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Memoria republicana de Cecilia Guilarte, «cuando cada día sangraba más el sol al ponerse»

Vista general de la inscripción con letras de oro en conmemoración del exilio republicano español en el muro de honor de la Cámara de Diputados en Ciudad de México (México). EFE/Mario Guzmán


Alfredo Valenzuela. Sevilla, (EFE).- La escritora guipuzcoana Cecilia G. de Guilarte (Tolosa, 1915-1989), tras su exilio mexicano, publicó en España una serie de artículos con sus recuerdos de la época republicana que ahora ha recuperado la malagueña editorial Plakton Press y en los que evocaba un Madrid «cuando cada día sangraba más el sol al ponerse».

«Los años de las verdes manzanas» es el título que reúne la serie de dieciséis artículos publicados en el periódico donostiarra «La Voz de España» entre el 1 de marzo y el 24 de octubre de 1968, en una edición que cuenta con un estudio de Manuel Aznar Soler, experto en la literatura del exilio republicano y catedrático de Literatura Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Los temas centrales de estos artículos son los años de su primera juventud en el Madrid republicano y su proceso de aprendizaje como periodista netamente autodidacta y precoz, ya que con 17 años publicó una serie de artículos en la prensa canaria y con 19 años, cuando llegó a Madrid, trabajó como periodista en la revista ‘Estampa’ y en el diario ‘Ahora’.

También fue Guilarte una de las pocas mujeres que ejerció como corresponsal de guerra en el frente norte durante la Guerra Civil, antes de la cual también publicó varias novelas cortas e, inmediatamente después del conflicto, relató el inicio de su exilio en «Un barco cargado de…» (Biblioteca del Exilio), diario de la travesía que la condujo desde Francia a México en compañía de su marido y su hija.

Ilusión anarquista, convicción anticomunista

Más tarde, escribiría sobre aquellos momentos: «Ya se había marchitado mi ilusión anarquista, pero creo que algo del polen de esa flor ha quedado para siempre en mi corazón», si bien de lo que nunca se desprendió fue de lo que Aznar Soler llama sus «viscerales convicciones anticomunistas», ya que cuando durante los años republicanos tuvo oportunidad de viajar a la Unión Soviética rechazó todo aquello:

«Convertirme en una Dolores Ibárruri, en una Pasionaria, era lo menos y lo más contrario que yo podía desear en este mundo», escribió sobre el asunto.

Aznar Soler advierte en su estudio que «la autocensura está muy presente en estos artículos, ya que Guilarte está condenada a practicar un posibilismo digno en su condición de exiliada republicana en aquel ‘insilio’ franquista. Consciente de que colabora en un periódico del Movimiento Nacional franquista, resalta su distanciamiento del anarquismo, totalmente cierto en 1968, pero mucho más improbable en los años republicanos».

Rechazo a la violencia

«La autora manifiesta un rechazo contundente de la violencia, tanto de la fascista como de la revolucionaria en aquellos años republicanos, igual que en los años de plomo fue total su condena de la violencia etarra durante su ´’insilio’ vasco», añade Aznar Soler, quien también anota las curiosas circunstancias en la que retomó la actividad periodística en la España franquista.

El director de «La Voz de España» en 1968, cuando Guilarte publica sus «verdes manzanas», era el falangista José Molina Platas, quien también le mantuvo abiertas las puertas del diario como crítica literaria aunque él mismo había ejercido antes el cargo de Subdirector General de Prensa bajo el mando de Manuel Fraga Iribarne, entonces ministro de Información y Turismo.

Lo que vivió en el Madrid de los años inmediatamente anteriores la Guerra Civil lo expresa con unas pocas palabras en la conclusión de uno de estos artículos:

«El tiempo en que empezaron a pasarse de moda la risa y la sonrisa, el tiempo en que, también entonces, a los que teníamos diecinueve años el mundo de los adultos no nos gustaba nada». EFE





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