OPINIÓN de Ana Cuevas Pascual .- No sé cómo lo vivirán ustedes pero servidora tiene la sensación de ser una extra involuntaria de una película de cine negro. Lo malo viene cuando la película se convierte en culebrón y, en cada episodio, nos toca palmar a los mismos. Vamos, a los atónitos ciudadanos de Carpetovetonia que, visto lo visto, hemos sido saqueados a diestra y siniestra durante décadas por aquellos que se autocalifican servidores públicos. Es verdad que, mientras nos robaban la cartera en suelo patrio, los gangsters nos ilustraban acerca de lo mal que iban las cosas en Venezuela. Pero no es de extrañar porque, en un quiebro de esta cascabelera ¿última? trama, han salido a relucir los "negocietes" que el ex-presidente de la comunidad madrileña y su abigarrada familia tenían con los chavistas. De ahí esa insistencia con el país del otro lado del océano. Conocen el percal de primera mano. Los tentáculos de la cosa-nostra habían cruzado el charco para extender su mierda