OPINIÓN de Ramón Cotarelo / Palinuro.- El martes, repuesto del aciago lunes, Rajoy convertía en triunfo la victoria pírrica de PP y como, cuando se gana, es tonto hacer cambios, dejaba todo según estaba, gobierno y partido y se proclamaba candidato para las elecciones de noviembre. El miércoles, ayer, sus propios ministros lo obligaban tomar medidas con los más obvios responsables de la hostia que, según Barberá, se han dado. En primer lugar a Cospedal, cuya fabulosa incompetencia la ha llevado a perder víctima del chanchullo que hizo en la ley electoral para ganar. También quieren fuera a Aguirre, la gran derrotada. Rajoy hizo en su día de tripas corazón, rompió los lazos de amistad y lealtad con Botella, la esposa de quien lo puso a dedo en el cargo, y nombró a la condesa porque era la única que podía ganar las elecciones. Y las ha perdido. Como Cospedal. En realidad, Rajoy no debería sustituir solo a Cospedal. Debiera sustituirse a sí mismo. Es lo que le dicen algunos de sus bar