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La violenta revoluci贸n de la propiedad privada

ESCRITOS CR脥TICOS
Jorge Majfud

La pr谩ctica de la privatizaci贸n de tierras como reconversi贸n del sistema feudal y, luego, el dogma de la propiedad privada, probablemente sea la invenci贸n m谩s dram谩tica del mundo en el 煤ltimo milenio. Este proceso de despojo se inici贸 con el robo legalizado de tierras comunales en Inglaterra (enclosure) y continu贸 con una larga serie de robos y matanzas en otros continentes que el serm贸n y la prensa lavar谩n y presentar谩n como modelo de moral y de prosperidad, de la misma forma que antes el terrorismo de las Cruzadas se present贸 como una lucha contra el mal.

La idea del derecho a la propiedad especulativa, desarrollada por John Locke a finales del siglo XVII, se convirti贸 luego en el dogma simplificado de La libertad―de empresa. Libertad que se refer铆a a la sagrada libertad de los nobles, luego de los nuevos ricos (burgueses) y, m谩s tarde, de los poderosos e influyentes esclavistas. Hoy, este dogma del capitalismo moribundo se ha convertido en un viejo rosario repetido por incels. (El 29 de octubre de 2025, un libertario argentino, Marco Palazzo, afirm贸 que un embri贸n tiene “derecho a la vida, la propiedad y la libertad”.)

Estos despojos legalizados a finales del siglo XVI fueron globalizados por las nuevas compa帽铆as privadas (primas de los piratas, privateers), financiadas por las bolsas de valores de la nueva Europa―el epicentro de este invento burs谩til estuvo en 脕msterdam, aunque no fue Holanda la que cre贸 el capitalismo y, mucho menos, el libre mercado. Los pr贸speros mercaderes holandeses le aportaron un componente b谩sico: la aniquilaci贸n del libre mercado, imponiendo a los productores de otras regiones qu茅 producir, en lugar de la m谩s milenaria pr谩ctica del comercio libre. Inglaterra ir铆a m谩s all谩 estableciendo leyes proteccionistas en la isla y la libertad de los ca帽ones para abrir los mercados en Asia, poco antes de venderle a las colonias la fantas铆a de su “libre mercado” como motor de la prosperidad.

Como esta prosperidad s贸lo era visible en Europa, en el siglo XIX se promovi贸 una rareza hist贸rica: somos pr贸speros porque pertenecemos a una “raza superior”―llegada sin contaminaci贸n de India, junto con la cruz esv谩stica y la estrella de los dos tri谩ngulos. Por milenios, diferentes imperios tuvieron esclavos por razones de conflictos b茅licos o de deudas (como hoy), pero no en base a una raza. Se pod铆an tener odios 茅tnicos, pero no los mov铆a la convicci贸n del supremacismo racial. Es muy dif铆cil encontrar en los imperios persa, griego, romano o isl谩mico (menos entre los nativos americanos) esta obsesi贸n.

En Asia, compa帽铆as como la West India (holandesa) y la East India Company (inglesa, inspiraci贸n de la bandera de Estados Unidos) destruir谩n y esclavizar谩n a las sociedades m谩s pr贸speras del siglo XVII, comenzando por India y Bengala y continuando con China, 脕frica y Medio Oriente. En Am茅rica del Norte, otras, como la Virginia Company o la Bay Company de Boston, privatizar谩n las tierras ind铆genas y ya no parar谩n. Un proceso interminable, impulsado por el fanatismo racial-religioso de los colonos, por sus pestes, sus ca帽ones y su desesperada b煤squeda de beneficios derivados del negocio de bienes ra铆ces.

En 脕frica, se comercializ贸 (privatiz贸) a sus habitantes, secuestrando, mutilando y desarraig谩ndolos de sus tierras al otro lado del oc茅ano―lo cual hizo cualquier rebeli贸n m谩s dif铆cil y su desmoralizaci贸n como mercanc铆a m谩s f谩cil. Las naciones ind铆genas resistieron mejor debido a su conexi贸n con su tierra y su cultura, hasta que en el siglo XIX Andrew Jackson aplic贸 la misma f贸rmula del desplazamiento y desarraigo de pueblos enteros, confin谩ndolos a reservas lejanas.

En la Am茅rica tropical y subtropical, la esclavitud, la corrupci贸n moral y material estuvo en parte a cargo de los cat贸licos, los hermanos mayores de los protestantes, pero sirvieron de combustible a un modelo econ贸mico que les era dif铆cil de comprender: la plata, el oro, los fertilizantes, el algod贸n y todo tipo de materias primas hicieron posible que los despojados de las tierras comunales en Inglaterra pudieran sobrevivir hacinados en las grandes ciudades (Londres, Manchester…) donde hicieron posible su Revoluci贸n industrial como mano de obra barata, alimentada por una producci贸n que las exhaustas tierras de Europa nunca hubiesen podido satisfacer. Robo, saqueo, secuestro, persecuci贸n, masacres, genocidios, esclavitud y sermoneo fundaron y desarrollaron el capitalismo para orgullo de los fan谩ticos de la propiedad privada.

La pr谩ctica de la privatizaci贸n de tierras como reconversi贸n del sistema feudal y, luego, el dogma de la propiedad privada, probablemente sea la invenci贸n m谩s dram谩tica del mundo en el 煤ltimo milenio. Este proceso de despojo se inici贸 con el robo legalizado de tierras comunales en Inglaterra (enclosure) y continu贸 con una larga serie de robos y matanzas en otros continentes que el serm贸n y la prensa lavar谩n y presentar谩n como modelo de moral y de prosperidad, de la misma forma que antes el terrorismo de las Cruzadas se present贸 como una lucha contra el mal.

Entre los siglos XVI y XVII, un mill贸n de nativos fueron esclavizados en la costa del Atl谩ntico Norte, cifra que exced铆a el tr谩fico de africanos. Nueve de cada diez murieron en las primeras d茅cadas de la colonizaci贸n. La cat谩strofe en Am茅rica fue a煤n mayor que la sufrida por Europa durante las oleadas de peste negra, con la diferencia de que, en la empobrecida, antihigi茅nica, fan谩tica Europa, acosada por los 铆ndices m谩s alto de homicidios del mundo, no se las esclaviz贸 ni se les impuso el olvido de sus ra铆ces.

Entre las sobrevivencias, est谩 la influencia de los nativos americanos que se cruzaron con el imperialismo naciente de Europa. Esta influencia fue deliberadamente negada, desde Rousseau y Benjam铆n Franklin hasta los acad茅micos de hoy, con la excepci贸n de una minor铆a que no deja de revindicar el factor ind铆gena en la creaci贸n de la democracia moderna―muy inferior a la nativa original.

Aqu铆 es importante entender un elemento central: entre los practicantes de la democracia real nativa no exist铆a la propiedad privada m谩s all谩 del uso directo, como fue el caso de la especulaci贸n anglosajona de la propiedad como valor de cambio. No existe democracia real basada en este principio econ贸mico. S贸lo una farsa, esa que se llamar铆a “democracia liberal” (democracia feudal). No hago referencia a ninguna utop铆a, sino a la experiencia de siglos y alianzas pac铆ficas entre diferentes pueblos nativos y la comprobaci贸n capitalista de que toda libertad econ贸mica lleva en s铆 el germen de su propia destrucci贸n.

Aunque como ciudadanos de segunda, los ind铆genas colonizados por los ib茅ricos fueron integrados a la sociedad criolla m谩s que los ind铆genas del norte a la sociedad anglosajona. La sociedad hispanoamericana estaba plagada de clasismo, racismo y explotaci贸n, pero su racismo b谩sicamente fue cultural y econ贸mico―no ideol贸gico, como ser谩 el racismo anglosaj贸n. Este racismo militante y fan谩tico, consciente, reivindicativo, m谩s tarde derivar铆a en las teor铆as supremacistas del siglo XIX y luego en el nazismo del siglo XX.

La paradoja consiste en que las ideas nativas reprimidas en el mundo hispanoamericano nunca alcanzaron la preminencia de dogma civilizatorio. Aunque con un sincretismo imposible de disimular (como el catolicismo de la Virgen Mar铆a), las ideas de comunidad y democracia de los “pueblos salvajes” nunca alcanz贸 la pen铆nsula en Europa, ni por el Atl谩ntico ni desde los Pirineos luego de que Francia adoptara el concepto de democracia de los nativos del norte, porque Espa帽a se sent铆a un imperio ganador que no necesitaba las “nuevas ideas de Europa”.

El nuevo concepto de propiedad (el valor de cambio de la existencia natural y humana) cruza toda esta historia. Aunque ahora vivimos en una forma de postcapitalismo neofeudal, la nueva civilizaci贸n no llegar谩 hasta que esa forma de propiedad no sea abolida o, al menos reducida a los m谩rgenes del planeta.




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