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Personas refugiadas en Chad viven perseguidas por el miedo

MSF: "El proceso de recuperación es largo. Esta gente ha sido testigo de cosas terribles, se convierten en refugiados, y llegan a un campo donde la vida es deprimente y dura. Al principio, padecen estrés postraumático, no pueden dormir. Pero después, no hay otra opción que la de quedarse"

•elmercuriodigital ▫ Durante las últimas semanas, han aumentado los ataques cometidos por Boko Haram en la región del lago Chad, y también se ha ampliado la presencia militar en la zona para hacerle frente. El número de personas a las que se les ha obligado a abandonar sus hogares ha aumentado en más del doble, con lo que el número total de desplazados en la zona asciende a 75.000.

El miedo que se había infundido sobre la población - que consta de refugiados de Níger y Nigeria, además de los propios chadianos - no ha hecho más que agravarse por una violencia constante, sin señales de que vaya a remitir. Hay muchas necesidades de atención psicológica, y con la última escalada de la violencia, no pueden más que seguir aumentando.

Desde el inicio de sus operaciones en la crisis de Chad, en marzo de este año, Médicos Sin Fronteras (MSF) identificó una necesidad inmediata de incorporar la atención psicológica en sus actividades médicas. Actualmente, los psicólogos de MSF, que trabajan en el campo de refugiados Dar Es Salam, en la región del lago Chad, escuchan las historias de horror y del miedo constante que asedia la vida cotidiana de los supervivientes. Entre los pacientes que acuden en busca de atención psicológica a la clínica de MSF en los campo de refugiados, uno de cada cuatro presentan síntomas de depresión. Asimismo, también son comunes los trastornos del sueño, las reacciones emocionales graves y las reacciones de ansiedad asociadas a un trauma.

La hija de 9 meses Lami Issa recibe la vacuna oral contra la polio en el hospital de Maimusari, Nigeria. © Abraham Oghobase


"Vi a Abeni *, una joven de 16 años que había huido de Baga en Nigeria," explica Forline Madjibeye, psicóloga de MSF. "Sus padres fueron asesinados, al igual que sus vecinos. Ella cogió de la mano a su hermano pequeño y a su sobrino, así como a los cuatro niños de sus vecinos y, finalmente, logró llegar hasta aquí. Hablé ayer con ella y me dijo que aún no dispone de un carnet de refugiada, y no reciben nada de comida. Los niños están llorando de hambre".

El hecho de escapar de una situación como esa y llegar a un lugar donde las condiciones de vida son tan difíciles sólo agrava los efectos psicológicos del trauma. Según Forline, la responsabilidad de cuidar de seis niños en un campo de refugiados, junto con todo lo que ella había sufrido en Nigeria, ha tenido un coste grande para Abeni. Ella sigue reviviendo el miedo, no puede dormir, está excesivamente estresada, y sufre de depresión ante la incertidumbre total de su futuro.

"Queremos ser capaces de hacer que Abeni recupere un cierto autocontrol, de modo que pueda gestionar el miedo y la tristeza que experimenta, y cuidar de sí misma y de los niños", prosigue Forline. "No es una situación fácil, y, desgraciadamente, otras personas también han tenido que pasar por ella. Así que le animo a que comparta sus experiencias con otros refugiados, y a no quedarse sola en casa".

Con el aumento de la violencia en la región, la inseguridad ha perseguido a los refugiados desde el momento de su partida. Aunque pueden haber creído que huían hacia un lugar seguro, se encuentran en cambio atrapados por las circunstancias, no se sienten seguros, y por lo tanto siguen reviviendo el trauma. Sus "casas" se han convertido ahora para ellos en una serie de tiendas en mitad del desierto, donde pueden ser vulnerables a nuevos ataques.

Aurelia Morabito, una psicóloga que ha estado trabajando con MSF durante los últimos dos meses en el lago Chad, explica que los síntomas que presentan los pacientes están intrínsecamente vinculados a los hechos traumáticos que los refugiados han vivido, pero también a las condiciones de vida y a los sentimientos de miedo con los que se enfrentan a su llegada.

"El proceso de recuperación es largo. Esta gente ha sido testigo de cosas terribles, se convierten en refugiados, y llegan a un campo donde la vida es deprimente y dura. Al principio, padecen estrés postraumático, no pueden dormir. Pero después, no hay otra opción que la de quedarse. Ya no sólo eres una víctima de Boko Haram, ahora tienes que pasar por el proceso de aceptación de una vida como refugiado, o de tener que seguir tu vida en un lugar diferente, y convivir con la realidad de no tener ni idea de lo que te deparará el día siguiente".

Los psicólogos de MSF han atendido a unos 524 pacientes, desde que la organización puso en marcha el programa, en marzo. Los equipos ofrecen consultas individuales, familiares o de pareja, y los niños también pueden participar en un taller de dibujo semanal para expresar lo que sienten.

"Para los niños, es más fácil expresar sus miedos a través del dibujo", dice Aurelia. "Después, hablamos de los dibujos con ellos y sus padres con el objetivo de ayudarles a controlar sus miedos". En cada sesión, los niños relatan historias terribles a través de sus dibujos. Vemos imágenes de armas y helicópteros, y personas decapitadas. Oímos historias de niños que huyeron de Nigeria, sólo para vivir otro ataque en Níger, y volver a Nigeria para enfrentarse a la violencia nuevamente. Muchos se pusieron a correr en solitario durante la noche, o la pasaron ocultos en el agua, a la espera de que nadie les pudiese encontrar".

El objetivo del equipo de salud mental de MSF es proporcionar apoyo a los refugiados para reducir las consecuencias del trauma, y garantizar que dispongan de un profesional con el que poder hablar todo el tiempo que necesitan. Los psicólogos escuchan a los pacientes en un espacio seguro y confidencial, y tras conocer su sufrimiento, les ayudan a encontrar las mejores estrategias para afrontarlo.

"A lo largo de nuestras sesiones, los psicólogos de MSF escuchan y tratan de normalizar las reacciones de los refugiados", explica Aurelia. "Esto ayuda a la estabilización y seguridad del paciente mientras entra en contacto con los demás y comparte sus experiencias. Sabemos que no podemos hacer que desaparezca el sufrimiento, pero podemos ayudar a que los pacientes afronten mejor las reacciones insoportables que comporta dicho sufrimiento".

MSF trabaja en la región del lago Chad de Chad desde marzo de 2015, poco después de que comenzasen las primeras oleadas de refugiados que huyen de la violencia de Boko Haram en Nigeria. Además de su programa de salud mental en el campo de refugiados Dar Es Salam, MSF también lleva a cabo clínicas móviles que prestan atención básica de salud a la población residente y desplazada. La organización incorporará próximamente un componente de atención psicológica en estas clínicas móviles.

En la capital, Yamena, MSF prestó su apoyo a los hospitales del Ministerio de Salud, tras dos ataques de Boko Haram que se produjeron el 15 de junio y 11 de julio respectivamente. Desde abril, MSF ha impartido formación al personal del Ministerio de Salud en Yamena sobre la atención a víctimas en masa, y ha realizado donaciones a tres hospitales de la capital, con el fin de ayudar a aumentar la capacidad nacional de respuesta ante situaciones de emergencia.







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