LA COLUMNA de Amy Goodman BELÉM, BRASIL–. La selva amazónica, a menudo descrita como “el pulmón del planeta”, rebosa vida. Miles de defensores del territorio amazónico, tanto de comunidades indígenas como activistas aliados de su causa, han viajado a la ciudad tropical brasileña de Belém —puerta de entrada a la Amazonia— para transmitir el mensaje de que la selva se encuentra en un una situación crítica, pero que todavía es posible salvarla. La atención de estos miles de activistas está puesta en la COP30, la trigésima “Conferencia de las Partes” de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés), un instrumento oficial que se creó tras la Cumbre para la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, con el propósito de negociar e implementar un tratado a nivel mundial destinado a limitar el aumento de la temperatura global causado por la actividad humana. Treinta y tres años después, las negociaciones avanzan a un ritmo peligr...
