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Leonor Silvestri: “El feminismo radical estaba en lo cierto cuando decía que la libertad empieza por el vientre”

"Soy una escritora de poesía y ensayo que hace filosofía, alguien que intenta construirse sus propias armas"

•elmercuriodigital ▫ Florencia Arriola. Pikara Magazine.- Supo ser especialista en filología antigua y, aunque ha vivido muchas muertes en su existencia, hoy se dedica a dar clases en su casa como una sofista en la antigüedad. Poco humana y radical, deconstructora del amor romántico y destructora de la heteronorma, Leonor Silvestri hace poesía, escribe, practica deportes de combate y baila dancehall y reggaeton. Así es como se empodera y se reinventa, mientras busca nuevas formas de afectación más potentes que dejen a un lado el heterocapitalismo.

¿Cómo empezó tu activismo y militancia?
Jamás me considero activista o militante, que viene de miles, en latín soldado. Soy una escritora de poesía y ensayo que hace filosofía, alguien que intenta construirse sus propias armas.

Dejaste la universidad…
¿O ella me dejó a mí? (risas). La universidad fue un error. Perdí tiempo, vida, recursos y fue el período de mayor sufrimiento y normalización de mi existencia. Me siento mejor que cuando estudiaba ahí. De todas formas, no soy una persona que sostenga una misma identidad o actividad por siempre.

Las performances ya no te gustan.
Me divertía la exposición, ponerme en pelotas, mostrar el cuerpo e incomodar con lo que hacía con él. Con el tiempo, no solo adquirí una postura crítica acerca de cómo el dispositivo ‘artista’ reterritorializa lo peor que tiene el ego como artificio político, desde los celos hasta la propiedad privada, pasando por sentirse superior. A la vez, toda esa insensata exposición de un ‘yo’ me dejó de divertir e interesar, me aburrió.

Para ti, el cuerpo es…
El campo de batalla donde el deseo puede librar una lucha como máquina de guerra, especialmente sobre las pasiones tristes o desempoderamientos propios del heterocapitalismo. Si el cuerpo fuera solo territorio de saqueo, disputa y conflicto, no tendríamos con qué ganar la guerra ni con qué oponernos.

¿Cómo te llevas con Crohn?
Muy bien, por suerte. Soy afortunada de tener esta enfermedad y ella a mí; es una gran compañera y maestra. Veo las enfermedades y las discapacidades como huéspedes o diversidades funcionales que enriquecen nuestras existencias. No soy de tener novia, pero esta es una. Como buena novia, me dañará, ya lo ha hecho, y lo volverá a hacer. Pero esta, a diferencia de las humanas, me hace sentir viva. Me costó acomodarme cuando me enteré, pero soy resiliente. Crohn en sí es llevadera. Habría que ver si es una enfermedad, puesto que no tiene cura.


¿Por qué decir no a la maternidad?
Porque es de mal gusto y antiestético (risas). Fuera de broma, hay que atacar esta cuestión desde varios ángulos, aunque no esté de moda ir contra el aparato del futurismo reproductivista. El primer motivo es antiespecista; no podemos seguir reproduciéndonos cuando la humanidad es la responsable de todos los daños contra este mundo, cuando somos hipernumerarias y ya no hay espacio para un solo ser humano más. Por otro lado está la sospecha de los deseos. Hemos llegado a un nivel de análisis donde se cuestionan hasta las formas más sutiles de agenciamiento y de deseo en la sexualidad y donde nadie toma por cierto y natural la heterosexualidad. No veo entonces cómo no cuestionar el deseo de maternidad y de reproducirse. En tercer lugar sigo pensando que el feminismo radical, de Carla Lonzi o alguna crítica de Beauvoir, estaba en lo cierto cuando decía que la libertad empieza por el vientre. Debemos cerrar la fábrica de producción del ejército de reserva de esclavos heteronormativos, desafiliarnos de las filas heterohumanas y dejar de proclamar la unión natural y esencial útero-vida-tierra. Deberíamos tener un devenir al estilo de Shulamith Firestone, porque “parir es como cagar calabazas”, que decía ella. Ciertos axiomas no deberían ser solo pancarta para prólogo de libro, sino formas de vida.

Entonces, ¿el deseo es cuestionable y/o reprimible?
Es cuestionable, objetable y manipulable. No creo en los deseos reprimidos, sino en la posibilidad de producir contradeseos que atenten contra este mundo y que incrementen las potencias del cuerpo. El sistema nos quiere no solo heterosexuales y heteronormales, sino débiles, entristecidas, incapaces de sublevarnos y con miedo, compitiendo las unas con las otras, pero sin cuestionarnos.

Leonor Silvestri. Fotóo de Lihue Rodríguez

¿De qué manera crees que la maternidad y la familia, como institución, controlan la sexualidad de las mujeres?
Familia, del latín famulus, esclavo rústico, significa conjunto de esclavos. Para crear nuevas formas de afectación hay que crear nuevos lenguajes. La familia, la sangre, el Edipo y la pareja forman parte de los grandes dispositivos de control, con una coerción subjetiva muy sutil. Es casi un insulto y motivo de expulsión ir contra la familia, cuando el feminismo radical de los 70 ya abogaba por eso. Parece que la heterosexualidad como régimen político pega la vuelta y gana a nivel subjetivo, a la altura de los deseos. Dado que no puede vencer extinguiendo las desviaciones sexuales, produce deseos heteronormales incluso entre personas no heterosexuales: deseo de familia, reproducción, matrimonio, pareja monogámica, etc. También intenta convencer de que cualquier elección que hagamos, ya sea por pereza, incapacidad o ímpetu volitivo para fugarnos del sistema, es radical, deconstructiva y subversiva. Es decir, desconoce que estamos programadas subjetivamente para tener ciertos deseos y otros no.

“Dado que la heterosexualidad (…) produce deseos heteronormales incluso entre personas no heterosexuales: deseo de familia, reproducción, matrimonio, pareja monogámica, etc.”
¿Qué piensas pues del derecho al matrimonio igualitario o del derecho a que parejas homosexuales adopten?
Han servido a la visibilización del microfascismo y del fascismo declarado y han puesto a los enemigos en las calles y al frente, en marchas multitudinarias de oposición. Se me ocurren muchas otras luchas más estimulantes para personas no heterosexuales que la integración voluntaria al heterocapitalismo y su matriz deseante. Creo que hemos perdido de la guerra y que el mundo que Monique Wittig nos prometió con sus hordas de amantes amazonas lesbianas no esencialistas no está aconteciendo. Debemos dejar de hacer pasar como radical o cuestionador aquello que hace que el mundo continúe tal cual está, produciendo nuevas exclusiones al incluir a antiguas y antiguos denostados. Nuestros impulsos deberían encaminarse a la desaparición del paradigma en el cual vivimos y no a hacer esta esclavitud más políticamente correcta.

La lógica del mercado en el siglo XIX llevó a algunas feministas a decir que la relación entre una esposa que no trabaja fuera y el marido que la mantenía no era muy diferente de la prostitución. ¿Qué opinas?
Hay diferencias entre el trabajo sexual y el matrimonio. El primero puede ser autogestivo, interesante, creativo y una buena manera de ganar ingresos elevados de forma independiente, en circunstancias más o menos favorables. En cambio, no se me ocurre posición peor que ser la esposa de alguien. Emma Goldamm ya planteaba que una trabajadora sexual vende su cuerpo por hora y a varios clientes, mientras que una esposa lo hace una vez, para siempre y a un solo varón. Hoy, gracias a las compañeras que luchan a favor del trabajo sexual, sabemos que no se vende el cuerpo sino un servicio, el de cumplir fantasías y deseos, y que puede ser una gran manera de ganarse la subsistencia dentro del heterocapitalismo. En este marco, es mejor trabajar por buen dinero y poco tiempo que mucho y a bajo costo.

¿Te consideras víctima del patriarcado?
A veces me pregunto qué rayos es el patriarcado. Al igual que la historiadora Joan Scott, no coincido mucho con las teorías que se centran en él. Prefiero hablar de heterosexualidad como régimen político, como lo hacía Monique Wittig, porque me parece mucho más insultante y ofensivo. También, porque creo que el problema no son los varones malos y patriarcales contra los buenos y antipatriarcales, sino la noción misma de cómo hemos llegado a crear este cuerpo llamado ‘varón’, ‘macho’, ‘hombre’ que controla y es hegemónico. A veces lo hace con buenos modos y debemos agradecerle y otras, con golpizas y le denunciamos. Todo lo que existe sobre la faz del planeta, como esa matriz heterosexual, organiza todos los asuntos conscientes e inconscientes y todos los existentes animados o inanimados. También rechazo la noción de víctima por desempoderante. Prefiero pensar estrategias de resiliencia, sobrevivencia o supervivencia y empoderamiento.

“Creo en la posibilidad de construir algo mejor que una familia y más potente que una hermana, en el contagio pero no en la sangre, en la complicidad más que en el Edipo”
¿Cómo te empoderas tú?
Depende. Los deportes de combate, entrenar y correr me empoderan. Sentir que soy un cuerpo que puede responder un ataque y que tiene acceso a la violencia me hace muy bien. También, los grandes ‘no’ a las máquinas célibes: no casarse, no ser madre, no tener hijos ni hijas, no tener pareja. Y las grandes afirmaciones: el antiespecismo, la anarquía —que no anarquistas— y el lesbianismo —que no las lesbianas—.

¿Existe la sororidad?
¿Existe la soror, del latín hermana? No creo en los vínculos humanos, pero sí en los acontecimientos, en entregarse al caos y en exponerse cautelosamente a los encuentros para ver si combinamos o no, para experimentar el incremento de las potencias. Creo en la posibilidad de construir algo mejor que una familia y más potente que una hermana, en el contagio pero no en la sangre, en la complicidad más que en el Edipo.

¿Tienes contradicciones?
¿Quién no? Callo algo, vivo de otro modo, no hago una panacea de mi mediocridad y no torno bandera aquello para lo cual soy acomodaticia. Con el correr del tiempo voy acortando la brecha entre la palabra y la acción, no tanto por una cuestión de programa sino de incremento de las potencias. No vivir heteronormadamente será más difícil, pero es más empoderador y alegre. He dejado de esconderme de cualquier tipo de policía que exista por ahí queriendo marcar el bien y el mal, que no es lo mismo que lo bueno y lo malo, lo que conviene al cuerpo y lo que no y a todo lo existente conectado a él. Tengo contradicciones, más que culpa e inconsistencias.

¿Las cuestionas?
¡Claro! Es una de las cosas más deliciosas: examinar mi existencia y hacerla un objeto agraciado a mi propia contemplación, que resulte repelente a los enemigos, que les deje de piedra.

Te gusta bailar reggaeton, ¿por qué es compatible con ser feminista?
Igual que bailar ballet clásico, hacer boxeo o gimnasia artística. Si el feminismo es compatible con las madres, con abolir la prostitución, con el Estado, con las presidencias o con el ser blanca y heterosexual, no veo por qué no puede serlo con otras cosas menos repelentes y asquerosas como bailar reggaeton, que es más divertido y menos cosificador que el amor —siempre romántico, no hay otro— o la pareja. Esas dicotomías acerca de lo que está bien y lo que está mal son territorios morales. El feminismo un día estará en contra del aborto, si sigue por este camino (risas).

¿Cuál es tu idea del amor?
¡La peor! Por amor se sellan los más terribles pactos: pareja, monogamia, celos y maternidad. Si el amor es tan maravilloso, no veo por qué el heteroimperio necesita tal cantidad de publicidad. Hay que irle en contra al amor, por duro que suene, para encontrar nuevas formas de afectación más potentes y armar amistades no solidarias con el heterocapitalismo. Pero, ¿qué se puede esperar, si aún no circulan de manera gratuita y online la mayoría de los libros que la gente presuntamente activista y radical produce?

“Hay que irle en contra al amor, para encontrar nuevas formas de afectación más potentes y armar amistades no solidarias con el heterocapitalismo”
¿Y qué pasa si te enamoras?
Lo hago poco y bajo circunstancias especiales y excepcionales. No es un vicio que tenga ir enamorándome por ahí. He querido a algunas personas de ese modo y me ha ido como a todo el mundo: fatal. Cuando me pasa tengo algunas técnicas. La limpieza es la primera: tomar tiempo, distanciarme físicamente y dejar de depender. Prefiero otras maneras de sentir, el mundo de la capacidad de afectación, por difícil que sea de conseguir. Para eso se necesita soledad y un cierto grado de independencia afectiva. No vivo así por principio; realmente creo que se vive mejor.

¿Qué proyectos tienes en mente?
Además de no morirme ya mismo, estamos haciendo dos libros y tratando de editarlos: Games of Crohn, una suerte de ensayo filosófico sobre mi ingreso y externación por la enfermedad; y Spinoza para feministas, con la colectiva Yiya Murano, que continúa la línea de Foucault para encapuchadas, de Manada de Lobxs. Quiero meter alguna pelea de kick, para que el ring no sepa a poco, y participar en algunos torneos de jiu jitsu. Me gustaría conseguir todos los cinturones que me faltan en ambas disciplinas. Por otro lado, seguimos produciendo material audiovisual, como Quiero flashear ser progre, y viendo si podemos filmar las Encíclicas feministas del padre Leo, mi drag king. Finalmente, tengo que ver si logro realizar algunos viajes más antes de que se me agote la energía vital por completo y deba quedarme en casa leyendo todos los libros que aún no me he leído.

http://www.pikaramagazine.com/2015/07/creo-que-el-feminismo-de-seguir-asi-un-dia-estara-en-contra-del-aborto/#sthash.i1FM88HB.dpuf




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