
Nueva York, 31 dic (SANA) El régimen de Bashar al-Assad llevó a cabo durante años un encubrimiento sistemático y planificado de crímenes masivos, incluida la tortura y el asesinato de decenas de miles de personas detenidas, mediante la manipulación de registros oficiales, la falsificación de documentos y la ocultación deliberada de pruebas, según revela una investigación publicada por The New York Times.
Documentos secretos y testimonios
El diario estadounidense indicó que su equipo revisó miles de páginas de documentos internos del Estado sirio —entre ellos registros civiles y memorandos clasificados como “alto secreto” de los distintos servicios de seguridad—, además de recoger decenas de testimonios de antiguos funcionarios de seguridad, responsables políticos, investigadores, médicos forenses y trabajadores vinculados a fosas comunes.
Confesiones falsas tras la muerte
De acuerdo con la investigación, altos cargos del depuesto régimen emitieron órdenes directas para fabricar confesiones escritas falsas atribuidas a detenidos después de su muerte y fechadas retroactivamente, con el objetivo de proporcionar una apariencia legal a los asesinatos y ocultar las causas reales de los fallecimientos.
Borrado del rastro de los desaparecidos
El reportaje detalla que el aparato de seguridad del derrocado régimen empleó métodos sistemáticos para ocultar pruebas de tortura y ejecuciones en centros de detención y prisiones, con el fin de esconder el destino de más de 100.000 personas desaparecidas por la fuerza en cárceles secretas y no oficiales.
Según el periódico, estas prácticas formaban parte de un plan de alto nivel orientado a obstruir cualquier futura rendición de cuentas, mediante la manipulación de los registros de detenidos y la eliminación de cualquier pista que pudiera conducir a los cuerpos de las víctimas.
El punto de inflexión tras las fotos de “César”
El cambio de estrategia se hizo especialmente evidente tras la filtración en 2014 de miles de fotografías que mostraban cadáveres de detenidos muertos bajo tortura. Las imágenes fueron difundidas por Farid al-Mazhan, conocido como “César”, entonces responsable de documentación forense de la policía militar de Damasco, quien posteriormente desertó.
A partir de 2018, según la investigación, el régimen concluyó que la negación ya no era efectiva y emitió órdenes explícitas para destruir, falsificar u ocultar pruebas, coincidiendo con el aumento de denuncias sobre fosas comunes y centros de tortura.
Órdenes desde la cúpula del poder
El diario señala que altos mandos del régimen convocaron a responsables de seguridad para diseñar planes más complejos de ocultación, entre ellos la eliminación de la identidad de las víctimas de los registros oficiales. Esta medida fue aprobada por el entonces jefe de la Oficina de Seguridad Nacional, Ali Mamlouk, y aplicada en varias ramas de inteligencia, incluidas la conocida como Rama Palestina y la Rama 248 de la Inteligencia Militar.
Registros alterados y acusaciones fabricadas
Otras dependencias recurrieron a la supresión de datos clave, como el número de identificación del detenido o la rama responsable. Asimismo, se ordenó la creación de confesiones falsas que incluían supuestas afiliaciones a “organizaciones terroristas internacionales”, con el objetivo de justificar los asesinatos y dotarlos de una falsa legitimidad.
Fosas comunes y profanación de tumbas
La investigación también documenta la profanación deliberada de fosas comunes. A partir de 2019, cuerpos de detenidos enterrados en un cementerio cercano a la localidad de Qatifa, en la periferia de Damasco, fueron trasladados a un nuevo emplazamiento secreto en la zona de al-Dumayr, después de que imágenes satelitales revelaran la ubicación original. El traslado se prolongó durante dos años.
Tortura pese a sanciones internacionales
Según The New York Times, la tortura sistemática en las cárceles sirias continuó al mismo ritmo pese a la exposición internacional de los crímenes y a la imposición de sanciones estadounidenses en 2019, en paralelo a los esfuerzos por ocultar las atrocidades.
La búsqueda de verdad y justicia
Más de un año después de la caída del régimen, miles de familias sirias continúan buscando información sobre el destino de sus seres queridos. Organizaciones de derechos humanos han documentado hasta ahora al menos 134 fosas comunes, aunque advierten de la existencia de muchas más.
En este contexto, se crearon la Comisión Nacional para los Desaparecidos y la Comisión Nacional para la Justicia Transicional, encargadas de esclarecer la suerte de los desaparecidos, promover la rendición de cuentas y garantizar reparaciones a las víctimas, con el apoyo de organismos internacionales como la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja.
r.sh.
