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Hugo Reichenberger/ CAMPO DE MENTAO, Burkina Faso, 3 (ACNUR) – Aicha est谩 sufriendo: est谩 lejos de su hogar en Mopti, en el distrito central maliense, y ha cogido una infecci贸n pulmonar provocada por el Harmattan, un viento polvoriento que recorre desde el Sahara hasta la costa atl谩ntica de noviembre a marzo.
La mujer de 45 a帽os y sus cuatro hijos llegaron al campo de refugiados de Mentao, al noroeste de Burkina Faso, hace menos de dos semanas, despu茅s de que se iniciara la intervenci贸n militar francesa en Mal铆 el pasado 11 de enero para hacer retroceder a los militantes antigubernamentales.
Al principio la r谩pida evoluci贸n de la situaci贸n en Mal铆 aument贸 la esperanza de muchos desplazados de volver pronto a casa. Pero la realidad es que miles han huido desde entonces a los pa铆ses vecinos, principalmente a Burkina Faso y Mauritania, para escapar del conflicto o por el miedo a las represalias. Necesitan ayuda.
En Burkina Faso, muchos de los que han cruzado la frontera son de la etnia tuareg y mujeres y ni帽os 谩rabes, como Aicha y sus hijos peque帽os. Los hombres se quedan atr谩s para cuidar del ganado, e indican que la gente est谩 huyendo cada vez m谩s por la desesperaci贸n.
Las nuevas llegadas se re煤nen en la frontera con los equipos m贸viles de ACNUR o sus socios, y son trasladados a los campos de Mentao o Goudebou, donde reciben asistencia a su llegada, como comidas calientes o paquetes de refugio, y son registrados individualmente. M谩s de 6.000 malienses han llegado desde la intervenci贸n francesa en enero.
El viaje de Aicha a Mentao no fue tan directo. Se resisti贸 a huir de su aldea en el centro de Mal铆, Boni, a pesar de la deteriorada situaci贸n social y econ贸mica. Sent铆a que ten铆a mucho que perder.
“Somos gente sencilla, todo lo que tenemos son nuestros animales y nuestros amigos, nada m谩s y nada menos” comenta Aicha sobre su vida. Pero durante el pasado a帽o, las cosas se hicieron m谩s dif铆ciles cuando la guerra envolvi贸 al pa铆s y los rebeldes tomaron el norte y la mayor parte del centro de Mal铆. “Nuestros peores temores se han hecho realidad. Tuvimos que dejar nuestros animales y a nuestros amigos. S贸lo sentimos el miedo”, dice, explicando su situaci贸n.
Los acontecimientos del a帽o pasado en Mal铆 cogieron a miles de agricultores como Aicha y su marido por sorpresa, aunque la desigualdad entre las personas subsaharianas del sur y los tuareg y 谩rabes del norte ya hab铆a dado lugar a un conflicto separatista en 1990 y 2007. La mayor铆a de los familiares 谩rabes de Aicha huyeron a Burkina Faso o Mauritania poco despu茅s de que estallaran los primeros combates entre soldados del gobierno y los rebeldes tuareg en enero del a帽o pasado.
Los rebeldes tuareg victoriosos fueron apoyados por las milicias, que impusieron la estricta ley isl谩mica en las zonas bajo su control en el norte y centro, incluyendo Boni. Aicha no estaba acostumbrada a este tipo de estilo de vida austera, como tener que usar un velo.
"La vida era dif铆cil en 2012, pero era soportable", se帽al贸. "Me despertaba y preparaba la comida para mis hijos antes de salir para cuidar de nuestro ganado. Pasaba el tiempo con mis amigos cuando mi marido se iba a Boni a vender algunos animales. Todo estaba mejor".
En enero, las luchas volvieron a la regi贸n mientras los franceses apoyaban el avance del ej茅rcito maliense en el norte contra las milicias. Aicha pod铆a o铆r los sonidos de la guerra retumbar de cerca y decidi贸 que deb铆a huir para salvar a sus hijos.
Otros aldeanos pensaron lo mismo y los hombres se reunieron para contratar a un camionero que llevase a sus mujeres e hijos al norte, a la cercana Burkina Faso y despu茅s a Mentao, un capo donde viven 11.000 personas, localizado a unos 80 kil贸metros de la frontera. Algunos de los aldeanos de Boni ya ten铆an familiares all铆.
Pero en lugar de llevarlos a Mentao, los conductores enga帽aron al grupo de 20 mujeres y ni帽os, dej谩ndolos en un pueblo a 60 kil贸metros de su destino tras un viaje largo e inc贸modo sin comida ni agua. Por suerte, la gente del lugar se apiad贸 de los refugiados y los llev贸 en burro a Mentao.
En respuesta al aumento de los reci茅n llegados, el personal de ACNUR, ubicado en la ciudad cercana de Djibo, abri贸 un centro de tr谩nsito para refugiados donde los que llegan pueden permanecer durante dos d铆as en unas tiendas de campa帽a reci茅n levantadas y con capacidad para 500 personas, antes de ser trasladados a los campamentos. Se construyeron m谩s letrinas y ba帽os en el centro de tr谩nsito para hacer frente a la poblaci贸n que segu铆a llegando.
Aicha y su grupo, despu茅s de haber sido detenidos por la polic铆a cerca de Mentao, fueron trasladados ante el personal de protecci贸n de ACNUR a este centro de tr谩nsito, donde fueron entrevistados y registrados. "Este es un momento particularmente importante para las personas m谩s vulnerables, como por ejemplo las mujeres cabeza de familia”, dijo la Oficial de Protecci贸n de ACNUR Euphrasie Oubda.“Nos pueden comentar cosas como problemas de salud y traumatismos y entonces podremos darles un cuidado adecuado”, ya sea directamente o a trav茅s de socios de ayuda humanitaria.
Aicha fue trasladada despu茅s a una tienda para ella y su familia en el campo de Mentao, donde recibe visitas regulares del personal de servicios comunitarios de ACNUR. Despu茅s de una semana all铆 se sent铆a segura, pero echaba de menos su hogar. Sin embargo, hay algo positivo: sus cuatro hijos ir谩n a la escuela por primera vez.
“Mi hijo mayor, que tiene 10 a帽os, nunca ha ido a la escuela: ha sido un pastor la mayor parte de su vida”, dice Aicha a los visitantes. “Aunque la vida en Mentao es mejor de lo que pensaba, la vida como refugiada no es igual a la que ten铆a en casa”, a帽ade.
Hugo Reichenberger/ CAMPO DE MENTAO, Burkina Faso, 3 (ACNUR) – Aicha est谩 sufriendo: est谩 lejos de su hogar en Mopti, en el distrito central maliense, y ha cogido una infecci贸n pulmonar provocada por el Harmattan, un viento polvoriento que recorre desde el Sahara hasta la costa atl谩ntica de noviembre a marzo.
La mujer de 45 a帽os y sus cuatro hijos llegaron al campo de refugiados de Mentao, al noroeste de Burkina Faso, hace menos de dos semanas, despu茅s de que se iniciara la intervenci贸n militar francesa en Mal铆 el pasado 11 de enero para hacer retroceder a los militantes antigubernamentales.
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© ACNUR/ H.Reichenberger |
Al principio la r谩pida evoluci贸n de la situaci贸n en Mal铆 aument贸 la esperanza de muchos desplazados de volver pronto a casa. Pero la realidad es que miles han huido desde entonces a los pa铆ses vecinos, principalmente a Burkina Faso y Mauritania, para escapar del conflicto o por el miedo a las represalias. Necesitan ayuda.
En Burkina Faso, muchos de los que han cruzado la frontera son de la etnia tuareg y mujeres y ni帽os 谩rabes, como Aicha y sus hijos peque帽os. Los hombres se quedan atr谩s para cuidar del ganado, e indican que la gente est谩 huyendo cada vez m谩s por la desesperaci贸n.
Las nuevas llegadas se re煤nen en la frontera con los equipos m贸viles de ACNUR o sus socios, y son trasladados a los campos de Mentao o Goudebou, donde reciben asistencia a su llegada, como comidas calientes o paquetes de refugio, y son registrados individualmente. M谩s de 6.000 malienses han llegado desde la intervenci贸n francesa en enero.
El viaje de Aicha a Mentao no fue tan directo. Se resisti贸 a huir de su aldea en el centro de Mal铆, Boni, a pesar de la deteriorada situaci贸n social y econ贸mica. Sent铆a que ten铆a mucho que perder.
“Somos gente sencilla, todo lo que tenemos son nuestros animales y nuestros amigos, nada m谩s y nada menos” comenta Aicha sobre su vida. Pero durante el pasado a帽o, las cosas se hicieron m谩s dif铆ciles cuando la guerra envolvi贸 al pa铆s y los rebeldes tomaron el norte y la mayor parte del centro de Mal铆. “Nuestros peores temores se han hecho realidad. Tuvimos que dejar nuestros animales y a nuestros amigos. S贸lo sentimos el miedo”, dice, explicando su situaci贸n.
Los acontecimientos del a帽o pasado en Mal铆 cogieron a miles de agricultores como Aicha y su marido por sorpresa, aunque la desigualdad entre las personas subsaharianas del sur y los tuareg y 谩rabes del norte ya hab铆a dado lugar a un conflicto separatista en 1990 y 2007. La mayor铆a de los familiares 谩rabes de Aicha huyeron a Burkina Faso o Mauritania poco despu茅s de que estallaran los primeros combates entre soldados del gobierno y los rebeldes tuareg en enero del a帽o pasado.
Los rebeldes tuareg victoriosos fueron apoyados por las milicias, que impusieron la estricta ley isl谩mica en las zonas bajo su control en el norte y centro, incluyendo Boni. Aicha no estaba acostumbrada a este tipo de estilo de vida austera, como tener que usar un velo.
"La vida era dif铆cil en 2012, pero era soportable", se帽al贸. "Me despertaba y preparaba la comida para mis hijos antes de salir para cuidar de nuestro ganado. Pasaba el tiempo con mis amigos cuando mi marido se iba a Boni a vender algunos animales. Todo estaba mejor".
En enero, las luchas volvieron a la regi贸n mientras los franceses apoyaban el avance del ej茅rcito maliense en el norte contra las milicias. Aicha pod铆a o铆r los sonidos de la guerra retumbar de cerca y decidi贸 que deb铆a huir para salvar a sus hijos.
Otros aldeanos pensaron lo mismo y los hombres se reunieron para contratar a un camionero que llevase a sus mujeres e hijos al norte, a la cercana Burkina Faso y despu茅s a Mentao, un capo donde viven 11.000 personas, localizado a unos 80 kil贸metros de la frontera. Algunos de los aldeanos de Boni ya ten铆an familiares all铆.
Pero en lugar de llevarlos a Mentao, los conductores enga帽aron al grupo de 20 mujeres y ni帽os, dej谩ndolos en un pueblo a 60 kil贸metros de su destino tras un viaje largo e inc贸modo sin comida ni agua. Por suerte, la gente del lugar se apiad贸 de los refugiados y los llev贸 en burro a Mentao.
En respuesta al aumento de los reci茅n llegados, el personal de ACNUR, ubicado en la ciudad cercana de Djibo, abri贸 un centro de tr谩nsito para refugiados donde los que llegan pueden permanecer durante dos d铆as en unas tiendas de campa帽a reci茅n levantadas y con capacidad para 500 personas, antes de ser trasladados a los campamentos. Se construyeron m谩s letrinas y ba帽os en el centro de tr谩nsito para hacer frente a la poblaci贸n que segu铆a llegando.
Aicha y su grupo, despu茅s de haber sido detenidos por la polic铆a cerca de Mentao, fueron trasladados ante el personal de protecci贸n de ACNUR a este centro de tr谩nsito, donde fueron entrevistados y registrados. "Este es un momento particularmente importante para las personas m谩s vulnerables, como por ejemplo las mujeres cabeza de familia”, dijo la Oficial de Protecci贸n de ACNUR Euphrasie Oubda.“Nos pueden comentar cosas como problemas de salud y traumatismos y entonces podremos darles un cuidado adecuado”, ya sea directamente o a trav茅s de socios de ayuda humanitaria.
Aicha fue trasladada despu茅s a una tienda para ella y su familia en el campo de Mentao, donde recibe visitas regulares del personal de servicios comunitarios de ACNUR. Despu茅s de una semana all铆 se sent铆a segura, pero echaba de menos su hogar. Sin embargo, hay algo positivo: sus cuatro hijos ir谩n a la escuela por primera vez.
“Mi hijo mayor, que tiene 10 a帽os, nunca ha ido a la escuela: ha sido un pastor la mayor parte de su vida”, dice Aicha a los visitantes. “Aunque la vida en Mentao es mejor de lo que pensaba, la vida como refugiada no es igual a la que ten铆a en casa”, a帽ade.