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Muere a los 72 años Félix Grande

"Perdemos al  mejor valedor del flamenco, que nos deja un importantísimo legado de conocimiento sobre un arte singular y universal"

2014.elmercuriodigital.es ▫ El poeta, narrador y ensayista Félix Grande ha fallecido este jueves en Madrid a los 76 años de edad a causa de un cáncer de páncreas, según ha informado la editorial Anaya y la familia del escritor.

Socio de la SGAE número 27.530 desde el año 1976, Grande dedicó su vida a escribir poesía y recibió importantes reconocimientos a su prolífero poemario, como el Premio Nacional de Poesía por Las rubaiyátas de Horacio Martín.

Es autor de la imprescindible  Memoria del flamenco (1978) , por la que recibió el Premio Nacional de Flamencología.  Su gran pasión, de la que hizo alarde en cada aparición pública, era el flamenco. En su trayectoria como autor, destaca su defensa irreductible de la guitarra flamenca, alimentada  por su intensa vivencia con Paco de Lucía: “La guitarra de Paco de Lucía está mostrando en versiones incomparables las abrasadas lágrimas de su tierra por todas las salas de concierto del mundo”, escribió Grande sobre su amigo.  El extremeño declaró también que “el flamenco es la canción protesta más importante, más irrompible y duradera que se ha inventado en castellano. Este género  pone en valor que los humildes que iniciaron el cante jondo consiguieran sacar la genialidad para encontrar en cada lenguaje lo esencial de las emociones radicales”.

Felix Grande fue un gran defensor del pueblo gitano a través de sus letras, habiendo firmado en este sentido obras cruciales como Persecución, para Juan Peña, El Lebrijano (1978). En su producción destacan obras mixtas como Grandes del flamenco (seis discos más antología, de 1981) o Poema de amor (con música de Paco de Lucía, de 1983). Su compañero y amigo,  también experto flamencólogo en la SGAE, Juan Manuel Gamboa, ha recordado con tristeza y pasión que “Félix siempre defendió la libertad del pueblo gitano, solía decir que payos y gitanos estamos más juntos que las lágrimas”.

El apasionado flamencólogo también reivindicó en muchas ocasiones la responsabilidad de los medios de comunicación y las entidades culturales por “conservar y mantener la esencia callejera del flamenco, al mismo tiempo acceda a los nuevos ámbitos donde se va a tener que propagar: academias, conservatorios y universidad”.

La SGAE ha lamentado el fallecimiento de "esta figura clave en la propagación de un género musical cuya idiosincrasia trasciende internacionalmente". Jose Luis Acosta, presidente de la SGAE, ha mostrado su pesar por la pérdida de este socio ilustre: “Perdemos al  mejor valedor del flamenco, que nos deja un importantísimo legado de conocimiento sobre un arte singular y universal. Me uno al dolor de nuestros socios, entre los que se encontraba,  y especialmente a la familia del flamenco representada de forma tan importante en la SGAE,  porque el flamenco, y todo el legado cultural que lo rodea, es uno de los universos más creativos de nuestra música.”

Acosta ha añadido también que “Félix Grande siempre estuvo muy implicado con la SGAE y siempre nos recordó nuestra responsabilidad por reivindicar el papel del flamenco y, sobre todo, el de los autores flamencos. Seguimos luchándolo, y seguiremos recordándolo a él y a otras grandes figuras de este género universal, como a su amigo el genio Enrique Morente”.

Grande (Mérida, Badajoz, 1937), Premio Nacional de las Letras en 2004, es considerado uno de los grandes renovadores de la poesía posterior a la Guerra Civil: la generación del 50 y lo que se ha denominado del 68 o Grupo Poético de los 70.

Entre sus poemarios destacan 'Las piedras' (1963), 'Taranto. Homenaje a César Vallejo' (1971) y 'Las rubáiyátas de Horacio Martín', que le valió el Premio Nacional de Poesía en 1978. En narrativa cabe destacar la novela corta 'Las calles', Premio Eugenio D'Ors en 1965 y 'La balada del abuelo Palancas', publicada en 2003.

AUTOBIOGRAFÍA

Félix Grande publicó en 2011 su libro Biografía (Galaxia Gutenberg), en el que recoge su obra lírica desde 1958, un trabajo "severamente" revisado por el autor, que bucea en su memoria bajo la sombra de la guerra y la figura trágica de su madre.

"Tengo una relación con la guerra absolutamente inexorable. Nací en Mérida el año 37, cuando ya se había producido el levantamiento fascista. Mi madre había llegado a la ciudad antes de la guerra y allí fue absolutamente feliz. Llegó totalmente enamorada de mi padre, y mi padre de ella. Durante unos meses, fue de las mujeres más felices del mundo. Luego llegó la guerra y a mi madre le vino una palpitación nerviosa que nunca la abandonaría. Este libro está lleno de madre, lleno de espanto, lleno de compasión", dijo el autor en el momento de la presenatación del libro..

"Ella pensaba", añade, "que cualquier día recibiría la noticia de que mi padre habría muerto defendiendo a tiros la República. Luego se reencontraron, pero mi madre ya nunca levantó cabeza. Creo que ella me transmitió eso en su barriga y ya luego en sus brazos. Ella se convirtió en una especie de figura griega".

A través de medio millar de páginas, Félix Grande va desenredando sus recuerdos, enmarañados en las penurias de la posguerra, defendiendo la libertad con ferocidad, consciente de su futilidad y su relevancia, lejos del lenguaje vacuo que escatima su esencia.

"Creo que encontré unos cuantos maestros como se encuentra un oasis, y una manera de pensar, una ferocidad en defensa de la democracia, con hostilidad e incluso odio a cualquier gobierno que no la contemplase [...] Era normal que esta edición terminase tras un círculo de muchos años enlazando con aquel chiquillo que iba en brazos de su madre cuando corría hacía el refugio del Circo Romano. Mi madre, junto a muchas otras madres, gritaba de terror. Era lógico que terminara con los chillidos de la ceniza".

En la obra, el autor incorpora el libro inédito La cabellera de la Shoá (2010), un extenso poema sobre el nazismo y sus secuelas. Asimismo, añade nuevos sonetos entre sus antiguas obras, publicadas con cuentagotas a lo largo de su vida, cuando le abordaban la inspiración y la poesía.


"Disfruto mucho escribiendo, es la profesión que me hizo menos desdichado, que me ayudó cuando mi madre amenazaba con colgarse en el patio. Me encontré con las palabras, que me salvaron la vida; después con una mujer, que también me salvó la vida. Disfruto mucho escribiendo; ahora, hay algo distinto en la palabra poética. La poesía no es solo un género literario, ni siquiera el mayor género literario, es un estado de gracia: cuando uno está en tal estado de inocencia que las palabras vienen a quedarse contigo una buena temporada".

Por su parte, el crítico Ángel Luis Prieto de Paula, que firma el prólogo del libro, destacó el carácter "confesional" y "patética" de la obra. "Patética, no en el sentido histriónico, sino como algo que se nutre de sufrimiento y de confesión".

Según él, la obra de Grande "debe leerse", de forma literal, "como una biografía", como unas memorias que sirven, asimismo, para discernir su compromiso social y su experimentación poética. "En el momento en que la poesía social entra en declive, él publica libros en los que no renuncia a subvertir el status quo, con una voluntad de conexión con la Vanguardia. Sí se puede hacer una poesía social en cuanto a los temas, pero de un rigor estilístico extraordinario, al abrigo de poetas como César Vallejo o Machado".


http://www.elmercuriodigital.net/2011/05/felix-grande-presenta-su-biografia.html

http://www.europapress.es/cultura/libros-00132/noticia-fallece-felix-grande-20140130132737.html






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