Por Alicia Moncada, investigadora para las Américas de Justicia Climática y Tamaryn Nelson, asesora jurídica en derechos humanos y empresas SUCUMBÍOS, Ecuador.- En las noches de la Amazonía ecuatoriana, enormes llamas iluminan la oscuridad de manera perenne. Es el fuego de los mecheros, que coronan los pozos petroleros y que, lejos de representar progreso, son cicatrices vivientes en el pulmón verde del mundo. Estas estructuras no solo queman gas natural en un acto innecesario de despilfarro de un recurso no renovable, sino que contaminan el aire, destruyen la biodiversidad y ponen en riesgo la vida y los derechos de las comunidades que habitan cerca. Aquí, desde más de 57 años, la justicia ambiental es un sueño distante y los derechos humanos son quemados junto con el gas. La quema de gas en mecheros: grandes errores climáticos El extractivismo petrolero, desde la exploración hasta la explotación, afecta severamente en la biodiversidad y genera impactos que socavan el derecho a ...