EL SALERO -
Una investigaci贸n refleja que su presencia en los materiales escolares no alcanza ni el 20% y que siguen siendo muy poco visibles en el lenguaje, las im谩genes y el discurso hist贸rico.
Cristina E. Lozano (Pikara Magazine).- Los libros de texto sirven y han servido siempre para transmitir conocimientos, modelos, valores y patrones de comportamiento. Pero, ¿cu谩l es el papel que juegan en ellos las mujeres? A pesar de que la legislaci贸n educativa aboga por la igualdad, muchos materiales did谩cticos siguen transmitiendo estereotipos sexistas y relegando a las mujeres a un clar铆simo segundo plano. Es la conclusi贸n que se extrae de la investigaci贸n Presencia y tratamiento de la mujer en los libros de texto: ¿Invisibilidad, transversalidad o patchwork pol铆ticamente correcto, realizada por la historiadora Judit Guti茅rrez S谩nchez y dirigida por la tambi茅n historiadora Mar铆a Jes煤s Gonz谩lez Hern谩ndez, profesora titular de Historia Contempor谩nea de la Universidad de Cantabria, a quien su alumnado seguramente recordar谩 por la pasi贸n con la que explicaba la evoluci贸n del movimiento sufragista femenino.
A menudo, las mujeres salen en los materiales escolares ligadas a la pareja
Guti茅rrez S谩nchez da buena cuenta de cu谩n diferente es el tratamiento que reciben unas y otros en los materiales escolares. En sus p谩ginas, la presencia de la mujer en solitario alcanza como mucho un porcentaje del 16,3 (frente al 83,7 por ciento que alcanza el hombre), o c贸mo el n煤mero de f茅minas con nombre propio es mucho menor que el de los varones (el m谩s reciente de los estudios que ha consultado afirma que, mientras ellos aparecen con nombre y apellidos en una proporci贸n de 67 sobre 100, ellas lo hacen tan solo en un 7,6 por ciento).
“No se tratar铆a de hacer distribuciones paritarias de la cantidad de personajes sino de incluir a las mujeres en el discurso hist贸rico. La ausencia de la mujer en el lenguaje, en las im谩genes y en los temas de los que es protagonista no solo es un hecho, sino que es asumida como normal. Cuando aparecen, es como un a帽adido, un pegote o ‘cuota’, que no tiene que coordinarse con el resto del texto. Y a veces ni siquiera aparecen. La aportaci贸n de las mujeres a la sociedad se considera anecd贸tica y no importante para la explicaci贸n que se desarrolla”, explica la investigadora.
Ella, como hiciera Rosa Pe帽alver P茅rez en su momento, se pregunta “c贸mo puede ense帽arse la Historia, el Pensamiento, la Literatura, sin Hipatia de Alejandr铆a, sin Mar铆a la Jud铆a, sin Rosa de Luxemburgo, sin Leonor L贸pez de C贸rdoba, sin Mary Shelly, sin Emilia Pardo Baz谩n, sin Virginia Wolf, entre una largu铆sima lista de mujeres indiscutibles hoy en d铆a para cualquier manual con un m铆nimo de rigor hist贸rico e intelectual”.
Los datos no son m谩s amables al hablar de ilustraciones: las mujeres suelen aparecer en las im谩genes dentro de una pareja o en un colectivo mixto. Y, en lo referido a las profesiones, “el g茅nero femenino es mostrado con m谩s frecuencia en el 谩mbito dom茅stico, cultural-art铆stico (m谩s como consumidoras que como productoras), econ贸mico (generalmente realizando actividades de consumo de bienes) y religioso, mientras el masculino se dedica a la pol铆tica, la cultura y la producci贸n cient铆fica”.
“Se trata de una evidente separaci贸n sexuada de los 谩mbitos, entre el mundo p煤blico, m谩s valorado, y el mundo privado, lo relacionado con lo dom茅stico. No es solo que los varones son nombrados en los textos en mucha mayor medida que las mujeres, sino que se transmite que su contribuci贸n espec铆fica a la construcci贸n del mundo es de mayor relevancia”, puntualiza Guti茅rrez S谩nchez.
Esta historiadora con vocaci贸n docente sabe que sus futuros alumnos y alumnas encontrar谩n en los libros no solo conocimientos sino tambi茅n referencias: “Durante la adolescencia se buscan espejos donde reflejarse y, en los libros de textos, para las chicas lo que hay son espejismos. ¿O es que una joven de hoy se identifica con una beata medieval como Santa Teresa de Jes煤s, una de las ilustraciones f茅minas que m谩s se repite en los materiales did谩cticos?”
A pesar de que su tesina, calificada con sobresaliente por un tribunal formado por tres doctores varones, revela unos datos poco alentadores, Guti茅rrez S谩nchez reserva un poco de espacio a la esperanza. “La legislaci贸n en todos los 谩mbitos relacionados con la educaci贸n apoya la igualdad, pero esta no se produce. Es necesario que el profesorado asuma responsabilidades”, defiende.
“Se pueden utilizar materiales curriculares no sexistas que complementen las explicaciones de texto y se pueden realizar actividades. Haberlos haylos, solo es cosa de buscar”. Cita como ejemplo el trabajo realizado por el Instituto de Educaci贸n Secundaria Parque de Lisboa de Alcorc贸n (Madrid) que, en el marco del Proyecto Educativo Europeo Hombres y Mujeres en la Sociedad Europea Actual, ha elaborado muy completos materiales sobre sufragismo y feminismo.
Ella est谩 tan convencida de que los libros de texto han mejorado con el tiempo como de que a煤n queda mucho por mejorar: “Ya no se utilizan im谩genes, t茅rminos o expresiones que resulten denigrantes para la mujer, pero no es suficiente. Tenemos que eliminar los ejemplos, expresiones y contenidos discriminatorios y tenemos que hablar de la discriminaci贸n existente en los libros”.
El uso del lenguaje le parece primordial: “Tenemos tan interiorizado el discurso masculino que en ocasiones resulta dif铆cil utilizar un lenguaje que con naturalidad incluya a la mujer, que no suponga un esfuerzo ortop茅dico. Se puede hablar de un colectivo mixto, nuestros recursos ling眉铆sticos nos lo permiten. De esta forma evitar铆amos dos problemas: la exclusi贸n de lo femenino y las confusiones que provoca el uso del gen茅rico masculino. Dejemos de justificar el uso del masculino gen茅rico con la idea de la econom铆a de la lengua”.
Guti茅rrez S谩nchez est谩 convencida de que “hay que abordar desde el aula las explicaciones que expongan el reparto de roles que ha provocado la superioridad masculina a lo largo de la historia y los movimientos emancipatorios que dieron lugar al feminismo”. “Tenemos que hacer que el feminismo sea algo cercano y que se entienda, aunque seguramente tarde en compartirse por toda la sociedad. Tenemos que conseguir que el feminismo no sea raro sino natural, y que lo femenino deje de tener connotaciones negativas”, enfatiza.
Ella lo tiene claro: “Si nos ense帽an una visi贸n del el mundo sin mujeres, un mundo repleto de protagonistas masculinos que realizan grandes descubrimientos y haza帽as para la humanidad, nos est谩n ense帽ando un mundo en el que la mujer no cuenta. Y no es justo que nos despojen de nuestra memoria, de nuestra identidad y de nuestra historia, porque de eso es de lo que se trata, de justicia”.
Una investigaci贸n refleja que su presencia en los materiales escolares no alcanza ni el 20% y que siguen siendo muy poco visibles en el lenguaje, las im谩genes y el discurso hist贸rico.
Cristina E. Lozano (Pikara Magazine).- Los libros de texto sirven y han servido siempre para transmitir conocimientos, modelos, valores y patrones de comportamiento. Pero, ¿cu谩l es el papel que juegan en ellos las mujeres? A pesar de que la legislaci贸n educativa aboga por la igualdad, muchos materiales did谩cticos siguen transmitiendo estereotipos sexistas y relegando a las mujeres a un clar铆simo segundo plano. Es la conclusi贸n que se extrae de la investigaci贸n Presencia y tratamiento de la mujer en los libros de texto: ¿Invisibilidad, transversalidad o patchwork pol铆ticamente correcto, realizada por la historiadora Judit Guti茅rrez S谩nchez y dirigida por la tambi茅n historiadora Mar铆a Jes煤s Gonz谩lez Hern谩ndez, profesora titular de Historia Contempor谩nea de la Universidad de Cantabria, a quien su alumnado seguramente recordar谩 por la pasi贸n con la que explicaba la evoluci贸n del movimiento sufragista femenino.
A menudo, las mujeres salen en los materiales escolares ligadas a la pareja
Guti茅rrez S谩nchez da buena cuenta de cu谩n diferente es el tratamiento que reciben unas y otros en los materiales escolares. En sus p谩ginas, la presencia de la mujer en solitario alcanza como mucho un porcentaje del 16,3 (frente al 83,7 por ciento que alcanza el hombre), o c贸mo el n煤mero de f茅minas con nombre propio es mucho menor que el de los varones (el m谩s reciente de los estudios que ha consultado afirma que, mientras ellos aparecen con nombre y apellidos en una proporci贸n de 67 sobre 100, ellas lo hacen tan solo en un 7,6 por ciento).
“No se tratar铆a de hacer distribuciones paritarias de la cantidad de personajes sino de incluir a las mujeres en el discurso hist贸rico. La ausencia de la mujer en el lenguaje, en las im谩genes y en los temas de los que es protagonista no solo es un hecho, sino que es asumida como normal. Cuando aparecen, es como un a帽adido, un pegote o ‘cuota’, que no tiene que coordinarse con el resto del texto. Y a veces ni siquiera aparecen. La aportaci贸n de las mujeres a la sociedad se considera anecd贸tica y no importante para la explicaci贸n que se desarrolla”, explica la investigadora.
Ella, como hiciera Rosa Pe帽alver P茅rez en su momento, se pregunta “c贸mo puede ense帽arse la Historia, el Pensamiento, la Literatura, sin Hipatia de Alejandr铆a, sin Mar铆a la Jud铆a, sin Rosa de Luxemburgo, sin Leonor L贸pez de C贸rdoba, sin Mary Shelly, sin Emilia Pardo Baz谩n, sin Virginia Wolf, entre una largu铆sima lista de mujeres indiscutibles hoy en d铆a para cualquier manual con un m铆nimo de rigor hist贸rico e intelectual”.
Los datos no son m谩s amables al hablar de ilustraciones: las mujeres suelen aparecer en las im谩genes dentro de una pareja o en un colectivo mixto. Y, en lo referido a las profesiones, “el g茅nero femenino es mostrado con m谩s frecuencia en el 谩mbito dom茅stico, cultural-art铆stico (m谩s como consumidoras que como productoras), econ贸mico (generalmente realizando actividades de consumo de bienes) y religioso, mientras el masculino se dedica a la pol铆tica, la cultura y la producci贸n cient铆fica”.
“Se trata de una evidente separaci贸n sexuada de los 谩mbitos, entre el mundo p煤blico, m谩s valorado, y el mundo privado, lo relacionado con lo dom茅stico. No es solo que los varones son nombrados en los textos en mucha mayor medida que las mujeres, sino que se transmite que su contribuci贸n espec铆fica a la construcci贸n del mundo es de mayor relevancia”, puntualiza Guti茅rrez S谩nchez.
Esta historiadora con vocaci贸n docente sabe que sus futuros alumnos y alumnas encontrar谩n en los libros no solo conocimientos sino tambi茅n referencias: “Durante la adolescencia se buscan espejos donde reflejarse y, en los libros de textos, para las chicas lo que hay son espejismos. ¿O es que una joven de hoy se identifica con una beata medieval como Santa Teresa de Jes煤s, una de las ilustraciones f茅minas que m谩s se repite en los materiales did谩cticos?”
A pesar de que su tesina, calificada con sobresaliente por un tribunal formado por tres doctores varones, revela unos datos poco alentadores, Guti茅rrez S谩nchez reserva un poco de espacio a la esperanza. “La legislaci贸n en todos los 谩mbitos relacionados con la educaci贸n apoya la igualdad, pero esta no se produce. Es necesario que el profesorado asuma responsabilidades”, defiende.
“Se pueden utilizar materiales curriculares no sexistas que complementen las explicaciones de texto y se pueden realizar actividades. Haberlos haylos, solo es cosa de buscar”. Cita como ejemplo el trabajo realizado por el Instituto de Educaci贸n Secundaria Parque de Lisboa de Alcorc贸n (Madrid) que, en el marco del Proyecto Educativo Europeo Hombres y Mujeres en la Sociedad Europea Actual, ha elaborado muy completos materiales sobre sufragismo y feminismo.
Ella est谩 tan convencida de que los libros de texto han mejorado con el tiempo como de que a煤n queda mucho por mejorar: “Ya no se utilizan im谩genes, t茅rminos o expresiones que resulten denigrantes para la mujer, pero no es suficiente. Tenemos que eliminar los ejemplos, expresiones y contenidos discriminatorios y tenemos que hablar de la discriminaci贸n existente en los libros”.
El uso del lenguaje le parece primordial: “Tenemos tan interiorizado el discurso masculino que en ocasiones resulta dif铆cil utilizar un lenguaje que con naturalidad incluya a la mujer, que no suponga un esfuerzo ortop茅dico. Se puede hablar de un colectivo mixto, nuestros recursos ling眉铆sticos nos lo permiten. De esta forma evitar铆amos dos problemas: la exclusi贸n de lo femenino y las confusiones que provoca el uso del gen茅rico masculino. Dejemos de justificar el uso del masculino gen茅rico con la idea de la econom铆a de la lengua”.

Ella lo tiene claro: “Si nos ense帽an una visi贸n del el mundo sin mujeres, un mundo repleto de protagonistas masculinos que realizan grandes descubrimientos y haza帽as para la humanidad, nos est谩n ense帽ando un mundo en el que la mujer no cuenta. Y no es justo que nos despojen de nuestra memoria, de nuestra identidad y de nuestra historia, porque de eso es de lo que se trata, de justicia”.