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Gardel, la magia del tango, la habitación 25 y el muñeco de madera

87 años de la muerte de Carlos Gardel

Archivo. La última foto de Gardel, el 24 de junio de 1935, minutos antes del accidente 


El Conventillo.- Este viernes 24 de junio se cumplen 87 años de la muerte de Carlos Gardel, el mayor representante del tango canción, en un accidente de avión en Medellín, Colombia.


Gardel tenía 44 años y se encontraba en la plenitud de su carrera. Junto con él fallecieron dos guitarristas, Barbieri y Domínguez, y su letrista Alfredo Le Pera, poeta, escritor, periodista y compositor de los tangos más conocidos cantados por Gardel como “Mi Buenos Aires querido” y “Por una cabeza”.


El 24 de junio de 1935 Carlos Gardel falleció en el choque de dos aviones en el momento de despegar, sobre la pista del aeropuerto Olaya Herrera que se conocía entonces como Aeródromo "Las Playas" de la ciudad de Medellín (Colombia). Junto a Gardel murieron en el acto su guitarrista Guillermo Barbieri y su secretario Corpas Moreno. Días después también morirían Alfonso Azzaf y el guitarrista Ángel Domingo Riverol.


En el accidente murieron también el as de la aviación colombiana y dueño de la SACO, Ernesto Samper Mendoza, el radiooperador Willis Foster, el empresario chileno Celedonio Palacios, el promotor de espectáculos Henry Swartz, así como los siete ocupantes del otro avión. En total 17 muertos. Solo hubo tres supervivientes: el guitarrista José María Aguilar, José Plaja y Grant Flynt, funcionario de SACO.


El accidente se produjo cuando el avión en que viajaba Gardel, un trimotor Ford de la empresa SACO, se desvió en pleno carreteo de despegue y embistió a otro avión similar de la empresa de origen alemán SCADTA, que esperaba su turno para despegar, incendiándose ambos.


Las causas del accidente nunca fueron establecidas con claridad. Ambas empresas aeronáuticas mantenían una dura competencia, detrás de la cual se encontraban los intereses estratégico-militares de los Estados Unidos y Alemania. Ni bien sucedió el accidente, cada una de las empresas se apresuró a atribuirle a la otra la responsabilidad. El propio presidente de Colombia culpó con dureza a la empresa alemana. La justicia por su parte decidió que las causas del accidente se debieron a las características de la pista y a un fuerte viento proveniente del sudeste.146​


Gardel fue enterrado primero en Medellín, pero luego Armando Defino ―su albacea― logró la repatriación del cuerpo. Para dicho fin, el féretro que contenía los restos mortales de Carlos Gardel debió realizar un largo recorrido que incluyó viajes en lomo de burro, carreta, tren y barco. Su cuerpo paseó por las poblaciones interiores de Colombia, luego fue a Panamá, se lo veló en Estados Unidos, y llegó finalmente a la Argentina en barco hacia 1936.​ Después de un multitudinario funeral en el estadio Luna Park, fue llevado a lo largo de la Avenida Corrientes hasta el Cementerio de la Chacarita, donde permanece en una bóveda junto con su madre.


Conocido como Carlitos, El Zorzal Criollo, El Mago, El Mudo, El Rey del Tango yo el Morocho del Abasto, en 1935 Gardel había filmado dos películas: El día que me quieras y Volver.


En 1917 Gardel cantó y grabó un tango por primera vez. Se trató del tango «Mi noche triste», un tema musical compuesto por Samuel Castriota titulado «Lita» al que Pascual Contursi le había puesto letra. La interpretación de «Mi noche triste» por Gardel está considerada como la fecha de nacimiento del tango canción.








Gardel se dio a conocer en 1908 haciéndose llamar "El Morocho. También destacaba José Razzano, llamado "El Oriental", con fama de cantante de tangos.

En 1917, "El Pájaro Cantante de Buenos Aires", como más tarde se le conoció, con su canción "Mi noche triste", de la cual vendió 100 mil copias, alcanzó gran fama en los países latinos y realizó gira por naciones como Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, España, Francia y Estados Unidos.

En 1928, en una visita que hizo a París, se vendieron 70 mil copias de sus discos, y entre 1930 y 1932 inició allí su carrera cinematográfica, durante la cual se trató de destacar su desempeño como cantante.

Gardel registró un total de 770 temas, incluso 514 tangos y su popularidad como intérprete de las baladas melancólicas del género fue confirmada en los años 20 y 30 en los clubes nocturnos y películas.

Entre su filmografía destacan "Encuadre de canciones" (1930), "Luces de Buenos Aires" (1931), "Espérame" (1932), "Melodía de arrabal" (1932), "Cuesta abajo" (1934), "El tango en Broadway" (1934), "Cazadores de estrellas" (1935), "El día que me quieras" y "Tango bar" (1935), por citar algunos títulos.

La élite de Argentina superó su aversión a los orígenes humildes del tango y la sensualidad abierta cuando Carlos Gardel y su música fueron ya extensamente aceptados en Francia y España.

Esa atracción se amplió gracias también a la radio que tocaba algunos de los tangos de la autoría de Gardel como "Mano a mano" (1920), "Desdén" (1930) y "Melodía de arrabal" (1932).

Gardel hizo época también con "Caminito", "Caminito soleado", "Cuesta abajo", "Dandy", "El día que me quieras", "La cumparsita", "Adiós muchachos", "La última copa", "Mi Buenos Aires querido", "Uno y uno" y "Volver", entre otros temas.



La carrera vertiginosa de Gardel se acabó de golpe en 1935, cuando perdió la vida en un accidente aéreo en Medellín, Colombia, el 24 de junio.

En 1998 la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (CAPIF) organizó la entrega de los Premios Carlos Gardel a la Música, y en su primera edición abarcó todas las expresiones de la música popular argentina, desde el tango hasta el rock.

Un año después quedó inaugurada La Casa del Tango Carlos Gardel, Museo del Tango Doctor Amín Raed, en Buenos Aires, y a partir del 1 de septiembre de 2003 la voz del cantante fue nombrada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

En 2007 se presentó en el Teatro Teresa Carreño, en Buenos Aires, la pieza "Gardel, vivito y tangueando", obra que recoge los aspectos más importantes de la vida del artista.

Además, continuó sus presentaciones en Argentina el espectáculo "Esquina Carlos Gardel", con 15 profesionales del baile, quienes recrean los 30, la época dorada del llamado "Zorzal Criollo".

Gardel es considerado como uno de los más grandes intérpretes de tangos de la historia, por esta razón el cantante puertorriqueño Jerry Rivera le rindió un tributo con su álbum que contiene los temas del argentino a ritmo de salsa.

En 2008, la Subsecretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires conmemoró el 118 aniversario del nacimiento de Gardel, en el recinto que tiene su sede de Jean Jaurés 735, en el barrio del Abasto.

En 2009 se le realizó un homenaje que coincidió con la fecha de nacimiento del intérprete, el cual contó con variados espectáculos y visitas guiadas gratuitas, bajo la supervisión de la Subsecretaría de Cultura de Buenos Aires, a través de la Dirección General de Museos.




Además, hubo exposiciones sobre Gardel y el cine, así como la actuación de Tito Alonso, Alfredo Lamas, Sergio Veloso, Lulú, el ballet Aire de Tango, el grupo Las Minas del Tango Reo, Raúl Méndez y Antonio Seoane.

Un año después, La Gran Milonga Nacional de Argentina fue el evento que aprovechando la celebración del Día Nacional del Tango, recordó a Gardel con los bailes al aire libre donde todos los vecinos se movieron al ritmo del dos por cuatro.

El espíritu de la habitación 25

Otra leyenda que envuelve al 'Zorzal Criollo' 



Registro de una placa en la entrada de la habitación 32 en el Hotel Concordia, en la que se hospedó el cantante de tango Carlos Gardel en 1933, en Salto (Uruguay). EFE/Raúl Martínez




Santiago Carbone. Salto (Uruguay), (EFE).- Cinco whiskys, varias aguas y una botella y media de vino. Ese es el detalle de los extras por los que pagó Carlos Gardel en 1933 cuando ocupó la habitación 32 del Gran Hotel Concordia, en Salto, donde la leyenda popular cuenta que sigue vagando su espíritu.

Realidad o fantasía, lo cierto es que en el cuarto que albergó al 'Zorzal Criollo' del 23 al 25 de octubre de 1933, apenas dos años antes de su prematura muerte en un accidente aéreo, el tiempo parece detenido.

La cama tendida, tres sombreros colgados en un perchero y recuerdos del autor de 'Mi Buenos Aires querido', incluida la factura que debió abonar y que incluye una 'll' en su apellido (Gardell), convierten la modesta pieza en una especie de museo dedicado al 'Mago', de cuyo nacimiento se cumplen este sábado 131 años.

¿Dónde? En el establecimiento no tienen dudas. 'Mi corazón es argentino... Pero mi alma uruguaya porque allí nací', dice un pequeño letrero colocado en la recepción del hotel más antiguo que aún funciona en el país sudamericano.

'Hay muchos mitos. No los he vivido, los he escuchado, pero todo lleva un ambiente y una esfera fantástica. No los puedo decir porque no los viví, pero sí los escuché', dice a Efe Yanina Haczek, quien trabaja en el Gran Hotel Concordia.

Fotos, afiches, pinturas relacionadas con el tango e incluso algún viejo disco de pasta... Todo sirve para recordar a Carlos Gardel, cuyo nombre está en la entrada de este cuarto que ya no recibe más huéspedes.

Ella aclara por qué: 'Eso es patrimonio, eso es intocable porque es único'.



Detalle del registro de ingreso del cantante de tango Carlos Gardel al Hotel Concordia, el 23 de octubre de 1933, en Salto (Uruguay). EFE/Raúl Martínez




PATRIMONIO NACIONAL

Sobre un mediodía primaveral, cientos de personas caminan por el centro de Salto entre tiendas y restaurantes que pueblan esta turística ciudad del noroeste uruguayo.

Entre todas esas puertas, la que conduce al interior es bien especial: una imagen a tamaño real y en madera del 'Morocho del Abasto' da la bienvenida a los visitantes en su paso hacia el Patio Andaluz, uno de los siete que conserva el recinto.

Muebles antiguos, caricaturas, pinturas y cuadros, una bodega e incluso un pequeño teatro forman parte del acervo de un lugar que pocos imaginan antes de cruzar el umbral.

Fundado en la década de 1860 y declarado Patrimonio Nacional, el Gran Hotel Concordia funciona también como Centro Cultural que lleva a cabo diversas actividades y guarda algunas de las más destacadas historias del lugar.

Según la información brindada a Efe, los carruajes y la caballeriza fueron algunos de los primeros servicios que ofreció el hotel.

También, el de 'baños a todas horas', como muestra un anuncio de 1876 que promocionaba un abono por 'doce sesiones de cómoda higiene' para quien quisiera asearse sin las complicaciones de calentar agua en el domicilio.

Otra faceta del Concordia llegó cuando muchos profesionales, como médicos, dentistas o abogados, utilizaron las habitaciones para sus consultorios y, según documentos, uno 'confeccionaba narices mecánicas, labios elásticos y tapones sobre heridas de la cara y se encargaba de la colocación de ojos artificiales'.



Registro de un cuadro de Carlos Gardel al interior de la habitación en el Hotel Concordia en la que se hospedó en 1933, en Salto (Uruguay). EFE/Raúl Martínez




'CONVERTIDA EN MARIPOSA'

Varias habitaciones están bautizadas con los nombres de ilustres huéspedes, como la artista uruguaya Agó Páez Vilaró o el caricaturista argentino Peloduro; sin embargo, el muro que más emociona es el dedicado a Marosa di Giorgio, una de las voces más particulares de la escritura latinoamericana.




'Quizás vuelva convertida en mariposa...' es la frase que dijo a un amigo suyo días antes de morir y que, desde 2004, reposa en su lápida. Con este lema, el hotel también recuerda a una de las hijas más famosas de Salto, nacida 16 meses antes de que Gardel se alojara allí.

Fue en octubre de 1933, inmerso en una gira que le llevó por otras localidades uruguayas y argentinas antes de su definitivo periplo por Europa y Estados Unidos del que jamás regresaría al Río de la Plata.

La actuación en el Cine Ariel, en el que se presentó con los músicos Héctor Pettorossi, Guillermo Barbieri, Ángel Riverol y Julio Vivas, costó un altísimo precio para la época (1 peso) pero, según las crónicas, 'el entusiasmo' y 'la vehemencia' en los aplausos del público hicieron que la función se prolongase dos horas más de lo previsto.

Fuera de las paredes del hotel, la vida transcurre con su calma habitual sin que nadie pueda siquiera imaginar que en su interior alguna vez durmió el 'Mago' y, quizá, solo quizá, su espíritu vague 'errante en las sombras', como cantó en 'Volver'.
 


Gardel y la magia del tango

Por Jorge Smith Maguiña

A Pedro Flecha, tanguero.

“El tango es una pena que canta”, solía decir Borges sobre el tango. Hay mucho de pena sí, es cierto en sus textos, pero también hay momentos de entusiasmo generoso y comunicativo, en su incomparable e inconfundible música, por muy melancólica que a veces nos parezca. Como pocas músicas, bastan en el caso de él, unos pocos acordes, para saber que estamos entrando a ese ritual musical llamado tango y la magia se vuelve total cuando a la voz y a la música se suma la escenificación del tango como baile. Su elegancia y su sofisticación tan minimalista, hacen de ese baile algo único.

El tango como baile se sostiene en sí, la música sí es imprescindible al margen de la letra, que puede cambiar de un tango a otro. Un tango bailado en pocos minutos nos puede transmitir lo que una obra de ballet nos transmite en una hora, algo así como el bolero, que es un género tan sintético que en tres minutos nos brinda una tragedia que una ópera necesita tres horas a veces para decirnos lo mismo. Lo curioso es que el tango provenga de alguna manera de las alegres y expresivas milongas, más festivas en todo sentido. El tango tiene un tono seco, un ambiente nocturno. No es casualidad que cuando se quiere ilustrar a dos personas bailando, haya en algún lado la presencia de un farol. La luz debe ser tenue para escuchar un tango. De alguna manera podemos decir, que hay mucha lucidez en el texto de los tangos, pero el tango es enemigo de la luz.

Hemos citado a Borges, en este año que se cumple un centenario del nacimiento de Astor Piazzola. Curiosamente ambos colaboraron en un viejo long play en el cual Piazzola puso texto a tres hermosos poemas de Borges. La poesía de Borges, perfecta desde cualquier perspectiva, lamentablemente ha sido eclipsada por su maravillosa producción y la desconcertante originalidad de sus textos en prosa. Lamentablemente estos dos gigantes de la cultura argentina terminaron peleando, llegando incluso al insulto. Borges como sabemos era un conservador en todo, pero casi a regañadientes, se convirtió en un revolucionario en la literatura. No inventó nuevas formas de escritura, pero sí nuevas formas de percibir las cosas.

Piazzola sí fue un innovador y hasta revolucionario en música, desde el inicio. Nos brindó nuevas lecturas de la música del tango, nuevas formas de expresión que se le podía dar enriqueciendo su tejido instrumental. A Borges, no le gustaban, ni interesaban las innovaciones instrumentales. Le gustaba escuchar los viejos tangos con su estilo tan peculiar, sus textos y contextos, por donde se paseaban la sombra de compadritos, los escenarios arrabaleros, sus putas y coquetas arribistas, sus ricachones aburridos y toda esa serie de personajes que a veces se lamentan de haber tenido demasiadas ilusiones y al igual que el vals peruano, las equivalentes desventuras, para luego al final de la tarde a la sombra de una lámpara o de un farol, reflexionar lo que fue esa vida.

En muchos casos el tango, al igual que el vals peruano, es la historia de lo que pudo haber sido y no fue. A Piazzola, poco le interesaba la contextualización temática del tango. Muchos de sus tangos más innovadores no tienen texto. Le interesaba las nuevas combinatorias rítmicas -por eso le fascinaba Stravinsky- y la introducción de disonancias a veces desconcertantes para los oídos conservadores. Que había creatividad e invención sonora en las obras de Piazzola, claro que la había, pero para los puristas en relación al tango, eso era una herejía. Por eso quizás en un momento tildó Borges a Piazzola, de “ignorante y vanidoso” y se cerró la puerta por siempre de una colaboración entre estos dos gigantes.

En realidad, ya con la perspectiva que da el tiempo para evaluar su obra, podemos decir que Piazzola, es un gran compositor, que también componía tangos, pero que no se le puede encajonar bajo el epíteto restrictivo de “compositor de tangos”. Lo curioso es que Piazzola, cuando apenas tenía trece años en 1934 y vivía con su padre en New York, por insistencia de él fue a visitar a Carlos Gardel, que había ido a la gran ciudad, a hacer unas grabaciones y arreglos para una nueva película. Piazzola que hablaba inglés, le sirvió como asistente a Gardel en sus compras y varias cosas que tenía que hacer al margen de sus ocupaciones profesionales. A Gardel le impresionó el talentoso adolescente, pero le desconcertó un poco que Piazzola le dijese que no lograba comprender qué buscaba significar el tango. Las palabras que le dijo Gardel, transmitidas años después por el mismo Piazzola fueron: “Cuando lo comprenda y le guste el tango, ya nunca podrá salir de él.” Curiosamente ese mismo mensaje fue el que después de darle muchas clases de composición en París, la gran Nadia Boulanger, la célebre maestra de música que en algún momento de sus vidas había tenido como sus alumnos nada menos que a Yehudi Menuhin, Leonard Bernstein, Daniel Barenboin y otros, en los años 50, ella le dijo a Piazzola, hacia quien había desarrollado un especial afecto: “Cíñase al tango, el tango es lo suyo.”

Otro episodio curioso en relación al tango, es el encuentro que hubo entre Gardel y Frank Sinatra el 14 de enero de 1934. En esos momentos el fogoso joven Sinatra tenía solo 18 años y se las arregló para contactar a Gardel que se encontraba en New York. Sinatra había quedado fascinado de escuchar cantar a Gardel quien le llevaba casi 25 años mas de edad. A Gardel le impresionó el impetuoso joven y no se sabe si lo pudo escuchar por lo menos “a capella”. Lo que sí se sabe es que la traductora de Sinatra, le habló de los crecientes éxitos que ya estaba teniendo Sinatra pese a su corta edad, pero también le agregó que Frank era una persona algo problemática y solía tener malas juntas y frecuentes problemas con la policía que podían dañar su carrera artística. Gardel que había vivido lo mismo en su tumultuosa juventud acrecentó su interés y empatía hacia el joven. Le sugirió que se inscribiese a un concurso que estaba organizando la radio que lo había contratado en New York y que el mismo Gardel lo recomendaría al jurado. Dicho y hecho, Sinatra se inscribió y ganó el concurso. Gardel como sabemos, moriría el año siguiente en 1935, en un trágico accidente de avión en Colombia. Eso explica que al visitar Argentina para dar unos conciertos en 1981, Sinatra fuese por propia iniciativa a visitar el barrio donde trascurrió la infancia de Gardel y ante su estatua pronunció unas palabras de agradecimiento, que en síntesis decían: “Gardel me salvó la vida”. –Son interesantes esos vasos comunicantes que en algún momento se dan entre los gigantes de la canción popular, pues por diferentes que sean los idiomas, a partir de un cierto nivel, las sensibilidades convergen, ya no interesan las diferencias sino aquello que es equivalente. El arte une a los pueblos.

Ese año que murió Gardel en 1935 y el anterior fueron esenciales en la historia del tango por la calidad de las emblemáticas composiciones que se escribieron sobre este género. La muerte de Gardel dejó un vacío irreparable, pero las grandes orquestas de tango de Argentina ya tenían enorme vigencia. El tango era la música del momento. Felizmente la grabación tenía un dinamismo excepcional y Gardel antes de morir, grabó todo lo que pudo grabar. A los pocos días o semanas de secarse la tinta de una composición, ya estaban en la voz de un intérprete como Gardel y si él las cantaba las disqueras se apresuraban a grabarlo. Poca idea se tiene hoy de la popularidad que tenía alguien como Carlos Gardel. Cuando murió Gardel, el otro gran cantante de tango Julio Sosa, nacido en Uruguay en 1926, ni siquiera tenía 10 años de edad. Julio Sosa que tuvo una trayectoria muy exitosa, ya cuando se estableció en Buenos Aires, aunque nunca alcanzó la celebridad de Gardel, fue el otro intérprete emblemático del tango. Felizmente tenemos la grabación de ambos de los mismos tangos y podemos comparar sus formas tan diferentes de abordar los temas, sobre todo al cantar emblemáticos tangos como “Cambalache”, que es una especie de segundo himno nacional argentino, y otros tangos que todos conocemos como “La Cumparsita” (con textos diferentes en el caso de Gardel y Julio Sosa) y “Volver”. Algo que les duele a los argentinos, es que la música de “La Cumparsita”, tango que todo argentino reconoce y puede tararear o cantar, fuera compuesta no por un argentino, sino un uruguayo, Gerardo Matos, aunque los arreglos finales sí los hizo, el argentino Roberto Firpo.

Es fácil distinguir la diferencia de estilos que puede haber al cantar un tango: por un lado la voz melodiosa de Gardel, por algo lo llamaban “el zorzal criollo”, el toque aterciopelado y acariciante de su voz y, por otro lado, la voz recia, a veces un poco dura, pero igualmente expresiva y comunicativa de Sosa. Lamentablemente Julio Sosa murió a la corta edad de 38 años. Aficionado a los carros de lujo y de velocidad terminó estrellándose en Buenos Aires en 1964. Penosa coincidencia o sino trágico, que los dos más grandes cantantes de tango, hayan muerto en accidentes, a una edad relativamente joven, en la cúspide de sus respectivas famas.

Justamente antes de morir, Gardel había logrado grabar el tango “Cambalache”, compuesto poco antes que el cantor muriese por el gran compositor Enrique Santos Discépolo. Como ninguna, esta obra representa la esencia misma del tango y es quizás una de las obras que mayor universalidad le ha dado a este género. Curiosamente el texto de este tango, no tiene un contexto preciso, como suele ser un barrio de los suburbios o un arrabal de Buenos Aires, ni te habla tampoco de compadritos, ni putas, ni burdeles. Este tango es casi una meditación filosófica sobre la vida, sobre la anomia en la que de tiempo en tiempo caen las sociedades humanas. Es una requisitoria amarga sobre lo que la gente piensa y no tiene palabras para expresar, pues tan traumatizada e impotente está, frente a lo que acontece. Es el sentimiento de desasosiego de que todo camina mal. Ese tango es universal e intemporal, compuesto y grabado en el primer tercio del siglo pasado, pero parece una crónica de nuestros días. Es una meditación dura y dolorosa con toques amargos que desnudan, por no decir calatean lo que aconteció y sigue aconteciendo.

Con cinismo podríamos decir que Santos Discépolo, más que un compositor de tangos argentino, parece un cronista de la cotidianeidad peruana, con su pléyade de políticos incapaces y corruptos, cínicos y mentirosos y que en la actualidad como consecuencia ha generado en la población un rechazo visceral hacia lo político, pues ya no se siente representada y por lo mismo camina a veces tan despreocupada, como sonámbula al borde del abismo. Un mundo como el de hoy, es el de una sociedad sin metas, objetivos ni consensos, donde cualquier hijo de vecino se siente calificado para postular a ser presidente de la República. Es el mundo reflejado a cuerpo entero en “Cambalache”.

La reciente y excelente biografía de Enrique Santos Discépolo, este gran compositor y poeta, escrita por Sergio Pujol, nos muestra la minuciosa pericia que tenía Santos Discépolo para componer, ya que a diferencia de lo usual, él era el autor de la letra y la música. Ya años antes de Cambalache, había compuesto “Yira”, que es una obra de arte, una reflexión amarga de la decepción. Desde la frase inicial, en cada párrafo el drama comienza: así, en seco, en frío, sin calmantes ni vacunas:

“ Veras que todo es mentira, veras que nada es amor, al mundo nada le importa Yira,Yira”.

Sin embargo ,“Cambalache” compuesto cinco años después, es sobre un tema menos personal y con un horizonte, mucho más vasto y universal. En él, logra Santos Discépolo un texto, equilibrado en el tono, de una denuncia sostenida. No nos extraña que intelectuales tan eminentes como el francés Pierre Vidal-Naquet y el académico español Camilo José Cela, lo considerasen como un poeta excepcional al margen de sus dotes como compositor.

Transcribimos los dos primeros párrafos y los dos últimos, de esa rabia contenida, hecha poesía y convertida en tango:

“El mundo siempre fue una porquería ya lo sé en el quinientos seis y en el dos mil también

Que siempre ha habido chorros maquiavelos y estafaos contentos y amargaos valores y duble

Y los dos últimos párrafos:

No pienses más sentate a un lao que a nadie importa si naciste honrado

Es lo mismo el que trabaja noche y día como un buey que el que vive de los otros o está fuera de la ley

Podemos agregar una líneas de la estrofa intermedia del largo texto:

Siglo XX CAMBALACHE, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil

Signo de plasticidad del tango era la elasticidad de sus textos, para contextualizarlos a cualquier lugar. Cuando Julio Sosa vino a Lima, antes de su trágica muerte en 1964, sus letristas le compusieron un tango, que si bien recuerdo, reza así:

“Soy el tango tan viajero, que le dicen extranjero de egoísta algún fulano. Soy gagá de Miraflores, chaveta de La Victoria, soy el recuerdo y la historia, de aquellos tiempos mejores, y aquí vengo a tangonear, por estas calles limeñas, cuyos portales me enseñan de un pasado a recordar.”

Como baile, el tango guarda su increíble belleza y originalidad. Lamentablemente en los últimos años se le ha buscado imponer coreografías demasiado espectaculares y acrobáticas, que son vistosas, pero le quitan su esencia pura. Un baile popular, debe estar en la posibilidad de ser bailado por todos, esa es su razón de ser justamente. Si como espectáculo se combina un tango de música y letra del nivel de los tangos de Santos Discépolo, con buenos músicos, un buen cantante y bailarines, tenemos en pequeña escala, un Gesamtkunstwerk, una obra de arte total, como lo habían imaginado los antiguos griegos y en sus óperas lo logró Wagner. Felizmente y al margen de todo, este hermoso baile guarda su vigorosa personalidad, siempre y cuando guarde su nocturna y casi fúnebre atmósfera, su elocuencia trágica y su a veces también insoportable belleza.

Jorge Smith Maguiña; kokosmithm@hotmail.com
La magia del tango | Senal de Alerta


Carlos Gardel y el muñeco de madera que lo ligó con Astor Piazzolla


El 24 de junio de 1935 el avión en el que viajaba el Zorzal criollo se estrelló al despegar. Entre sus pertenencias rescataron un gaucho tallado que le había regalado quien por entonces era un niño y luego se convirtió en otro ícono del tango. El bandoneonista vivió con la esperanza de recuperarlo pero falleció sin conseguirlo. Juan Pablo Csipka (Página 12)




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