OPINI脫N de Juan Pablo C谩rdenas
Los pa铆ses del mundo acostumbran rendirle tributo a sus h茅roes, gobernantes y seres excepcionales mediante estatuas y otras construcciones, al tiempo que bautizan con sus nombres ciudades, avenidas, calles, teatros, estadios, parques y diversos sitios de afluencia p煤blica. En el caso chileno estos nombres se repiten profusamente en todas las regiones, aunque los que se recuerdan en muchos casos no lo merezcan realmente.
Se trata de una forma de asentar soberan铆a e identidad nacional, destacando protagonistas y fechas significativas de nuestra historia, pero tambi茅n se busca ideologizar, enfatizando efem茅rides y acontecimientos muchas veces con la intenci贸n de ocultar episodios mucho m谩s significativos y trascendentales de nuestro recorrido como naci贸n y estado.
En naciones europeas como Francia, Inglaterra y Alemania esta pr谩ctica de rememorar la historia muchas veces ha obligado a reemplazar los nombres otorgados a los diferentes sitios seg煤n vayan cayendo en descr茅dito los personajes que en un momento se quiso homenajear. El nombre del mariscal Philippe Petain es uno de los m谩s emblem谩ticos en tal sentido: subi贸 a los altares de la fama con la Primera Guerra Mundial para despu茅s ser derribado de estos sitios luego del Gobierno de Vichy y su vergonzosa colaboraci贸n con Hitler. Primero h茅roe y luego acusado de traidor o villano, seg煤n la cambiante evoluci贸n e interpretaci贸n de los hechos hist贸ricos. Tambi茅n los reemplazos ocurren con los sucesivos cambios de propiedad respecto de tantos territorios del Viejo Continente o por la conformaci贸n de pa铆ses que antes no dibujaban los mapas pol铆ticos.
Siempre hemos seguido con particular atenci贸n los art铆culos de Felipe Portales y su enorme contribuci贸n a romper los mitos de nuestra historia, descubriendo el rostro real y hasta perverso de varios de nuestros ex jefes de estado y dirigentes. Poniendo en su lugar, por ejemplo, al todav铆a venerado presidente Arturo Alessandri Palma por su responsabilidad en cr铆menes y desacertadas acciones. A cien a帽os de la Matanza de San Gregorio en el norte, desde luego, donde cayeran acribillados por orden de su Gobierno casi setenta trabajadores del salitre seg煤n se consigna en un reciente art铆culo suyo publicado por el prestigioso medio digital Pol铆tika, en elclar铆n.cl y otros m谩s.
Claro: a esta altura no cabe duda que quien llegara a La Moneda en andas del pueblo se convirtiera en uno de los gobernantes m谩s reaccionarios, tenebrosos y sanguinarios de nuestra Rep煤blica. Esto es, por quien nos legara la Constituci贸n de 1925 redactada por 茅l y aprobada por un plebiscito tan espurio como el convocado despu茅s por Pinochet para reemplazar precisamente este texto por la nueva Carta Magna de 1980. Recordemos que a la Matanza de San Gregorio en Antofagasta se agregar谩 la masacre del Seguro Obrero en Santiago, hechos luctuosos en que se hace imposible ocultar la criminal mano de Arturo Alessandri, cuyo hijo Jorge despu茅s arribara tambi茅n a la Presidencia, as铆 como hasta ahora varios de sus descendientes circulan por los pasillos de las principales instituciones del Estado.
Pese a sus criminales acciones y desprop贸sitos en nuestra Plaza de la Constituci贸n sigue en pie un vetusto monumento en su memoria, as铆 como en el pa铆s un sinn煤mero de estatuas, calles y otros lo recuerdan y hasta pretenden reconocerlo como uno de nuestros “estadistas”.
Tan pavoroso tambi茅n nos parece que un genocida como el general Cornelio Saavedra, que ti帽era de sangre mapuche nuestra Araucan铆a, todav铆a tenga estatuas en una ciudad como Mulch茅n. Aunque en este caso, debemos celebrar que algunos de estos bronces hayan sido derribados por j贸venes con buena conciencia hist贸rica. No ser铆a tan improbable que el propio Pinochet y sus secuaces fueran reconocidos para la posteridad en calles, plazas o al menos cuarteles militares, mientras que el recuerdo hist贸rico de Allende y tantos m谩rtires de nuestra historia apenas alcanzan t铆midos reconocimientos despu茅s de cuarenta o cincuenta a帽os.
Es la pol铆tica mezquina y cobarde la que ha postergado estos reconocimientos. Tambi茅n la “prudencia” de quienes no quieren afectar a los militares y a los grupos olig谩rquicos que alentaron el Terrorismo de Estado y luego siempre se han concertado para alentar la impunidad. Supuestamente en bien del pa铆s, la reconciliaci贸n nacional y el progreso, cuando ya se sabe que la verdad y la justicia son los mejores ingredientes de la paz.
Figuras como las que cayeron en la lucha contra la Dictadura, la defensa de los Derechos Humanos y hoy siguen sacrificando sus vidas por derogar el cruel y criminal sistema neoliberal es posible que demoren mucho en ser reconocidos mientras no sea realmente el pueblo chileno el que ingrese a La Moneda tras sus aut茅nticos abanderados. Dirigentes sindicales y estudiantiles, periodistas y notables feministas, adem谩s de l铆deres espirituales, notables cient铆ficos, escritores y artistas, que esperan el reconocimiento hist贸rico que merecen sus ejemplares vidas. Por su combate permanente e irrenunciable por la justicia, la libertad y el aut茅ntico progreso. Cuanto por esa democracia que, en realidad, aguarda por una oportunidad en la pol铆tica chilena.
Pressenza