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Molinos de viento

20.09.13. elmercuriodigital.es - Jorge Tartarini. Agenda de Reflexi贸n- La aparici贸n del molino de viento, junto con el crecimiento de la red ferroviaria y la difusi贸n del alambrado, fue uno de los principales factores de desarrollo y creaci贸n de establecimientos rurales y pueblos. Su llegada permiti贸 obtener agua en lugares donde no exist铆an cursos fluviales ni aguadas naturales, prescindiendo del condicionamiento geogr谩fico y, en buena medida, de fatigosas excavaciones para acumular las aguas pluviales en cisternas y tajamares. Esta novedosa aplicaci贸n de la energ铆a e贸lica transform贸 la realidad del campo argentino. Los primeros que llegaron a nuestro pa铆s se importaron de Estados Unidos por la casa de Miguel N. Lan煤s, importadora de maquinaria rural, en 1880. El molino hab铆a sido inventado por el norteamericano Daniel Halladay, quien comenz贸 su fabricaci贸n en 1854 y fue un elemento indispensable en la expansi贸n agr铆cola-ganadera y el poblamiento del Oeste americano. Los primeros modelos que llegaron al pa铆s fueron totalmente de madera, de la f谩brica de Andrew Corcoran, de Nueva York, y hab铆an obtenido medalla de plata en la Exposici贸n Universal de Par铆s de 1878. En 1881, Lan煤s los present贸 en la exposici贸n de la Sociedad Rural en Palermo, y comenz贸 su fabricaci贸n en Buenos Aires en 1894, adquiriendo la patente del Corcoran.


Estos modelos de madera fueron r谩pidamente reemplazados por los de hierro, a los que en 1901 se les agreg贸 el tanque australiano. En los primeros a帽os del siglo XX exist铆an en Buenos Aires numerosas casas importadoras de molinos de viento, y tambi茅n algunas f谩bricas que comenzaban la producci贸n nacional.



Entre estas 煤ltimas, una de las m谩s conocidas fue la de J. A. Saglio, con su molino marca H茅rcules. Esta firma, a pedido de los interesados, pod铆a agregar a las estructuras de hierro cuantas “ornamentaciones art铆sticas” 茅stos quisieran, a decir de un aviso publicado en 1916. Es que, igual que otros derivados de la producci贸n industrial, los molinos a menudo se vistieron con formas y estilos en boga, a tono con la arquitectura de los grandes cascos de estancias. Aquellas esbeltas torres fueron, por su material -el hierro- y por sus formas, verdaderos s铆mbolos de modernidad y progreso, en la inmensidad del vasto horizonte pampeano. No es de extra帽ar entonces que los modelos de mayor envergadura incluyeran una escalera de caracol vinculando distintos niveles de miradores sobre los tanques de hierro -para apreciar el entorno y tomar el t茅-, crester铆as de zinc y delicadas barandas ornamentadas. Estos testimonios del pasado industrial se encuentran hoy en su mayor铆a desactivados, o bien modificados en su maquinaria original con la introducci贸n de bombas el茅ctricas. No existe un inventario que ofrezca una idea cabal de la cantidad de molinos de hierro importados y nacionales que hoy se conservan, pero se sabe que en la provincia de Buenos Aires existen modelos de gran inter茅s, como los que pueden verse en la estancias El Malacara del Moro y San Mart铆n, en los partidos de Lober铆a y Ca帽uelas, respectivamente; mientras que en la provincia de C贸rdoba, en la localidad de San Esteban, se encuentra el m铆tico “Molino franc茅s”, que habr铆a sido adquirido por Mar铆a Harilaos de Olmos, junto con otro de similares caracter铆sticas, para sus estancias de Dolores y de El Duraznillo, en R铆o Cuarto. Aunque se adjudica su dise帽o al ingeniero franc茅s Alexandre Gustave Eiffel (1832-1923), a poco de examinarlo surgen evidencias que contradicen tal afirmaci贸n. En efecto, se trata de un modelo fabricado por la firma del Ingeniero J. A. Saglio, que pose铆a su casa central en B. de Irigoyen 1460-70 de Buenos Aires, y talleres y sucursal en la ciudad de La Plata. La Casa Saglio, adem谩s de molinos, produc铆a tanques australianos, bebederos, malacates, cocinas, columnas, bancos para jardines, bombas, norias, pozos semisurgentes e instalaciones completas de aguadas, ca帽er铆as, dep贸sitos, torres, etc., tal como lo afirma un cat谩logo de 1917. Tal vez su ornamentaci贸n, de inspiraci贸n Art Nouveau y Secesi贸n, haya influenciado en la versi贸n del origen galo. Lo cierto es que, por el contrario, la pieza es un testimonio genuino del temprano desarrollo alcanzado por la metalurgia liviana nacional aplicada a la maquinaria rural. En el citado cat谩logo de 1917, aflora el orgullo de Saglio por su molino, “nacido en la Argentina y perfeccionado paulatinamente en su Patria”, queda evidenciado en varias leyendas de la publicaci贸n: “¡¡La INDUSTRIA NACIONAL imponi茅ndose a la Extranjera!!”; “HERCULES. El Molino que tarde o temprano tendr谩 Ud. que adoptar”. En San Esteban nunca estuvo Eiffel, pero s铆 Carlos Gardel filmando una de sus primeras pel铆culas (1917, Flor de Durazno) y, por si fuera poco, esta valiosa pieza de nuestro patrimonio industrial, declarada recientemente Bien de Inter茅s Hist贸rico Nacional.

http://www.agendadereflexion.com.ar/2013/09/20/931-molinos-de-viento/print/
Jorge Tartarini
[Publicado en P谩gina/12]

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