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Epidemia Criminal

OPINI脫N de Mauricio Casta帽o H., Colombia.- El crimen organizado, las rentas criminales es la mayor preocupaci贸n de alcaldes y gobernadores de esta Colombia. Su confesi贸n hecha al presidente de la rep煤blica es ya una manifestaci贸n de impotencia ante esta epidemia de violencia y muerte a la que nos someten a diario los pillos, los matones de barrio. Recuerdo el ir贸nico chiste del hijo que varias veces ten铆a que ser despertado por su se帽ora madre para que fuera al colegio. Se resist铆a a levantarse alegando cualquier excusa como cinco minutos m谩s de modorra, otra perecita m谩s... Hasta que se sincera: Mam谩 yo no quiero ir all谩 porque todo el mundo se burla de m铆, los profesores y estudiantes. Mijo, responde su madre, tiene que ir porque usted es el rector del colegio.

El chiste evidencia la falta de legitimidad de las figuras de gobierno, igual a como sucede con los mandatarios, no saben qu茅 remedio hallar frente a la epidemia criminal que invade cada esquina, cada metro cuadrado de la ciudad en donde se toman a los ni帽os desde los ocho a帽os para iniciarlos en el consumo de marihuana y dem谩s alucin贸genos, igual proceden con los adolescentes, interceptados en las esquinas de los colegios para ofrecerles drogas, en fin, para apropiarse de todo aquello que d茅 rentabilidad. Copan los espacios p煤blicos y privados que resultan estrat茅gicos para sus llamadas plazas de vicio, desencadenando en cascada toda una negaci贸n de la vida, tras las ventas de las drogas se viene la oferta de prostituci贸n, atracos, violaciones sexuales, calles deterioradas por la mendicidad, excrementos, orina de taxistas, etc.

Y como siempre, el miedo es el principal recurso para someter a quien se resistan, leves escarmientos hasta finalmente pagar con la propia vida, ellos tienen el poder de dejar vivir o hacer morir. Las metodolog铆as del dolor, del miedo, de la tortura siempre est谩n a la orden del d铆a en la historia de la humanidad, para ser aplicados a todos por igual. Tanto los gobernantes como los ciudadanos de a pi茅 est谩n sometidos a las l贸gicas, al entramado del crimen organizado. Si ello no aparece en los noticieros es porque mienten en estad铆sticas o porque hacen desaparecer los cr铆menes.

Si esta es la preocupaci贸n de los hombres de poder, qu茅 diremos de los ciudadanos de a pie, los que se preguntan a diario qu茅 hacer con la plaga del crimen que se expande a la velocidad de la luz. Cualquier recodo del espacio p煤blico es tomado por los tent谩culos del mundo criminal. Adem谩s de las altas rentabilidades, al menos 236 millones de d贸lares anuales, tienen a su favor todo un ej茅rcito de desempleados, la oferta laboral casi 煤nica para los j贸venes, pues como sabemos el liberalismo del mundo del capital ha despojado de lo 煤nico que le quedaba a los individuos: su fuerza laboral. Hoy la f谩brica robotizada ya no los necesita, entonces los pistoleros la toman a su favor.

Tenemos que lo malo de una sociedad no puede ser atribuible solo a unos cuantos, de tal palo tal astilla, tenemos lo que nos merecemos. Hasta qu茅 punto se toleran fechor铆as que van subiendo de tono hasta convertirse en un monstruo de mil cabezas. Todos en esta sociedad celebran conseguir dinero a como d茅 lugar, los traquetos son recibidos como h茅roes por sus madres, vecinos... Pablo Escobar, s铆mbolo del mal de Colombia, es venerado en la cultura popular como un santo m谩s, a su tumba van con ofrendas. Esto en la cultura popular, en las 茅lites signific贸 echar el bobo por delante, pues las drogas il铆citas han sido y son consideradas otro rengl贸n m谩s de la econom铆a.

Por ello esta tierra parece de nadie, solo de los que imponen la l贸gica del crimen organizado. Las calles, repetimos, son orinales de taxistas, letrinas para indigentes, los parques zonas de consumo de vicio y mercadeo de prostituci贸n, en Medell铆n vayan al sector del Poblado, al parque lleras lugar de las prepagos o protistutas, el parque de la Presidenta aleda帽o al hotel Dann Carlton es zona de microtrafico y atracos.

La cultura que somos nos devela, somos lo que hacemos, la nuestra es una sociedad sin frenos morales o 茅ticos, inspirada en liberalismo econ贸mico, da rienda suelta a conseguir dinero a como d茅 lugar, no importan los medios sino el fin por s铆 mismo. Se dice que los pueblos tienen a sus gobernantes que se merecen, de tal palo tal astilla, es duro reconocer, pero esa es nuestra sociedad. El desequilibrio de las sociedades viene por el exceso reunido, la apropiaci贸n de unos pocos cuando los otros est谩n desprovistos, privados de lo necesario. A todas estas, ante la impotencia de los mandatarios parece ser que estamos ante una epidemia criminal.

*Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/



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