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Leímos mal a Trump

OPINIÓN de Samuel Schmidt

Donald Trump ha ido dando señales de su visión estratégica o la de su equipo asesor más cercano, pero las hemos leído mal por dos razones posibles: La irritación de ver en el poder a un oligarca, grosero, misógino, falto de ética y peor aun cuando ha mostrado una gran concentración de poder, entre otros, su control férreo de los miembros de su partido. Muchos analistas se contentaron con insultarlo debido al color de su cara, y creyeron que eso era suficiente.

Pero desde su primer gobierno ha avanzado en la visión estratégica de Estados Unidos hacia el siglo XXI, bajo varios ejes. El primero y más importante, el propósito de seguir siendo el país más poderoso sobre la tierra, en lo económico, político y militar.

Seguirá manteniendo sus bases militares, y bajo la tesis de la segunda guerra mundial, quiere controlar los mares.

Quiere distribuir la carga de la “defensa” obligando a los países a contribuir con los gastos, su insistencia, desde su primera presidencia, de que la OTAN aumente sus gastos de defensa, y el espera que con armamento estadunidense.

Económicamente se manifiesta en contra de la visión de transferir los procesos productivos hacia otros países y presiona a las empresas estadounidenses y a sus aliados para que inviertan en el territorio estadounidense.

Está en contra del libre comercio y propugna a favor de la reindustrialización en su territorio, buscando no perder la preminencia económica, y recuperar el liderazgo en nuevos desarrollos tecnológicos, aunque para eso el Estado se convierta en socio de las empresas. Esto se completa con la política de convertir a los países en proveedores de materias primas como propone para África.

En el mundo de la energía se destaca la independencia y se deja ver la opción de la energía nuclear que es una opción promisoria.

Los aranceles son una parte central de esta estrategia y si provocan inflación, será un costo que deberán pagar los estadounidenses a cambio de la rectificación, según Trump, de la situación en la que los países se aprovecharon de Estados Unidos, limitando sus exportaciones y utilizando dumping para ganar el acceso a su mercado. Para Trump este es un componente central de la recomposición económica y va de la mano de la reindustrialización.

Su estrategia sostiene que es el Corolario Trump de la doctrina Monroe. Un corolario es una proposición que se deduce fácilmente de lo demostrado antes o una consecuencia de algo y la doctrina Monroe es la postura de política internacional de aislamiento respecto a Inglaterra, y determinaba que América es para los americanos, los americanos son los de Estados Unidos, el corolario es que hoy, con más firmeza, el hemisferio occidental le pertenece a Estados Unidos y la intervención de poderes extranjeros en los asuntos políticos de las Américas serán considerados actos hostiles en contra de Estados Unidos. Esta es una clara alusión a China y explica por qué Trump ha intervenido en las elecciones de varios países para acercarlos, y cercar a los “izquierdistas” (Argentina, Honduras). El lenguaje recuerda mucho al establecido en la guerra fría.

En el terreno doméstico la estrategia ataca ideológicamente para terminar con lo que se ha denominado woke, y ha logrado doblegar a algunas de las universidades más importantes del país.

La estrategia de seguridad nacional de Trump es la presentación más clara de las intenciones imperialistas de Estados Unidos para el siglo XXI y establece muy bien, porque quiere la paz en diversas zonas, lo que le permitirá poder atender otras regiones.

El nuevo equilibrio de poder, por ejemplo, en el Medio Oriente, implica que ya no se ve como una zona de conflicto de primera importancia, especialmente porque Trump siente que ha desactivado la opción nuclear en manos de Irán, y de paso arma a los enemigos de este.

En la estrategia queda muy claro la noción de quienes son los amigos y quienes los contrincantes. Europa debe ser atendido pero debe actuar en contra de Rusia.

México es un socio menor y está englobado en el hemisferio occidental sin dársele mayor importancia.

El gobierno debe leer esa estrategia con mucho cuidado. No solamente dice que el TMEC, del que inexplicablemente Sheinbaum se aferra, pasó a mejor vida, el plan reindustrializador del Plan México, en tanto que maquila.2 mejor será guardarlo en un cajón y emprender un proyecto nacionalista de industrialización, y geo políticamente, le convendrá tender lazos primero hacia el sur y luego hacia Europa, continente que Trump contempla con la mayor importancia y México puede aprovecharse de él. Y aunque es sensible, debe medir muy bien sus relaciones con China, para marcar puntos de independencia.

La política neoliberal de los Tratados de Libre Comercio quedó superada y si no se entiende las múltiples implicaciones del posneoliberalismo, de las que Trump da pruebas contundentes, México corre el peligro de quedar aislado, desamparado y en una posición lastimosa.





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