondo a todas luces! Hyppolite Adolphe Taine, historiador francés en una de sus obras resaltaría: “Cuatro especies de personas hay en el mundo: los enamorados, los ambiciosos, los observadores y los imbéciles; y los más felices son estos últimos”, que lo son doblemente si además tienen sueldo público. 

¿Por qué València no se consolida a nivel institucional como potente destino LGTBIQ+ internacional? La razón es que en los despachos peperos andan  tratando de manipular  la coyuntura salvaguardando el rancio y radical mensaje excluyente  ultraderechista del Mago de Oz que ordena  tras bambalinas. “València no sólo debe aspirar a organizar una competición de primer nivel. Debe ser, ante todo, una ciudad que avanza. Que utilice los Gay Games como una plataforma para consolidar su mensaje de tolerancia, respeto y diversidad a nivel mundial. De lo contrario, se proyecta una imagen de inclusión  vacía que refuerza la exclusión social y simbólica que sufren muchas niñas, niños y jóvenes trans, privándoles de espacios donde puedan sentirse plenamente aceptados”, manifiestan en Chrysallis València. 

¿Qué bochornos y crueldades le esperan  aún a València bajo la bota  de la intransigencia? PP y ultraderecha se han empeñado en robarle valores  al País Valencià y no dejarán títere con cabeza hasta  implementar el caciquismo  made siglo veintiuno. ¿Revivificando la España de la posguerra tirana, ladrona y balandrona donde  cualquier diversidad era delito?

Y el dinero, ¿cuánto y donde irán a parar esas ingentes cantidades de euros que  se removerán?

“No lo tenemos claro, este gobierno no es de fiar y no podemos dar una cifra teniendo en cuenta lo que han hecho con las donaciones de la DANA”.

Lambda València señala que la maniobra  consiste en que “te venden los Gay Games como un proyecto inclusivo para todo el mundo” obviando la discriminación económica por los elevados precios de la inscripción, “inalcanzables para gran parte del colectivo”. Muchas personas verán imposibilitada  su participación. Poder concurrir en un sólo deporte  alcanza la cifra de los trescientos cincuenta dólares (más de trescientos euros), –por ahora-, a lo que añadir gastos de viaje, alojamiento y cualquier otro añadido generado por actividades satélites. Si en la fase fundacional de los juegos valencianos la organización tenía beneficio cero, ¿seguirá siendo así? “¡No!”, definitivamente ¡no! De otro lado cabe preguntarse ¿por qué han desaparecido los precios reducidos para poder participar y las becas para personas  sin medios económicos? ¿Dónde ha quedado  la visión igualitaria  y altruista inicial? Dado que la Administración  valenciana  pone dinero público, los patrocinios multinacionales aportan fondos para la organización, las instalaciones municipales son gratuitas y las personas  que  atenderán  cualquier incidencia o desarrollo son voluntarias,  “¿por qué unos precios tan abusivos?”. ¿Se han convertido en unos Gay Games elitistas? Categórico es que en tiempos venideros “el lujo estará en el contacto humano” por eso las élites multimillonarias ya pagan a humanos mientras el resto ha de conformarse con las máquinas. ¿Gay Games para la beautiful people (gente bella), para la jet LGTBIQ+, un evento diseñado por los bon vivant derechistas y ultra derechistas de València? 

La cultura siempre ha sido producto de la diferencia, sentenciaba el preclaro escritor español Antonio Gala.  “Los diferentes  se han sentido obligados  a esconderse y a huir; a protegerse en las frías y estrechas calles de sus guetos, temiendo día y noche  la llegada de sus perseguidores: la piedra, el tiro, el salivazo o el insulto”. 

¿Qué pintan las fuerzas vivas metiendo  la mano en una manifestación lúdico deportiva intrínsecamente LGTBIQ+ hasta provocar el descarte de los colectivos representativos?   


Finalmente  el torneo “huele  a desigualdad, machismo y rechaza al colectivo LGTBIQ+” mientras que lo venden  como el medio de tintar de inclusión a patrocinadores o colaboradores que “perjudicarán  su imagen por ir contra el colectivo”. “Ninguna entidad social, colectivo LGTBIQ+. Club deportivo LGTBIQ+, sindicato, ni ningún otro partido político –más allá del PP y la ultraderecha que se han apropiado de los juegos- apoyan los Gay Games de la ruptura” pormenoriza Lambda.

En un principio el libro maestro de los juegos, el “bid book”, -cuando las entidades LGTBIQ+ eran las organizadoras-,  se incentivaba la participación  de las personas trans  en cada  una de las modalidades, ahora sin embargo se ha instalado el señalamiento y el rechazo.  

La Asociación Deportiva Ibérica (ADI) junto los clubes deportivos  LGTBIQ+ españoles  han dicho “¡basta!” a la iniciativa transexcluyente. ¡Basta! también  grita la Federación LGTBI+ Estatal y ¡basta! gritan sus más de cincuenta colectivos. 

“¡Boicot a los juegos!”. 

Aulo Cornelio Celso enciclopedista de la antigua Roma  por primera vez le otorgó un significado médico  al vocablo fobia y a partir de ahí han surgido  como setas en otoño derivaciones  psicosociales y económicas que en política y religión encuentran su nirvana con ritos, mensajes y profecías extremistas repetitivas y  obsesivas quebrantando las raíces de la sana convivencia y dogmatizando lo que es normal  y lo que no lo es. Al respecto el doctor Tony Whitehead especificaba  que la plebe adocenada concluye y reverencia un supuesto “estado normal ideal como aquel que un grupo de gente ha decidido que es normal”, -¿terfas (feministas radicales transexcluyentes), transfobos (aversión hacia las personas transgénero)?-, o bien “un conjunto de religiosos, un dictador loco y sus huestes, un grupo de políticos o cualquier otro grupo que crea que ellos son los únicos que están en posesión de la verdad”.  

El País Valencià abanderado del avance, ahora yace bajo las zarpas retrógradas de la mediocridad asesina y gris, momento preciso  para aplicar lo sentenciado por el multimillonario chino Yue Kong Pao: “Nadie ha sacar las castañas del fuego por usted. Actúe pensando que debe mantener el fuego justo para que las castañas no se quemen”, dado lo cual, y ante  las iniquidades, llega el tiempo en el País Valencià de la recomendación del acaudalado naviero oriental. 

¿Realmente las instalaciones deportivas están adecuadas para los Gay Games València? “Las leyes actuales no garantizan su utilización en condiciones de seguridad para nuestres hijes”. Las políticas actuales en el País Valenciano y en el Ayuntamiento de València  “van precisamente  en la dirección contraria, debilitando derechos conquistados por las personas trans y el conjunto del colectivo LGTBI+”.

Decisiones institucionales “afectan directamente al bienestar y la dignidad de las infancias, adolescencias y juventudes trans que ven cómo se retrocede en la protección de sus derechos fundamentales, necesitan referentes positivos, entornos seguros y políticas que les protejan y reconozcan plenamente”. Esencial es contar con “el apoyo activo  y coherente de las autoridades locales y regionales  -incluyendo los gobiernos municipal y autonómico, y los organismos  de turismo y deportes-”. Infancias, adolescencias y juventudes trans “ven como se retrocede en la protección de sus derechos fundamentales”.

“Los Gay Games se están utilizando con fines económicos, obviando los principios fundamentales  de justicia social y derechos humanos, afectando especialmente  a las personas trans”. Lambda y Dracs han mostrado reiteradamente  su postura ante este hecho y Chrysallis se ha sumado a las reivindicaciones. A la vista está que en los Gay Games 2026 también se evidencia lo que frasearía  el escritor madrileño  Enrique Jardiel Poncela: “O el afán de lucro o el honor del oficio”. 








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