Caracas ha reiterado que cualquier acción que afecte sus rutas comerciales, su soberanía energética o su libre navegación constituye una violación del derecho internacional Foto: EFE
El Gobierno de Estados Unidos confirmó la ejecución de ataques militares letales en aguas internacionales del Pacífico oriental, que asesinaron a ocho personas supuestamente vinculadas al narcotráfico, en una nueva operación armada que refuerza su presencia militar extraterritorial en América Latina y el Caribe, bajo el argumento de la lucha contra el tráfico de sustancias ilícitas.
Según informó el propio aparato de defensa estadounidense, el 15 de diciembre, por orden directa del secretario de Guerra, Pete Hegseth, la Fuerza de Tarea Conjunta Southern Spear llevó a cabo ataques letales contra tres embarcaciones que navegaban en rutas identificadas por Washington como corredores del narcotráfico.
De acuerdo con la comunicación del Comando Sur, las embarcaciones eran operadas por grupos calificados unilateralmente por la Casa Blanca como “organizaciones terroristas designadas”, y se encontraban en tránsito por lo que esta considera rutas de narcotráfico en el Pacífico oriental, una zona estratégica para el comercio marítimo regional.
El comunicado señala que las acciones militares provocaron la muerte de ocho personas, a quienes Washington describe como “narco-terroristas”: tres en la primera embarcación, dos en la segunda y tres en la tercera, sin que se haya informado sobre incautación de drogas, detenciones, rescates, procesos judiciales o cooperación con Estados ribereños. Esta opacidad caracteriza estas masacres, que EE.UU. busca naturalizar aunque viola toda la legislación internacional.
La operación, denominada “Op Southern Spear”, fue presentada como una acción basada en inteligencia previa, aunque no se han hecho públicos los criterios jurídicos, las pruebas recopiladas ni la base legal internacional que justifique el uso de fuerza letal en aguas internacionales, un punto que ha generado históricas controversias en el derecho internacional.
Los ataques letales ejecutados por Estados Unidos en aguas internacionales del Pacífico oriental, bajo la denominada operación Southern Spear, no constituyen un hecho aislado, sino que se inscriben en una estrategia más amplia de presión, control marítimo y cerco geopolítico contra Gobiernos no alineados de América Latina, con Venezuela como objetivo central.
En paralelo a la operación Southern Spear, el Gobierno venezolano denunció la complicidad de Trinidad y Tobago en el asalto a un buque que transportaba petróleo venezolano, calificándolo como un acto de piratería internacional auspiciado por Estados Unidos. Además de robar el petróleo, la Casa Blanca mantiene secuestrados y con paradero desconocido a los tripulantes de la embarcación.
Caracas sostuvo que este tipo de interdicciones marítimas forman parte de un esquema de asfixia económica, orientado a obstaculizar la comercialización de hidrocarburos y aislar al país bolivariano de sus mercados tradicionales.
Desde esta perspectiva, la narrativa antidrogas y antiterrorista funciona como cobertura política y jurídica para expandir la presencia militar estadounidense en corredores marítimos estratégicos, muchos de ellos vinculados al transporte energético venezolano, a los intercambios con Cuba y a la conectividad del Caribe con América del Sur. Su objetivo final es provocar un cambio de régimen en Venezuela y apoderarse de los recursos naturales que pertenecen legítimamente a su pueblo.
teleSUR - Comando Sur
