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La migración continúa aumentando en América Latina pero con menos derechos y en peores condiciones

La discriminación “por portación de rostro” (aspecto físico) es una de las más generalizadas. La sufren principalmente los migrantes con rasgos indígenas y los afrodescendientes bajo la creencia de que llegan a quitarle trabajo a los locales, o que por el color de piel son delincuentes, terroristas o narcotraficantes

•elmercuriodigital ▫ Inés Agresott es colombiana, negra de la zona del Caribe. Llegó al Perú en el 2000, se enamoró de un ciudadano peruano con el que contrajo matrimonio, tuvo una hija y se divorció. En el 2008 se volvió a casar con otro peruano y se estableció con su familia en Lima. En julio del 2014, como cada año, acudió a la oficina de Migraciones para renovar su carnet de extranjería. Sin embargo, esa vez se dio con la noticia que le habían retenido el documento señalando que no había acreditado “la continuidad del vínculo matrimonial original” y le pedían que volviera a Colombia y desde allí regularizara su situación.
 Imagen de la película "LPlaya D.C.", que  cuenta el viaje de iniciación de Tomás, un joven afrocolombiano que busca a su hermano en una ciudad en la que casi toda la población es blanca

“Para llegar a esa conclusión, no les importó desconocer mi matrimonio en el 2008 y que a lo largo de cinco años la Dirección General de Migraciones primero y la Superintendencia Nacional de Migraciones después, me habían reconocido y validado. En el colmo del absurdo y el machismo, sí reconocían la nueva relación con una extranjera de mi primer marido, el mismo con el que, según ellos, debía seguir estando casada para aspirar a la residencia”, cuenta Agresott en un artículo publicado el 24 de febrero por la revista Ideele.

El caso de Agresott es uno más de los innumerables abusos que están sufriendo extranjeros en el Perú que acuden a regularizar su estadía a las oficinas de Migraciones, que en el último año ha endurecido sin base legal los requisitos para obtener la residencia.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), si bien los Estados reconocen y adscriben los instrumentos internacionales sobre derechos humanos, incluyendo a la movilización, esos mismos Estados regulan el ingreso y presencia de extranjeros en sus territorios, con una tendencia a exacerbar la seguridad y la selectividad, fortaleciendo sus fronteras y haciendo más difíciles los requisitos para la entrada y permanencia.

 “Aunque las barreras a la migración internacional se han endurecido en los principales destinos migratorios extrarregionales, y en ocasiones en algunos intrarregionales, esto no ha sido impedimento para que la migración continúe. Muchas personas siguen migrando, pero con menos derechos y en peores condiciones, tornándose una población altamente vulnerable”, sostiene la CEPAL en su reciente informe “Tendencias y patrones de la migración latinoamericana y caribeña hacia 2010 y desafíos para una agenda regional”.

Migrantes sin derechos
Durante la pasada década el flujo migratorio en la región se aceleró, creciendo a un ritmo promedio anual de 3.5%, según la CEPAL, pero de igual manera aumentaron las restricciones migratorias, xenofobia, discriminación y malos tratos hacia los migrantes.

Pablo Ceriani, miembro del Comité de las Naciones Unidas para la Protección de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, explicó que los prejuicios contra los migrantes persisten en todas las sociedades de la región, en las que existe “un estereotipo según el cual hay una inmigración buena —europea y de fines del siglo XIX— y una mala, que es contemporánea y latinoamericana”.

La discriminación “por portación de rostro” (aspecto físico) es una de las más generalizadas. La sufren principalmente los migrantes con rasgos indígenas y los afrodescendientes bajo la creencia de que llegan a quitarle trabajo a los locales, o que por el color de piel son delincuentes, terroristas o narcotraficantes.

 “Paradójicamente, se han ido reforzando los mecanismos de control migratorio, lo cual es funcional en contextos de crisis”, señaló Ceriani en una entrevista a la agencia argentina Télam.

La CEPAL calcula que de los 28.5 millones de latinoamericanos y caribeños que viven fuera de sus países de origen, 4.8 millones provienen de países vecinos.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha señalado una serie de aspectos que las autoridades gubernamentales deben tomar en cuenta y que se dan como resultado de los cambios en los procesos migratorios. Entre ellos, señala los procesos migratorios desde los países desarrollados a América del Sur; la relación entre cambio climático y migraciones; la atención a la salud de los migrantes; las vulnerabilidades y requerimientos específicos de la niñez migrante; el vínculo entre violencia doméstica y migraciones; la migración de pueblos indígenas; la persistencia de la trata de personas y el tráfico de migrantes; el impacto de las migraciones en el servicio doméstico y las redes de cuidado y en fenómenos demográficos como el envejecimiento; la integración social de los migrantes y la reinserción social y productiva de los retornados. —Noticias Aliadas.




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