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¿María o Lilith?

MUJERESA SABIAS Y BRUJAS

Teresa Mollá Castells


         En plenas fiestas Marianas, la duda me vuelve a surgir. Sobre todo, viendo como todo aquello que nos afecta a las mujeres y a nuestros derechos como seres humanos completos, en ocasiones, algunos hombres se los pasan por el forro.


         Estos dos modelos confrontan la sumisión a los mandatos “divinos” y por tanto patriarcales, frente a la libertad de las mujeres. Es tan sencillo como eso.


         Mientras a María nos la han presentado como paridora y sufridora hasta el final de los días de su hijo, Lilith representa la libertad y el control sobre su propio cuerpo y, por eso, fue desterrada del paraíso.


         Es divertido hacer estas comparaciones con las amigas, pero lo es más hacerlas con los amigos. Especialmente con aquellos que creen que ya tenemos una igualdad plena con respecto a ellos y que nuestra lucha feminista ya no tiene razón de ser. ¡¡Que equivocados están!!  


         A poco que rasques podremos comprobar que muchas mujeres, muchas y de todas las edades siguen sumisas a los mandatos patriarcales, utilizan frecuentemente expresiones del tipo “para presumir hay que sufrir”, “siempre no me apetece tener sexo con mi pareja, pero lo hago para que me deje tranquila”, “prefiero no discutir con él porque pierde los papeles” y así un largo etc.


         En la actualidad los jóvenes varones, en una proporción nada desdeñable, creen que el feminismo les perjudica directamente porque, según dicen “las mujeres nos hemos venido arriba” y ellos temen perder sus privilegios y sus poderes frente a nosotras.


         Precisamente por eso las mujeres Lilith les resultamos atractivas, porque somos fuertes, rebeldes y con el control sobre nuestro cuerpo. Pero sólo les resultamos excitantes, precisamente porque les excita domesticarnos. Y si no lo consiguen, por la vía que sea, o recurren a las violencias de todo tipo para seguir intentando nuestra domesticación, o nos abandonan en busca de otra mujer del modelo María.


         Conocí una vez a un hombre que además lo explicó claramente:” Me gusta enamorar a las mujeres fuertes, pero cuando lo consigo dejan de interesarme y me aburro mucho. Por eso tengo que dejarlas”. Hasta en la forma de hablar resultaba aparentemente piadoso con ellas. En fin, sin más comentarios. Duró poco en mi vida por su progresismo teórico y lo rancio que resultó ser.


         Y es que más allá de ser progresistas o conservadores, el machismo está repartido en todo tipo de organizaciones mixtas. Se puede decir que el machismo es transversal.


Lo hemos visto en los dos modelos de mujeres. María sumisa y sufridora se conformó y asumió ese papel heteroasignado por Dios. Lilith cuando vio el percal que Yahvé le había preparado, echó a correr y todavía no ha parado.


La literatura, el cine, la música y las canciones, todo está empapado de estos dos modelos independientemente de quien cree este arte. Directa o indirectamente a las mujeres se nos clasifica según esos dos modelos y con criterios de pensamientos claramente masculinos, por supuesto.


Las mujeres que fueron quemadas en la edad media por considerarlas brujas, ya eran mujeres Lilith, porque desafiaron al sistema y buscaron su libertad.


Las feministas radicales hemos sido siempre mujeres Lilith porque reivindicamos los derechos que nos han sido arrebatados por un sistema opresor como lo es el patriarcal.


Además, venimos con la herencia del dictador que, con todas sus fuerzas y todos los aparatos del Estado, se encargó de imponer el modelo María y de erradicar como fuera a las mujeres Lilith, pero no lo consiguió y las había en todas partes, aunque tuvieran que esconderse. Como en la edad media hicieron las parteras y las mujeres que curaban a base de ungüentos hechos con hierbas.


Las mujeres libres o Lilith estamos por todas partes y en todas las organizaciones. Por eso les resultamos incómodas porque denunciamos y no nos callamos ante los atropellos de nuestros “compañeros”. Aunque ellos intentan silenciarnos, rara vez lo consiguen.


La gran Chavela Vargas ya dijo en su momento aquello de que “El precio de la libertad es la soledad”. ¡Qué gran verdad! Chavela también era Lilith.


En estos momentos pienso en dos grandes amigas, a las cuales considero verdaderas heroínas y les quiero dedicar este artículo. A ellas en particular y a todas las mujeres Lilith del mundo. Somos muchas, cada día más que nadie lo olvide.


Ben cordialment,

Teresa





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