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Rock.com.ar.- Ambos fueron grandes éxitos comerciales. “Tango Feroz. La leyenda de Tanguito” convocó a más de un millón y medio de espectadores en 1993. “Tanguito, la verdadera historia” vendió más de 18.000 ejemplares el mismo año.
Sin embargo, mientras la ópera prima del director Marcelo Piñeyro tergiversó los hechos y sufrió el boicot de los verdaderos personajes de la historia, el libro de Víctor Pintos es una rigurosa investigación periodística que recrea la vida misteriosa, intrincada y fascinante de uno de los fundadores del rock argentino: José Alberto Iglesias Correa, alias Ramsés VII, más conocido como Tanguito.
Y éste trabajo, que editó Planeta en aquella oportunidad y sirvió como base documental para el film que protagonizaron Fernán Mirás y Cecilia Dopazo, ahora está en camino de ser finalmente reeditado y mejorado: el autor promete el texto original con nuevo diseño, la incorporación de testimonios inéditos y el complemento online con ilustraciones, grabaciones testimoniales y videos.
La financiación se realiza colectivamente a través de Idea.me, con varias opciones de compra anticipada: desde $105 por un ejemplar con 25% de descuento hasta combos para grupos de amigos o librerías.
Como muestra, en la web www.tanguito.net se pueden descargar estos breves testimonios de Litto Nebbia, Moris, Jorge Álvarez y Miguel Abuelo.
En el prólogo de la primera edición, inconseguible en librerías desde hace años y ofrecido usado a $150 en Mercado Libre, Víctor relata cómo se gestó el trabajo:
“Comencé esta investigación que reconstruye la vida de Tanguito en el verano de 1982, para una nota que publicó la revista “Expreso Imaginario” en el número de abril de ese año. La retomé en 1987, cuando Marcelo Piñeyro me convocó para que hiciera un informe periodístico en el que pudiera basar el guión de una película con la que quería debutar como realizador. Inmediatamente después de que entregara el material, Piñeyro y Juan Carlos Muñiz iniciaron la escritura de los primeros guiones de “Tango feroz”, cuya versión definitiva escribieron el director y Aída Bortnik. A medida que el proyecto de la película apuntaba cada vez más claramente a recrear la leyenda, y no la vida real de Tango, me fui convenciendo de que alguien tendría que escribir el libro con la verdadera historia. Por eso continué con mi acercamiento al personaje real que había generado el mito.
En el verano del 93, después de haber trabajado en la preproducción de “Tango feroz” como asesor musical, me puse a ordenar los casi 200 reportajes con distintas personas que había hecho sobre Tanguito durante once años. Y, como en las novelas de espionaje, sobre esos tramos finales del trabajo surgieron los datos y los testimonios decisivos par rearmar fidedignamente la historia. Por ejemplo, la aparición de Tango Bis, el personaje que nunca había aceptado hablar de su especial relación con Tanguito. O los datos sobre el Borda, que me facilitó uno de los médicos que dirigieron el servicio de drogadictos que existía allí en 1972. O los relatos de quienes compartieron con Tango sus últimos días de encierro en ese neuropsiquiátrico, y lo vieron escapar en la mañana del 19 de mayo.
Con los testimonios de medio centenar de informantes -familiares, amigos y conocidos-, y una completa carpeta de recortes, material diverso de archivo, registros de su paso por escuelas, comisarías, hospitales y cárceles, me puse a escribir el libro a comienzos del 93, mientras Piñeyro se moría de ansiedad porque había terminado su película y todavía no tenía fecha de estreno.
Descarté la narración novelada porque creí no tener la autoridad suficiente: mal podía ser el relator de su vida, si no lo conocí personalmente. Además, me resultaba llamativo cómo se contraponían algunos testimonios con otros, sencillamente porque la memoria no siempre registra de la misma forma lo vivido, y es lógico que cada cual tenga su propia versión de lo que pasó.
Debido a eso, opté por la fórmula más sencilla y a la vez más heterogénea de contar la historia: encadenar los testimonios y conservarlos tal como figuran en las cintas, con su intensidad y su aspereza coloquial, y sus coincidencias y disensos. De esa forma, creo, el lector podrá sentir que está compartiendo una mesa de un bar -¿La Perla de Once?- con la gente más cercana a Tanguito, y que esa gente se ha decidido a contarle su historia. Así también, creo, este libro se conecta con la esencia de esa leyenda, que como todas las leyendas se transmitió oralmente a través deltiempo, creciendo, variando, distorsionándose a veces en el camino”.